《La Mafia: Una Mentira Para Una Traición [Español]》Cap: 5

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—Sí, Jefe —Dijeron ambas.

Él miró a las personas que estaban en la habitación y con un movimiento de cabeza, entendieron que debían dejarlo a solas con las chicas, por lo que, tanto Luciano como la otra persona salieron sin decir nada más.

Cuando se encontraron solo ellas dos fue Ignacia quien acercó el sobre y lo abrió mostrando las fotografías, rodeó la mesa, aunque no era necesario, y se posicionó a un lado del Jefe.

—Mira aquí en está foto. —Mostró a un hombre con lentes—. Tiene un tatuaje en el cuello, a simple vista no se podría saber cual es, pero si lo ve detenidamente apostaría que es de la Elecma, lo tendremos rastreado en estos días y cuando tengamos resultado te diremos.

—Te diremos. —Interrumpió el Jefe resaltando la palabra y miró a Ignacia—. ¿Qué te he dicho? Dime, Le diremos, háblame con respeto.

Ella se silencio unos segundos para después bufar.

—Como seguía diciendo, tú. —Recalcó y lo miró a los ojos—. Tienes que tener en cuenta las cámaras de seguridad cuando vayan a una misión. —El Jefe iba a decir algo pero ella no lo dejó—. Todas las cámaras sin excepción, en está otra foto se puede ver la cara de Dimitri. —Apuntó la fotografía que habían visto en la oficina.

—Estábamos seguros del perímetro. Octavio se encarga de eso, ve a decírselo a él.

—Y tu eres el Jefe, pero no té fijaste bien y té equivocaste, y ahora en las Brigadas conocen el rostro de uno de nosotros.

Él mostró enfado y diversión al mismo tiempo en sus ojos, fueron unos escasos segundos hasta que volvieron a ser los mismos de siempre, que no mostraban nada, ambos solían relacionarse así desde que se conocieron, ella era obstinada y solo lo trataba con respeto cuando estaban todos presentes. Y él, él era un caso especial. Era el Jefe.

—Tu no mandas Nacha, yo soy el Jefe.

—Nadie dijo que lo estoy mandando, como podría hacer algo así Jefe. —Habló con sarcasmo—. Solo le estoy dando mi opinión. —Luego de eso ambos se miraron y ella sonrió, esperando que él le respondiera la sonrisa, pero como siempre eso nunca sucedió. Nunca pasaba.

En todo momento Dominic los observaba de lejos reprimiendo una sonrisa, siempre era igual y siempre debía actuar como una estatua, que no ve y no escucha. Aunque siempre sacaba provecho.

Ignacia rompió el contacto visual cuando la incomodidad fue demasiada, por lo que, retrocedió y se dirigió a su compañera.

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—Bueno tú eso era todo, si pasa algo nosotras te diremos. —Agarró a Dominic del brazo y se la llevó hacia la puerta, escapando—. Bye, bye.

Ya afuera, Ignacia dejó salir todo el aire que había retenido por los nervios, y miró a Dominic que solo sonrió.

—Ya, suéltame, Nacha...

Ella sólo bufó y rodó los ojos.

—No me llamó Nacha.

—Pero si dejas que el Jefe te diga así. —Movía sus cejas mientras lo decía.

Ignacia sólo la ignoró y dio la vuelta por el pasillo encontrándose con la persona que antes estaba detrás del Jefe.

—Vladimir. —Sonrió mirando de reojo a Dominic—. Hola.

Él las observó un momento y pasó a un lado de ellas.

—Hola. —Respondió secamente.

Dominic se cruzó en su camino y también lo saludo, pero Vladimir sólo siguió su camino y la ignoró.

—Cuando una persona te saluda uno tiene que responder adecuadamente. ¡No hacer como que no la viste! —Levantó la voz, pero pronto Octavio la miró haciendo un gesto para que no lo volviera a hacer, lo cual Dominic solo rodó los ojos.

Él sólo levantó una ceja y no le contestó, lanzando un claro te voy a disparar con su mirada, como siempre que se tapaban, aunque miraba a todos así, y nunca le respondía, sólo lo hacía cuando era realmente necesario y ahora no lo era, por lo que solo abrió la puerta de donde ellas venían y desapareció.

—Es un maleducado… —Dominic sin admitirlo le divertía la situación y cuando se quedaron en el pasillo con Octavio mirándolas, otra vez, se contuvo de sonreír y se fue con Ignacia hasta la salida.

[...]

Dentro de la habitación, Vladimir vio curioso el maletín que Luciano había traído, después al Jefe, y luego de unos segundos dudando se paró en frente con decisión.

—¿Por qué no se los dijo, ya sabe, lo de la misión que me encargó esta mañana? ¿Y por qué no les dijo que había en el maletín?

—Esto es algo que solo te puedo confiar a ti. A ti y a los otros chicos. —El Jefe respondió solo a la primera pregunta y cambió su expresión y sus ojos se volvieron aún más negros, esta vez no se perdió ninguna expresión que paso por el rostro de Vladimir.

—Pero ellas podrían ser de gran ayuda y...

—No. —La voz del Jefe retumba por toda la habitación, hubo una pausa en la que se levantó de la silla y se acercó a Vladimir—. Está tarea solo la puedes hacer tú. —Muchas palabras no se decían en voz alta, pero con solo una mirada Vladimir supo distinguir de lo que hablaba—. No hay nadie más, por lo que necesito saber si es que estás seguro de esto.

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—Sí, Jefe.

—No va a haber vuelta atrás.

—Lo sé.

[...]

Ya afuera, ambas volvieron al Audi y decidieron volver una última vez a la Brigada, más que nada para poder, por fin, examinar la sangre, eran poco más de las tres de la tarde, pero ya sabían lo que les esperaba, después de todo Luciano si había escapado.

Al llegar allí, se adentraron por las puertas automáticas y lo que vieron fue algo que debían esperar; Era un completo caos, el personal y los agentes de policía iban de allá para acá ajetreados y apurados, ambas se miraron y pensaron exactamente lo mismo, era hora de actuar. O fingir. Es lo mismo al final.

—¿Qué es lo que está pasando? —Cuestiono Dominic dirigiéndose a la recepción a unos pasos, seguida de Ignacia sin expresión que examinaba con tranquilidad el lugar.

—El hombre que habían capturado en la mañana desapareció poco después de las once treinta, no sabemos qué pasó. —La chica estaba nerviosa se notaba en el temblor de su voz—. Revisaron las cámaras de seguridad y nada, el Jefe está furioso, no saben que suced...

—¡Ignacia, Dominic! ¡Vengan aquí ahora mismo!

La interrumpieron, ambas vieron de donde provenía la voz y miraron hacia arriba, el Jefe Sokolov estaba apoyado en la barandilla, se veía enojado y era entendible, les apuntó una oficina y ambas asintieron.

Cuando llegaron hasta la sala de reuniones en el segundo piso y entraron, estaban casi todos sus compañeros hablando entre sí, no había suficiente lugar para sentarse, por lo que, se quedaron de pie a un lado de la entrada. La puerta siendo azotada acabó con todo el bullicio, y todos miraron hacia el frente donde yacía el Jefe Sokolov sumamente enojado.

—Quiero que me digan que fue lo que pasó. —Su voz era controlada, pero su postura solo mostraba la molestia que sentía.

—Cuando llegamos de la operación fui a decirle lo que había sucedido. —Dijo Hano, a un lado de las chicas.

—Yo fui el encargado de dejar al acusado en la sala de interrogatorios después, no había mucho personal a esa hora. —Habló Lucas que traía la misma ropa que en la mañana, quizás un poco más arrugada, se veía más cansado, y su rostro lo delataba—. Esperé un poco hasta que llegaron las chicas y me dijeron que me fuera, ya que estaban a cargo...

Todos los ojos de la sala se dirigieron a Ignacia y Dominic al frente, que entendieron todo.

—Nosotras intentamos hablar con él. —Dominic intentaba mostrarse segura, pero ser el centro de atención la ponía nerviosa—. Pero no quiso cooperar así que...

—¡No me interesa! —Sokolov perdió la compostura—. ¡Las cámaras muestran exactamente eso, lo que quiero saber es cómo escapó! —Nadie dijo nada por unos segundos, hasta que él miró intensamente a las chicas antes de suspirar pasando sus manos por su rostro, completamente frustrado—. ¿Qué pasó después de que se fueran del interrogatorio? —Espetó resignado.

—Fuimos a nuestra oficina y estuvimos viendo las fotos, hasta que encontramos algo y decidimos ir al laboratorio, allí Abigail nos ayud...

—¿Es cierto eso? —Preguntó mirando a Abigail que estaba apoyada a un costado de la sala.

—Si es verdad, llegó Ignacia y un minuto después Dominic.

—¿Por qué? —Cuestionó a la nombrada.

—Yo me quedé un poco atrás porque quería hacerme un café, pero después me arrepentí. —Respondió temerosa, pero otra vez sin demostrarlo.

—Casualmente el individuo se escapa y tú decidiste ir por un café.

—Yo no sabía lo juro, no estuve ni un solo minuto y después me devolví, además me encontré con León en el pasillo. —Intentó convencerlo, mientras Sokolov veía como él asentía.

—Señor... Es verdad, y yo no vi nada sospechoso.

—¿Alguien vio algo? —Todos negaron—. Bien, porque el mafioso se escabulló y las malditas cámaras de seguridad estaban apagadas y las que sí funcionaban no se ve nada. —Frotó sus manos en su rostro y apretó los dientes—. Solo había dos opciones, él tuvo suerte y logró de alguna manera sacarse las esposas y pasar por todo el lugar sin ser visto. —Dejo la oración al aire antes de decir lo siguiente—. O alguien lo ayudó y le proporcionó los puntos ciegos y las salidas de escape.

Nadie dijo nada por unos minutos ya que sabían exactamente lo que eso significaba, había un espía entre ellos, alguien era de los dos bandos y si eso era cierto y la segunda opción resultaba ser la verdad, no se podía confiar en nadie.

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