《SIN SECRETOS- CYNTHIA RYTLEDGE》Capítulo 5
Advertisement
Trish colgó el teléfono. Era como un sueño. El día anterior, el First Commerce le había dicho que tendría que esperar varias semanas. Y ahora la llamaba el Jefe de Recursos Humanos ofreciéndole el trabajo, y encima, en sábado. Se preguntó durante un instante si Jack habite intervenido, pero lo descartó inmediatamente. Habían hablado la noche anterior y no habría tenido tiempo de hacerlo. El puesto cumplía todas sus expectativas y más. Y lo mejor de todo era que querían que comenzase enseguida. El lunes se tenía que presentar.
Ello le dejaba el fin de semana para acabar de organizar la casa, cocinar dos o tres cenas para dejarlas congeladas y... encontrar una canguro para Tommy. Se lo hizo nudo en el estómago.
¿Y si no encontraba a nadie? ¿Qué haría? Intentó calmarse. Seguro que habría montones de adolescentes que querrían ganarse un dinerillo cuidando niños. Lo importante era encontrar la adecuada. Y tendría que comenzar enseguida.
Trish fue hacia el teléfono y marcó el número de Samantha, cruzando los dedos. Media hora más tarde; lanzó un suspiro exasperado. ¿Es que todo el mundo se había ido al partido? Tommy le había comentado que el partido de béisbol entre los ex alumnos y los alumnos del último cuso del instituto era un gran acontecimiento, pero hasta aquel momento no se había dado cuenta de la importancia que tenía.
Miró la hora. El partido ya estaría terminando. Si iba a la cancha, seguro que se lo podría pedir en persona a Samantha, y si no, al menos se encontraría con Tommy, que se había ido a ver el partido con Matt y su familia. Sin perder las esperanzas de conseguir una canguro antes de que acabase el día, Trish se dirigió a la puerta.
Las gradas estaban llenas y ambos equipos seguían jugando cuando Trish llegó a la cancha de béisbol. Vio a Samantha y sus amigas flirteando con un par de jugadores y decidió que quizá aquel no sería el mejor momento para aproximarse a ellas. Aunque no era una fanática de los deportes, decidió esperar mirando el partido. Se hizo sombra con la mano en los ojos y miró las gradas, localizando finalmente un asiento vacío hacia la mitad.
Comenzó a subir los escalones, sin prestar atención a las miradas de curiosidad. Aunque llevaba un mes en Lynnwood, no había salido demasiado. No se consideraba una cobarde, pero le resultaba embarazoso encontrarse con gente que conocía de antes y que no la reconocía. Y cuando lo hacían, a veces deseaba que no lo hiciesen.
La señora Russel, la cajera de A&P, usa mujer delgada, le había anunciado a medio supermercado que «aquella muchacha era realmente gorda, y que mirasen el cambio». El cajero del banco dijo que era imposible que Trish fuese la nieta de la señora Watson, porque aquella niña era «decididamente obesa y nada bonita».
Quizá eso tendría que hacerla disfrutar de la nueva situación, pero no era así. La avergonzaba pensar lo que todos habrían estado pensando y diciendo a sus espaldas.
Trish oyó las palabras de Jack como si hubiese sido el día anterior y las risotadas de sus amigos.
—Como si a mí me interesase tener algo que ver con ella. El corazón se te encogió al recordarlo.
El ruido de un bate contra la pelota la sacó de su ensueño. La multitud se puso de pie y vitoreó el tanto. Trish se dio la vuelta a tiempo para ver a Jack acabar de dar la vuelta al diamante. Sus compañeros lo rodearon.
Trish movió la cabeza mientras seguía subiendo. ¿Cómo lograba hacerlo? Su home run había hecho que su equipo se adelantase en el marcador. Era el hombre del momento. Nuevamente.
Advertisement
Siempre había sido popular, leyó el discurso en nombre de los alumnos cuando acabaron el instituto, fue el presidente del último curso, también jugaba al fútbol... Trish lanzó un profundo suspiro, se sentó al final de la grada y sonrió a la niñita que tenía al lado.
—¿Cómo estás?—le preguntó.
—Tengo tres —dijo la niña, levantando tres dedos con orgullo.
—Kaela, la señora no te ha preguntado cuántos años tienes —la corrigió con cariño su madre—, sino cómo estás. Dile: «Bien».
La niña inclinó la cabeza y retorció tímidamente un botón de su camisa de un brillante color anaranjado.
—Bien —dijo.
Trish le sonrió y volvió la mirada hacia la madre de la niña. Mirándola con más detenimiento, se dio cuenta de que la conocía. Rápidamente retiró la mirada, pero no coa suficiente rapidez.
—¿No fuimos a la escuela juntas? —dijo la madre—. Soy Missy Campbell. Mi apellido de soltera era Andrews, Missy Andrews. ¿Recuerdas?
¿Cómo no iba a recordarlo?
Un cuchillo se le retorció en el pecho a Trish. Popular y rodeada siempre de amigos, Missy Andrews representaba todo lo que Trish hubiese deseado ser.
—¿Y tú eras...?
—Patty Bradley —dijo Trish, sintiendo que tenía diecisiete años y era gorda y patosa otra vez.
Le dio rabia que la inseguridad la hubiese hecho dudar con las palabras y decir sin pensar su antiguo nombre.
—La vecina de Jack Krieger —sonrió Missy, asintiendo con la cabeza—. Me parecía que eras tú, pero no estaba segura. Estás tan diferente...
—Bueno, han pasado diez años —dijo Trish, restándote importancia.
—Estás fabulosa —dijo Missy—. Totalmente distinta de la Patty que recuerdo.
—Ahora prefiero que me llamen Trish —forzó una sonrisa.
—Estupendo —dijo Missy con una cabezadita de aprobación—. Te queda bien. Yo también estoy pensando dejar el apodo. Aunque todavía me faltan un par de años para llegar a los treinta, no me veo con treinta años y llamándome Missy.
—Yo me lo cambié al acabar el instituto —dijo Trish—. Cuando vivía en la capital, todos me conocían por Trish, pero aquí todo el mundo insiste en llamarse Patty.
—Dales tiempo —dijo Missy—. Ya se acostumbrarán. Por cierto, ¿cuánto tiempo llevas en Lynnwood? Me sorprende no haberme cruzado contigo hasta ahora.
—Llevamos aquí poco menos de un mes —dijo Trish.
—¿A tu esposo lo trasladaron aquí? —preguntó. Missy con lo que parecía genuino interés.
—No, en realidad se trata de mi hijo y de mí. Hace tiempo que es así—dijo Trish.
Aunque llevaba años diciéndole a la gente que se había casado al acabar el instituto, se había que dado embarazada y luego divorciado, por algún motivo no pudo volver a decir la vieja mentira una vez más.
—También nosotras somos dos. Kaela y yo —dijo Missy, despeinando los rizos de su niña con la mano—. Derek y yo nos separamos definitivamente el año pasado. Habíamos estado viviendo en Kansas City, aunque después de la ruptura decidí volverme al pueblo. No estaba segura de si saldría bien, pero Jack y mis viejos amigos me han ayudado mucho.
—¿ Jack? —dijo Trish, coa la garganta agarrotada.
—Jack Krieger —dijo Mtssy—. Sé que vosotros no erais demasiado amigos; pero no dirás que no lo recuerdas.
—¿Recordar a quién? —dijo una voz grave junto a Trish, haciéndole darse la vuelta—. Hola, Trish —dijo Jack en voz baja, y sus ojos se cruzaron con los de ella antes de que los hombros desnudos atrajeran su mirada. La piel de Trish se encendió.
—Tío Jack —exclamé Kaela corriendo a abrazar las rodillas de Jack.
—Hola, princesa —dijo Jack, levantándola en sus brazos—. Pareces una calabaza con esa ropa.
Advertisement
La niñita lanzó una alegre carcajada y Trish no pudo evitar sonreír.
—Se ha portado muy bien —dijo Missy, mirando a Jack con una cálida sonrisa—. Las dos gritamos cuando hiciste el home run. Si estuviese todavía en el instituto, me levantaría y dirigiría a las animadoras para que te vitoreasen.
Trish sintió arcadas. Y pensar que durante un momento había pensado que Missy estaba cambiada. Se puso de pie.
—Será mejor que me vaya. Como comienzo a trabajar el lunes, no me queda demasiado tiempo para organizarme, incluyendo la búsqueda de una canguro.
Jack le lanzó una mirada interrogante y luego comprendió.
—Has conseguido el empleo.
Usa sonrisa iluminó las facciones de Trish, a pesar de que hizo todo lo posible por reprimirla.
—El Jefe de Recursos Humanos del First Commerce me ha llamado esta mañana.
—Enhorabuena —dijo Jack—. Es estupendo. Sabía que todo saldría bien.
—Sí, felicitaciones —lo coreó Missy, poniéndose de pie. Se acercó a él y se colgó de su brazo—. ¿Estás listo para el picnic? Kaela y yo estamos que nos morimos de hambre.
Aunque Jack no se separó de ella, la mirada confundida que le dirigió a Missy indicó que él no sabía cómo interpretar su comportamiento posesivo. Pero Trish sí que advirtió que Missy estaba marcando su territorio e indicándole a ella que se retirase.
Casi te dio un ataque de risa al pensaren Missy Andrews sintiéndose celosa de ella. Si alguien tenía que sentirse celosa, era Trish. Pero no lo estaba, porque los celos implicarían que ella quería a Jack Krieger. Y ella no lo quería. En su vida, no. Y mucho menos en su corazón.
Jack esperó hasta que Missy y Kaela estuviesen seguras dentro de la casa para irse. Aunque Lynnwood era una comunidad sin problemas de seguridad, Missy estaba segura de que su ex marido la había seguido mientras hacía compras en Kansas City durante el fin de semana. Desde entonces tenía miedo. Cuando Missy le pidió que entrase, él casi accedió, hasta ver el brillo de sus ojos y darse cuenta de que su invitación tenía mucho más que ver con la soledad que con el miedo a su ex marido.
Al igual que él, Missy sabía que no estaba preparada para una nueva relación. Y, aunque ella lo estuviese, Jack no tenía interés en ello. Era una buena amiga y él adoraba a su hijita, pero hacía rato que se había extinguido el fuego que una vez hubo entre ellos.
Su hermana le decía que era muy exigente y que si quería una familia grande, como siempre decía, sería mejor que se pusiese a ello. Pero para Julie era fácil opinar. Desde el instituto sabía que Dan Cullen era el hombre para ella. Se había casado con él cuando todavía ambos iban a la universidad y seguían juntos desde entonces. Jack quería aquel mismo tipo de amor, y si para ello tenía que ser exigente, pues prefería serio. Desde luego que no se iba a preocupar por ello. Había cosas mucho más importantes por las que preocuparse.
Recordó la alegría de Trish con su nuevo trabajo.
No tenía que olvidarse de agradecerle su ayuda al amigo de su abuelo. Trish necesitaba que le diesen un respiro. Aunque ella no había hecho ningún comentario al respecto, Jack sabía que la pérdida de su trabajo en la capital le había hecho perder
la confianza en sí misma. Tener nuevamente trabajo era un paso para lograr recuperarla.
Lo siguiente era conseguirle la canguro. Cuando le había mencionado el nuevo trabajo de Trish a su hermana, Julie le había dicho que la mayoría de las niñas de instituto que cuidaban niños estaban comprometidas con meses de antelación.
Jack se detuvo en una luz roja y decidió que le daría tiempo hasta el día siguiente para encontrar una. Si no lo lograba, tendría que ver qué podría hacer para ayudarla, tanto si le gustaba a ella como sino.
—¿Por qué tenemos que ir a la iglesia? —dijo Tommy, ajustándose la corbata—.
¿No podemos ir solo a comer fuera?
—Iremos a comer fuera después de ir a la iglesia —dijo Trish, mirándose el espejo retrovisor y quitándose una mancha de carmín de la mejilla—. Además, ya estamos aquí.
—Apuesto a que tu madre no te obligaba a ir a la iglesia cuando tenías mi edad.
—Pues lo cierto es que a mí me gustaba ir a la iglesia—dijo Trish.
Era un poquito mayor que Tommy cuando ella y su madre se mudaron a la casa de su abuela. Y lo que había dicho era verdad. Todas las semanas iba a la iglesia a rezar por la recuperación de su madre del cáncer que la aquejaba y por el retorno de su padre. Incluso después de la muerte de su madre, Trish siguió rezando. Hasta que su abuela le dijo que su padre se había vuelto a casar y marchado a California.
Con su nueva esposa. Sin su hija.
Trish no volvió a pisar una iglesia hasta que se encontró sola y embarazada, sin dónde ir. Con el correr del tiempo había llegado a la conclusión de que todo sucede por un motivo. Porque se había mudado a Lynnwood, había conocido a Jack. Debido a Jack había tenido a Tommy.
—Te quiero mucho —dijo abruptamente, sonriendo a su hijo.
—Pero ma —dijo Tommy abriendo la puerta del coche, pero luego la cerró nuevamente para añadir—: Vale que me digas esas cosas en casa, pero no lo hagas cuando estemos con otros que te puedan oír, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, te lo prometo —dijo Trish, lanzando un suspiro dramático—.
Pero al menos dime que tú también me quieres.
—¡Pero ma! —se volvió a Tommy, haciendo un gesto de exasperación con los
ojos.
—O quizá tendría que abrir la puerta —dijo Trish, haciendo el gesto—. Así
todos podrán oírlo.
—Te quiero —le dijo Tomaty de carretilla, poniéndose rojo como un tomate—
.— Ya está, ¿de acuerdo?
—Perfecto —dijo Trish, esbozando una amplia sonrisa—. Entremos.
Por el bien de Tommy, Trish intentó demostrar confianza, pero la preocupaba cómo reaccionaría la pequeña comunidad ante su retorno después de tanto tiempo.
Sin embargo, en cuanto vio al pastor Williams todos sus temores se esfumaron, ya que él sonrió cálidamente y en vez de estrecharle la mano que ella le tendió la envolvió en un cariñoso abrazo.
—Patty Bradley —te dijo, sujetándola por los hombros mientras se alejaba pata mirarla mejor—, qué alegría verte. Bienvenida.
A Trish se le llenaron los ojos de lágrimas ante la sincera recepción.
—Y este ha de ser m hijo—dijo el ministro, mirando a Tommy—. Tu abuela me hablaba mucho de ti.
—¿Sí? —dijo Tommy y una expresión de inquietud le cruzó el rostro—. ¿Qué decía?
—Me dijo que te gustaban los deportes —dijo el pastor Williams con los ojos chispeantes—. Tenemos una liga de baloncesto que entrena en el centro recreativo los jueves por la noche. Nos encantaría que vinieses.
—No lo sé —dijo Tommy con timidez.
—Al equipo de Matt Cullen le vendría bien otro jugador. Tommy levantó la cabeza de golpe.
—¿Matt viene a esto iglesia?
—Sí —dijo el pastor, haciendo un gesto hacia el altar—. Está sentado con su familia por la mitad de la iglesia, a la derecha.
—Iré a saludarlo —decidió Tommy, entusiasmado, y se marchó sin despedirse siquiera.
—Es un muchacho estupendo, Patty.
—¡Soy muy afortunada —dijo Trish, sin molestarse en corregirlo. Tenía la sensación de que siempre sería Patty para él. Y, lo cierto era que no le importaba.
—Hubo una época en que no te sentías así.
—Ya lo sé. Pero he crecido desde entonces —replicó Trish, para añadir un poco incómoda—: Espero que comprenda por qué no vine al funeral de mi abuela. Quería hacerlo, pero Tommy y yo teníamos los dos la gripe...
—No es necesario que te justifiques —dijo él. Estoy seguro de que habrías venido si hubieses podido.
—Fue una muerte tan repentina —dijo Trish. A veces le costaba creer que su abuela hubiese muerto—. Cuando fue a visitamos el verano pasado estaba estupenda.
—Nadie supo la gravedad de su mal hasta que ya era demasiado tarde.
—La quería tanto —dijo Trisa.
—Eras la luz de su vida.
—Le agradezco que me lo diga, pero... —titubeó Trish.
—Pero ¿qué?
—Sé que mi abuela me quería —dijo Trish—, pero también sé que fui su gran decepción. Nunca logré ser lo guapa, delgada o popular que ella hubiese deseado.
—Tu abuela quería que fueses feliz. Lo que sucede es que a veces te presionaba demasiado —dijo el ministro, con expresión compasiva.
—Hizo lo que pudo —replicó Trish con sencillez.
—Me alegra que estés de vuelta. Cualquier cosa que necesites...
—Ya sé a quién recurrir —sonrió Trish—. Ahora, será mejor que me siente y le deje hacer su trabajo.
Aunque Trish hubiese preferido más atrás, Tommy ya se había sentado junto a Matt. A regañadientes se dirigió hacia él, sintiendo las miradas de curiosidad de la gente.
—Te he guardado sitio, ma —dijo Tommy, poniendo la mano sobre el asiento—
. Aquí.
Trish tomó asiento y sonrió con cortesía a los padres de Matt. El organista acababa de tocar los primeros acordes cuando alguien le dio un golpecito en el hombro.
—¿Queda sitio para uno más?
Se dio la vuelta. Jack se encontraba de pie a su lado, con aspecto de empresario elegante, de traje azul marino y corbata.
Tommy respondió antes de que tuviese oportunidad de decir que no.
—Por supuesto, hay mucho sitio.
El clan Cullen al completo se deslizó obedientemente por el banco y Trish no tuvo más remedio que hacer lo propio. Por desgracia, «mucho sitio» era una exageración. El espacio era apenas suficiente para un niño, y mucho menos para un hombre adulto. Cuando Jack se sentó, Trish quedó comprimida entre él y su hijo. No había estado tan cerca de Jack desde la noche en el armario.
La tripa se te puso como un flan con solo recordarlo. Gracias a Dios, cuando tomó el libro de himnos para cantar, no te temblaban los dedos. Al menos, hasta que él se inclinó hacia ella.
—Tienes un perfume delicioso
Trish le lanzó una mirada de censura. La sonrisa de Jack se hizo más amplia. Ella miró hacia adelante.
Él le dio un ligero codazo.
—¿No vas a cantar? —te preguntó.
Su tono era bromista, y ella sabía que tendría que haber respondido con una broma, pero no pudo. Miró el libro. Era una situación muy íntima. El hecho de estar sentada junto a él en la iglesia, compartiendo el libro de cánticos; con su hijo al lado y la familia de él cerca.
Sintió que algo le oprimía el corazón. Aquella era la vida que había deseado, por la que había rezado todos aquellos años. Pero no era real, porque el hombre junto a ella no era quien aparentaba ser.
Si ella nunca hubiese oído la conversación entre él y sus amigos, podría haber seguido besando el suelo que él pisaba, pero el velo se te había caído de los ojos la noche del baile de graduación. Había aprendido lo que sucedía cuando el amor era ciego.
Trish miró por el rabillo del ojo al hombre que se sentaba a su lado. Por más encantador y atractivo que fuese, por más que se sintiese tentada a ello, había decidido que nunca más permitiría que le volviesen a hacer daño.
Advertisement
DeLuca's Home for Mentally Disturbed Boys (BxB Fantasy Polyamory)
*Unedited*-"If you have a son who believes he's a unicorn, a dragon, a werewolf, or even a faerie, and you don't know what to do with him...Then you need to send him to DeLuca's Home for Mentally Disturbed Boys. Call the number below if you wish to draw an application form. If you are accepted, your son will be safely in this home within twenty-four hours. - Alexandre DeLucaHeadmaster of the Home (No girls allowed.)" ----When I saw that flyer on my mom's countertop, I realized that she was serious. And I realized I had no way to tell her that I really did have a pair of ears on top of my head, and I really did have a fluffy tail. My mom had never believed me. Never, not even when I was a little kid. It was like only I could see them. I loved my add-ons, even if no one else believed me. Now, fifteen years after my discovery of them at age three, and my inability to be smart enough to get into college or my lack of social acceptance to allow me to have a job, my mom couldn't take it anymore despite the fact that I cook the meals and clean the house for her. She promised to throw me out, so I guess technically she has already done so by tossing my things at me, giving me an address to my new home and just enough money for a cab to take me there, and then slamming the door in my face. At least I won't be living on the streets.-____-Includes major triggers:RapeSexual assaultChild abuseAbuse (in general)Mentions of suicide attemptsFamily love (aka consensual incest)(Most of the darker stuff is because of the characters' pasts. Please pay attention when reading, otherwise you might miss some important keys in the story). ALSO, THIS IS NOT AN INSTITUTION/BOARDING SCHOOL NOVEL! Please don't label it as such. It does not fit in that category. _____The cover has been drawn by me, WingedKelpie. Please don't take it. That's just not cool. 3:
7.06 13580Alpha - Hell Rider's MC #2 -
~Updating every other Tuesday~ First book: Ripper - Hell Rider's MC #1 -~Note: Cannot be read as a stand alone book ~Bryan "Alpha" Taylor has had it rough in life. He found love early on, but that shattered around him the moment his old lady left. And finding out that he had a daughter who had been abused by said old lady, took a bigger toll on his mentality than what he showed others. And at the age of 43, he's losing hope of ever finding a special someone again. Scarlett Johnson is a fighter. Tossed out of her house at 15 by her parents, she was homeless until she found someone who was willing to take her in. Now, at the age of 35, her past is coming back to haunt her. The police won't interfere, and she needs somewhere to hide. What happens when her brother tells her about a motorcycle club he's in? Could the two save each other, before it's too late? WARNING: THIS BOOK WILL CONTAIN VIOLENCE, TALKS OF SEX, ABUSE, AND TORTURE. *Please do not judge the book too harshly based off of the description. I'm awful at writing them*
8 340My Mate Is A Vampire King ✓
Valentina used to be the Alpha's daughter but her father died in combat with his Beta and now he's the Alpha. Her mother and herself are now the lowest rank of the Blackclaw Pack. The Alpha treats them like dirt and the rest of the Pack follows right behind him. One night the Pack is attacked by Vampires and mostly everyone is captured while the rest is slaughtered. The ones captured will be sold as Blood Slaves to the Vampires. Valentina is one of those. She's takes to the market where she's going to be sold to the highest bidder. Yet she would never have guessed that the highest bidder would her mate. A blood sucking Vampire King.#1 in servant 18 of April 2020
8 339as it was | stu macher
(stu x fem reader!)❝you know it's not the sameas it was❞
8 205The Gang Leader
"What are you doing on my territory?!" He snarled in my face in anger."I don't see your name anywhere" I say looking around.------------------------------------------- Cecilia Adams Was walking down the dark streets of London, after that long, hard shift at Sainsbury's, meeting Reece Dennings was the last thing on her mind. All she wanted was to go home, and sleep. But nooooooo she had to run into the gang leader of one of London's biggest gang. One encounter leads to another.9th in teen fiction (highest rank)BE WARNED THIS BOOK IS REALLY CHEESY!!!!Cover By : LUCIJA1409
8 194PHAT 2
-Terra has changed completely. She isn't the same shy-caring girl she was back then. With Rari behind bars, she became the definition of a "ride-or-die chick". Would Terra loose everything she worked so hard for trying to hold Rari down ?
8 262