《Amor prohibido 「KristSingto- BL」》Capitulo 3: Ella y él.

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A los 20 años la conocí, ella era modelo, una hermosa y tierna modelo. Su mundo era igual que el mío, fama, entrevistas, eventos, viajes y demás.

La vi en una revista, al principio me pareció una mujer interesante, bella y tierna. Por cosas de la vida nos encontramos frente a frente y en poco tiempo logramos una amistad, esa amistad se fue convirtiendo poco a poco en más, fuimos amigos y finalmente nos convertimos en pareja. Todo iba bien, o por lo menos eso creía ya que jamás me había fijado en otra mujer.

Maya.

Ella y yo nos casamos después de tres años de relación, al cumplir cuatro años de estar juntos mi esposa me dio la noticia de que estaba embarazada, recuerdo que en ese momento no supe que decir, fue algo inesperado.

―¿Qué has dicho? ―No salía de mi asombro.

―Que seremos padres Singto, tengo dos meses de embarazo. ―Me dijo Maya feliz.

La emoción de mi esposa era demasiada, sus ojos brillosos, llenos de luz, de vida y con esa chispa de maternidad... Ella me abrazo y sus lágrimas de felicidad llegaron a mi hombro. En ese momento sentí miedo. Miedo de no reaccionar como ella, ¿Tan poca sensibilidad tenia? ¿Realmente el amar y la familia no era para mí? Oculté mi desconcierto y sonreí, nos felicitamos y hablamos de lo que sería nuestra nueva vida.

Un bebé, un hijo... Estaría de por vida con ellos.

Sentimientos de miedo me invadían constantemente. Aun no estaba listo, pero yo sabía que la quería y que con ella podía hacer que todo fuera posible.

Verdaderamente amé a Maya, la quise mucho, fue en su momento una cálida luz en mi vida.

Nuestra relación era secreta, nadie de los medios sabía que éramos pareja, nosotros así lo preferimos, así lo quisimos. Ella dejo una temporada el trabajo para dedicarse al cien por ciento a nuestro matrimonio y yo por mi lado no lo pude hacer. Mi trabajo con las series no me lo permitía y ella lo entendía bien, eso era algo que admiraba de ella, nunca me reprocho cosas del trabajo.

―Perdón por no poder estar estos días contigo.

―No te mortifiques mi amor, es parte de nuestra vida.

―Gracias preciosa. ― La miraba con ternura.

―Te extrañare mucho Sing.

Ese tipo de conversación nunca ha estado ausente, Maya es una mujer admirable, una mujer a la que quiero mucho y la cual me ha dado la dicha de ser padre, padre de un hermoso bebé, un pequeño de un año.

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Su nombre es Preecha, se lo puso Maya y no puse objeción, su pequeño rostro es en vivo el mío, en físico somos como dos gotas de agua y en personalidad es como su madre.

Mi hijo es hermoso.

Ahora que ha estado en mis brazos el miedo se ha ido, el temor y la desolación. Cuando lo cargo siento que todo vale la pena, que soy capaz de todo en este mundo. Ante los ojos de los que saben de esto somos una pareja perfecta, amorosa y cálida. Ante los ojos de Maya así es, pero ante mis ojos no.

Porque amo con locura a otra persona. A un hombre.

Quiero a mi esposa, pero no la amo, nunca la ame... Nunca la ame con la intensidad con la que amo a Krist.

En mi vida hay dos personas.

Una es modelo, delgada y de rostro hermoso, de revista y película, con una imagen pública envidiable, siempre a la moda, es segura de su misma, ama las cámaras y es encantadora.

El otro es diseñador, tímido y se apena fácilmente, es delgado, piel lechosa, ojos profundos y es realmente hermoso, lleno de calidez e inocencia, lleno de dulzura y niñez.

Amo al diseñador.

Quiero a la modelo. A la madre de mi hijo, la mujer con la que vivo desde hace cinco años y que parecemos una feliz familia... Casi creí que así era.

Pero llego Krist.

Y todo se derrumbó.

Mi más grande amor fue a primera vista, fue algo de segundos, de milésimas. Fue como si él fuera la luz y yo la polilla.

―... entonces si le agregamos este detalle al pantalón luciría mejor. ― Empezamos a trabajar juntos casi enseguida, verlo dibujar era increíble, ver como ponía y quitaba cosas era maravilloso. ― ¿Qué dices?

―Luce diferente y me gusta, puede ser color gris oscuro, que no resalte mucho pero que tampoco se esconda.

―Siempre con tus colores oscuros. ― Él se rio. ― Me parece perfecto. ― Sonreí satisfecho.

Nuestros diseños se creaban solos, nacían en un abrir y cerrar de ojos, nos acoplábamos bien, éramos la mancuerna perfecta y en poco tiempo nos hicimos amigos, nos tuteamos, nos hacíamos bromas y nos reíamos sin parar.

Aquellos momentos eran perfectos.

Cuando la noticia de nuestro trabajo juntos salió enseguida tuvimos muy buena aceptación y fuimos los modelos también, por idea mía. Me costó convencerlo, pero logre que aceptara y los dos como modelos salíamos mostrando nuestros diseños, en la televisión, en revistas, en espectaculares.

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La ropa salió a la venta y tuvimos por días ropa en inexistencia, los fans habían agotado todo y finalmente tuvimos que pedir que saliera más ropa, mucha, mucha más.

Nuestro éxito fue arrasador, pero también empezaban a especular sobre nuestra relación, nos emparejaban, decían que nos veíamos bien juntos y que deberíamos estarlo. Krist solo se ponía nervioso y prefería no comentar nada.

Yo nunca antes había disfrutado tanto una sesión de fotos, al lado de Krist fue relajante, divertido y excitante. Ver su timidez me gustaba más que cualquier cosa, verlo apenarse cuando teníamos que acercarnos, verlo sonrojarse cuando teníamos que vernos a los ojos...

Son momentos que jamás olvidare.

―No me gusta mucho lo que se rumora Singto, el diseñador...

―Maya, solo son rumores. ― La tranquilizaba.

―Lo sé, pero me siento insegura, lo has pasado más con él que conmigo.

―Tranquila preciosa, tu sabes la verdad, tengo una esposa y un bebe que viene en camino. ¾ Esas palabras las sentía vacías.

―Prométeme que nunca me dejaras. ― Suspire con pesadez y con dolor.

―Lo prometo. ― Respondí tratando de convencerme que así tenía que ser.

Pero lo cierto es que en ese momento yo ya estaba metido hasta el cuello, ya estaba mi corazón en otra parte... Ya estaba con alguien más.

―Krist, en este tiempo que hemos pasado te he tomado mucho aprecio. ― No me atreví a decirle amor.

―Me pasa lo mimo Singto, eres una gran persona y un buen amigo. ― Amigo, esa palabra no me gustaba del todo.

―Espero que los rumores que salieron no afecten tu vida privada. ― No sabía si tenía pareja.

―No te preocupes, no me afecta. ¿Y a ti?

―Realmente he aprendido a vivir con ello, no tengo ningún problema. ― Contesté.

―Qué alivio.

―¿Tienes hambre? Podemos pedir algo y comer juntos.

―¿No tienes planes?

―Ninguno. ― Tal vez solo comer con mi esposa.

―Pidamos algo entonces. ― Aceptaba emocionado por la comida.

Compartir comida con él era de mis cosas favoritas, esos momentos eran íntimos y hermosos. Hablábamos, comíamos, reíamos y hasta compartíamos comida.

―Prueba esto. ― Le decía yo. ― Te encantará. ― Él abría la boca y le daba la cuchara en modo de avioncito.

―¡Es exquisito! ― Sus ojos brillaban y con su propia cuchara tomaba más de mi plato, me gustaba esa confianza que teníamos.

―¿Verdad que sí? ― Sonreía satisfecho.

―También amaras este. ― Él me daba el bocado, los dos teníamos buen gusto en la comida.

―Si engordo será por tu culpa Krist. ― Bromeaba. ― Dame más.

Comidas compartidas, risas, bromas. Algo que nunca hice y he hecho con Maya, con ella cada quien su plato, platicábamos de amigos y de cosas de nuestro ambiente lleno de cámaras, cosas aburridas.

No me gustaba mucho eso, jamás me había gustado, pero tampoco podía cambiarla y esas platicas le gustaban.

―... Y mi amiga Jessi dijo que consiguió la pasarela del evento más grande de Tokyo. ― Comentaba Maya.

―Tú ya has estado ahí.

―Sí, es una experiencia única.

Continuábamos comiendo, en silencio, concentrados en nuestros platillos, le faltaba color a nuestra vida.

Con Krist no faltaba nada... Nada. Éramos perfectos juntos y ella lo sabía. Yo lo sabía, nuestros corazones lo sabían.

―Quedo maravilloso. ― Sus ojos brillaban de emoción.

―Hicimos un buen trabajo.

―Como siempre Singto. ― Me sonrió y yo a él.

Trabajamos meses juntos, haciendo diseño tras diseño, a veces a la hora de la comida se nos venían ideas a la mente y nos poníamos a dibujar ahí mismo, pensábamos igual, teníamos una conexión magnifica y eso llenaba mi alma.

Cada día que pasaba y estaba con él sentía como mi corazón se llenaba de vida, como latía por vida propia, no de manera mecánica... Él me hacía sentir vivo, sentir que solo existíamos él y yo.

En un principio me había prometido que solo lo vería como mi amor platónico, como un amor en secreto, pensé que podría vivir así, pero me fui dando cuenta de que no podía ser así...

Ya no podía ocultarlo más.

Lo amaba.

Y tenía que decírselo, él lo tenía que saber, tenía que sacarme todos esos sentimientos que empezaban a asfixiarme.

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