《Amor prohibido 「KristSingto- BL」》Capítulo 6: Precipicio.

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Como cada tarde estaba con Krist en su oficina, ayudándole con algunos diseños mientras tomábamos té y platicábamos, verlo trabajar siempre ha sido hermoso ante mis ojos, tanta concentración, tanta entrega, tanta luz...

―¿Qué harás esta noche cariño?

―Lo que tu tengas en mente. ― Contesto él sonriéndome. ― ¿Qué tienes para esta noche?

―Umm veamos... Una cena en casa hecha por mí. ― Me reí. ― Velas, vino, nosotros... ¿Qué dices?

―Que es hermoso.

Ese día yo regrese a mi trabajo, tenía unos programas en puerta y estaba algo atareado. Como era mi costumbre, salí del estudio y fui por él, llegamos pronto a su casa y mientras yo cocinaba, o, mejor dicho, mientras trataba de cocinar sin salir huyendo de la cocina, pensaba la forma en decirle lo de mi matrimonio, Maya ya empezaba a dirigirme la palabra, aunque sea un buenos días me decía y hablábamos más por nuestro hijo, nos acercábamos más por él.

―... ¿Has tenido mucho trabajo?

―Sí, tengo programas en puerta. ― Le contesté. ― ¿Y tú?

―Aun no quiero regresar a las pasarelas, no hasta que mi bebe este más grande y yo regrese a mi figura de antes.

―Lo sé, eres una gran madre Maya.

―Tú también.

―No es verdad. ― Hice una pequeña sonrisa. ― No lo soy...

―A pesar de lo nuestro, no descuidas a nuestro hijo, sé que lo amas.

―Lo hago. ― Acepté. ― Pero no fui capaz de darle una familia.

―Él la tiene Singto... Aun la tiene, aun la podría tener.

―Pero...

―Yo te amo como el primer día. ― Susurró. ― Quiero que empecemos de cero, que no dejemos que esto termine, por nuestro hijo... Ya muy difícil será para él que sus padres sean famosos y si están separados...

―Maya, sabes que hay alguien más y...

―Lo sé. ― Suspiro. ― Pero tengo la esperanza de que sea algo pasajero, tal vez sucedió por el embarazo, yo estaba con mis cosas... Piénsalo Singto, por favor.

―Nos estamos haciendo daño.

―¿Me quieres?

―Te quiero mucho Maya.

―Entonces piénsalo, por favor... Estoy dispuesta a olvidar todo e iniciar de nuevo, pero no lo puedo hacer sin tu ayuda... Hemos vivido tantas cosas juntos que me duele pensar que ya no las tendremos, mi amor es más grande que mi orgullo Singto, te pido que pienses en esto.

―Lo haré. ― Contesté acariciando su mejilla.

Maya es una mujer sorprendente, en ese momento me di cuenta de la mujer tan valiosa que tenía como esposa, sus ojos eran tan sinceros, tan puros... Tan llenos de sentimientos que me dolía hacerla pasar por todo mi engaño.

Ese mismo día que hable con Maya hable con Krist, ya no podía ocultarle más mi matrimonio, no podía mentirle más.

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Serví la cena y nos sentamos en la sala, nos gustaba comer ahí porque era algo más íntimo y más divertido, él me daba de su comida y yo de la mía, tantas risas... Tantas miradas.

―Estuvo delicioso.

―Me alegro cariño. ― Bese su mano. ― Hay algo de lo que quiero hablarte.

―Dime.

Esa mirada que me daba, esos suspiros, esa sonrisa y esa confianza... Hacían que mis palabras no quisieran salir, el valor me dejaba poco a poco, me acobardaba. No quería decirlo, no quería perderlo...

No quería dejar de ser feliz.

Pero tenía que enfrentar mis errores y dejar de ser un maldito egoísta, tenía que terminar con todo el engaño.

―Krist... Jamás he amado a nadie como te amo a ti... Estos meses han sido los más hermosos que he vivido, desde que te conocí me enamoré de ti y desde entonces has sido mi amigo, mi novio, mi confidente... Mi todo.

―Igual que tú el mío Sing.

―Te amo mi amor. ― Bese su mano de nuevo. ― Yo... He estado ocultándote algo.

―¿Y qué es? ¿Algo de trabajo? ¿Una gira?

―Ojalá fuera eso. ― Trate de sonreír.

―¿Entonces? Singto, me estas preocupando.

Le sonreí y lo abrace, era mi última oportunidad para hacerlo, junte nuestros labios e iniciamos un perfecto beso, un hermoso contacto en donde nuestros corazones se fundieron y donde nuestras almas se abrazaron.

Amaba sus labios, amaba besarlo.

―Krist, yo...― Tome aire. ― Estoy casado. ― Confesé finalmente, lleno de culpa. ― Desde antes de conocernos y... Tengo un bebe.

Mi voz se fue apagando conforme iba diciendo todo y mi alma se iba desvaneciendo conforme veía como su rostro dejaba de sonreír, como su mirada dejaba de tener ese brillo que tanta vida le daba, sus manos soltaron las mías y sus ojos se volvieron fríos.

Estaba acabado, totalmente acabado.

―Perdóname Krist, no pude evitar enamorarme de ti, no pude evitar mis sentimientos... Yo...

―Cállate. ― Su voz era distante. ― ¡Nos engañaste!... Tanto a tu esposa como a mí y... ¿Fui tu amante? Oh. ¡Dios mío!... ¿Por qué me hiciste esto? Singto, yo te amaba...

―Yo te amo Krist, los sentimientos no se pueden esconder y no los puedes ignorar... Estoy seguro de que sabes que mis sentimientos son reales, jamás te mentí en eso.

―¿¡Y de qué sirve?!

Él caminaba de un lado a otro por la sala, yo estaba parado y viéndolo alejarse de mí, viendo como ignoraba mi mirada, como rechazaba si quería tocarlo. Sus lágrimas habían empezado a caer, su mirada me destrozaba, sentía como poco a poco mi corazón dejaba de latir y mi pecho experimentaba un dolor intenso. Sin poder evitarlo mis lágrimas cayeron. Los dos, uno al extremo del otro llorábamos en silencio. Era la peor experiencia que había tenido en la vida, ¿Por qué? ¿Por qué había tenido que vivir esa situación?

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Dolía.

Dolía mucho. Muchísimo.

―Krist...

―Sé que me amas Singto, tus ojos siempre me lo dijeron y yo también te amo como jamás amé a nadie, pero... No puedo, no puedo destruir una familia, no puedo dejar a tu hijo sin un padre y...

―Nunca desatendería a mi hijo, solo no viviríamos juntos.

―A ese me refiero, no permitiré que un niño viva en una casa en donde solo tiene a su madre y de vez en cuando a su padre y... ¡Mucho menos puedo seguir permitiendo que me sigas faltando al respeto!, me estás pisoteando Singto ¡No lo merezco! ¡¿Por qué jugaste de esa manera conmigo?!

―Krist por favor, no podemos dejar nuestro amor, no podemos permitir que esto acabe, nos amamos, yo jamás quise...

―Qué manera de amar la tuya. ― Hizo una pequeña risa.

―Maya sabe que hay alguien más, ella sabe que ya no la quiero como antes.

―Singto, no podemos seguir con esto, tu prioridad debe ser tu familia, es, tu familia. ― Remarco.

―Mi prioridad es mi hijo y tú.

―No lo vuelvas a decir. ― Dijo con voz fría y una mirada tan dura que me quede estático.

Me dio la espalda y seguía llorando, seguía destruyéndose por mi culpa, por mi estupidez, por haberme enamorado cuando ya estaba con alguien más. Si tan solo hubiera hecho todo bien, dejar a Maya desde un principio y hablarle directo a Krist... Pero no podía, no por mi bebé, no podía dejarlos solos.

Camine hacia Krist y lo rodee por la espalda, él se quedó quieto, me dejo abrazarlo y lo hice, lo abrace fuerte, absorbí su aroma, me llene de su calidez y de su amor, de nuestros sentimientos, llene cada poro de mi ser de él, de su existencia.

―Te amo. ― Le susurre. ― Jamás dejaré de amarte, siempre estarás en mis pensamientos Krist, hasta el día de mi muerte.

―Te amo también Singto. ― Su voz era muy suave. ― A pesar de esto, creo que no puedo odiarte... Me hiciste vivir los mejores meses de mi vida.

―Seguiremos viviéndolos.

―No Singto. ― Se alejó de mí. ― Quiero que regreses con tu familia. Por favor.

―No me pidas eso, Krist. No.

―Solo así podré reparar un poco el daño que hicimos, solo así estaré tranquilo, no podría vivir sabiendo que... Que rompí una familia y separé a un hijo de su padre.

―Cariño, por favor.

―Lo siento Singto, pero no podré vivir por ellos ni mucho menos por mí mismo si esta mentira continua.

Él me dio un dulce beso en la mejilla y tomo mi mano, caminamos a la puerta y salí, sin querer hacerlo, nos vimos a los ojos, fijamente y con adoración.

―Hazlos felices.

―Krist...

―Hasta pronto.

Sus ojos me dijeron lo triste que estaba, el dolor que estaba guardando para sí mismo, su rostro me dijo que lo había destrozado y que lloraría hasta quedarse sin lágrimas, cerró la puerta y me derrumbe, me deje caer de rodillas, llorando como jamás lo había hecho.

―Te amo Krist... Nunca dejaré de amarte.

Dije en voz alta mientras una de mis manos se posaba en la puerta. Como si con eso estuviese tocándolo y así mis palabras le llegaran.

Fui a mi auto y me quedé ahí por largo rato, pensando en todo... Mi relación con Krist había terminado, me había alejado de él, había preferido que nuestro amor quedara como un recuerdo y que regresara a mi familia, que los hiciera felices mientras él sufría por mi engaño.

No me merecía a ese hombre, no lo merecía.

Al día siguiente regresé a casa, Maya estaba en el jardín jugando con nuestro hijo, yo llegue a la sala y me deje caer en un sillón, todo estaba dicho, me sentía vacío, destruido y sin animo alguno.

―Estas aquí. ― Escuche a Maya.

―Hola. ― Hice media sonrisa. ― ¿Cómo están?

―Tu hijo creciendo sin parar. ― Se rio.

Lo cargue y lo acomode en mis brazos, su pequeño rostro era tan hermoso, tan inocente, un ángel... Le di un beso en la frente y él me sonrió, subió una de sus manitas y la puso en mi mejilla, sin querer se salieron unas lagrima de mis ojos. Mi hijo en ese momento me estaba dando la fuerza que necesitaba para seguir adelante.

―Maya...― Suspire. ― La semana que viene la tengo libre, ¿Por qué no vamos a la playa?

―Singto...― Sus ojos brillaron. ― ¿Hablas enserio?

―Si. ― Sonreí. ― Tengamos unos días solo para nosotros tres.

Mi esposa sonrió llena de felicidad y me abrazo, nuestro hijo estaba entre nuestros brazos, como cuando había nacido y lo habíamos visto por primera vez.

Ese viaje me ayudaría a despejar un poco mi mente, a reconciliarme con mi esposa y darle toda mi atención a mi hijo.

Krist me había pedido solo una cosa: "Hazlos felices" Y lo cumpliría, por más que me doliera estar sin él lo cumpliría. Porque solo eso podía hacer por él. Solo eso podía hacer para reparar un poco el daño causado en su alma.

Darle esa paz que le había quitado al mentirle durante tanto tiempo.

Pero, aun así, cada noche cuando cerraba mis ojos soñaba con él.

Mi hermosa tortura, recordarlo y experimentar ese dolor intenso que te hace sentir vivo, solo eso podía tener.

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