《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 33.2 - Un portal de algún lugar desconocido

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La luz del día ofreció una nueva visión de las montañas. La temperatura no tuvo muchos cambios, siendo tan fría como la que encontraron al salir de los túneles, aunque no ponían en duda que aumentaría en un par de horas. Tras recoger su campamento después de desayunar, justo cuando aún quedaba algo para el amanecer, poco a poco fueron rememorando lo diminutos que se sintieron al volar desde Kiyeira.

No conocerían todo lo que Everground ocultaba, o no al menos por el momento, pero allí abajo vieron unas montañas gemelas, tan colosales que ninguno de ellos podría crecer para equipararse a ellas. El sol iluminaba los tonos grises y marrones de la tierra, ofreciendo un conjunto de lo más impactante. Una pena que las zonas de más altura se perdieran ante su vista.

—No estarás pensando en escalarlo, ¿verdad? —dijo Blanche en una de las ocasiones donde le pilló mirando las montañas.

—El tiempo está en nuestra contra, ¿recuerdas? —dijo Finnian.

Todos lo sabían, y aunque en ocasiones se tomaban la libertad de descansar, algo tan necesario como su misión, no estaban viajando por meras vacaciones. Por eso mismo continuaron sin mirar atrás, siguiendo el camino principal hasta encontrar, poco más de una hora después, un complejo de madera. Muros, puertas, barricadas y torres, todos construidos con madera. Debió de formar parte del puesto de vigilancia para asegurar la protección de Kiyeira. Sin embargo, la influencia de Cinder y los problemas con las nagas hicieron que lugares así lo aprovecharan otro tipo de elthean menos amigables.

—¿Quién podría vivir aquí, sabiendo lo que hay abajo? —dijo Blanche.

—A los bandidos les dará igual, siempre y cuando no se entrometan con el territorio de Ethereal —dijo Leith.

—Por eso muchos deciden bordear las montañas en lugar de atravesarlas. Prefieren invertir más tiempo de viaje que arriesgarse a ser capturados, o peor —dijo Aer.

Fuera por las serpientes o bandidos, los resultados no eran de lo más alentadores. Sin embargo, Nero no tardó en avisarles que no debían de preocuparse por algo así, pues estaba vacío. O al menos, esa era la impresión que daba. Por la tierra no eran capaces de percibir cambios, ni movimiento de alguien que viviera allí. No había hechizos de protección, ni alarmas de ningún tipo que se convirtieran en una molestia. Estaba abandonado, con todas sus letras.

—Parece que se fueron sin preocuparse por nada más —dijo Rune, observando atenta su alrededor.

—Aunque se llevaron cualquier cosa de valor, tontos no eran —dijo Aer.

¿Desde cuándo habría estado abandonado aquel lugar? ¿Otra de las mentiras de Cinder? Caminar por allí, no deteniéndose, era lo único que podían hacer, aunque eso no les quitaba un malestar desde que encontraron dicho emplazamiento. La desolación e intensidad de los últimos días no les abandonaban, ni siquiera en un lugar donde no hubiera nadie. ¿O si?

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—¿Qué es esa cosa? —masculló Blanche.

Porque a poca distancia, justo delante de ellos y por donde pensaban ir, encontraron un portal abierto. Era como un círculo de oscuridad, poco más grande que ellos que perturbaba su entorno.

Un cambio en el aire llamó la atención de sus compañeros, quienes mantuvieron la posición mientras encontraban el origen de lo que fuera que captaban. Porque no estaban solos, aunque sus sentidos normales les indicaran lo contrario.

Desplegando su bastón, canalizó un hechizo lumínico en la punta de este, convirtiéndolo en un lucero con el que no pretendía alertar a cualquiera que pudiera verles, sino desvelar lo que estuviera oculto. Cualquier capacidad de invisibilidad o camuflaje se veía condicionado por diferentes aspectos. Si no eran capaz de escucharles, olerles u oírles, era porque algo habían hecho para evitarlo. Nada sucedió, nada cambio hasta que un nuevo elthean por fin se dejó ver.

—Mirad quien ha venido a darnos los buenos días —exclamó Finnian.

Que fuera grande no les sorprendió, aunque no era tan colosal como otros elthean contra los que se habían enfrentado. En un principio parecía humano, pues poseía un torso y unos brazos como los de cualquier hombre adulto, aunque el resto de gestos no encajaban con ello. Cubierto de escamas, por debajo de la cintura tenía una cola como una serpiente en lugar de piernas, similar a las nagas que habían visto, mientras que su cabeza poseía rasgos de dicho animal. Resultaba extraño tener que hacer frente a una versión tan contraria, y que encima se pudiera camuflar con su entorno sin que le descubrieran con facilidad. Sus ojos, en cambio, destilaban una energía negra y roja, demostrando que no sería tan civilizada como los habitantes de las profundidades.

—¿Un familiar lejano? —dijo Blanche.

—Lo dudo mucho —admitió Finnian.

—Es un yuan-ti corrompido, para ser más precisos —dijo Ead.

—¿Quién le habrá enviado? ¿Ariel? —sugirió Rune.

Tenía sus dudas de que contara con un recurso así y decidiera malgastarlo para atacarlos de aquella manera. No daba la impresión que perteneciera al Señor de la Calamidad, pero el caos que desprendía el yuan-ti no estaba lejos de la maldad que desprendía. Antes de que pudieran actuar, el elthean se deslizó hacia ellos, impactando en el suelo y logrando separarles. No se estaba conteniendo, y ellos no serían menos.

Tras un resplandor y una rápida evolución, los cuatro elthean se encontraban más que listos para plantarse ante la nueva criatura.

—¿Podéis abrirle camino a Ark? —dijo Blanche.

—Es probable. ¿Por qué? —dijo Finnian.

—Quizás podamos averiguar de donde viene si Ark logra hacerse con un poco de su energía, ¿no? —sugirió la Signo.

Que su compañero pudiera absorber el poder de sus contrincantes, o parte de él para ser precisos, resultaba una capacidad de doble filo porque debía de exponerse casi tanto como cualquier otro luchador. Sin embargo, sus compañeros no tardaron en reaccionar para ofrecerle al zorro de varias colas un camino para chocar contra el yuan-ti.

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—Cuidado con la montaña. Cualquier explosión grande podría provocar un desprendimiento. Incluso aquí —dijo Finnian.

Quizás aquel lugar estuviera protegido, pero no podían confiar en sus defensas, en especial si algo así había aparecido para darles la bienvenida. Rune se encontraba sobre ellos, ofreciendo visión desde el cielo. Puede que aquel elthean se dejara ver solo para atacarles, pero eso no le impediría aprender lo que pudiera mientras peleaban.

Una vez más, el yuan-ti se lanzó contra él. Finnian lo interceptó con su bastón, creando un golpe de aire que logró desviarlo. Aer hizo aparecer unas cadenas mágicas que lo aprisionaron durante el tiempo necesario para que Ark hiciera un placaje. Entonces, una aura grisácea le envolvió, aunque no hubo un cambio aparente en el elthean.

—¿Ha funcionado? —dijo Finnian.

—No estoy segura —respondió Blanche.

Tampoco tendrían tiempo para averiguarlo. Yuan-ti golpeó a Ark, haciendo que chocara contra una de las barricadas, derrumbándola al instante. Tras una seña, la Signo fue a buscar a su compañero mientras el resto se centraban en esa criatura. Aer y él soplaron con fuerza, no para controlar el aire, sino para cambiar la temperatura de allí y generar niebla. No densa, ni potente, pero si la suficiente como para que su contrincante tuviera más complicado adaptarse al entorno.

—¿Alguno le encuentra? —exclamó Nero.

—¿Por qué estamos jugando al escondite ahora? —dijo Leith.

¿Es que no podían tener un día de caminata tranquilo? Caminando con lentitud, la conexión de los cinco se fortalecía incluso en circunstancias así, pero los sentidos colectivos del equipo tenían sus límites. Aquel mutante se movía con rapidez, por ese motivo les resultaba tan complicado descubrirle.

—Vuelve a crear luz —le pidió Aer.

—¿Para qué? No es que antes hiciera maravillas para romper su camuflaje —dijo Finnian.

—En eso te equivocas —dijo Ead.

La luz podría debilitar esa capacidad, en especial ahora que se encontraba en un estado caótico. Aunque sus compañeros tenían un plan, le estaban cubriendo para darle la oportunidad de ello. Una vez más, trazando un giro con su bastón, liberó un rápido flash que lograría cegar a cualquiera que no fuera ellos. El sentido de Leith captó al yuan-ti justo detrás de él. Este se lanzó contra Finnian cuando Nero le agarró con rapidez, siendo impulsado hacia arriba para que Rune le atrapara con sus garras mientras la dragona golpeaba con su potente cola al enemigo. Entonces, Aer formó una espada dorada que usó para cortarle por la mitad, haciendo que aquella criatura desapareciera al instante.

—Ha sido rápido —dijo Rune en cuanto descendieron.

—Y extraño —admitió Aer.

No tuvo otra alternativa que acabar con él. Había percibido por sus compañeros cómo le buscó, esa manera de lanzarse para acabar con él sin frenarse. Al contrario que sus otros enemigos, este no habría detenido ni aunque le dejaran sin sentido. El portal oscuro por el que había entrado perdió consistencia, pero no se desvaneció al completo. Resultaba una manera extraña de viajar, por no hablar de la mala sensación que les trasmitía el estar cerca.

—Es como si alguien lo empleara para observarnos —admitió Leith.

Lo que podía ser cierto, aunque ninguna otra criatura surgió de allí, menos aún lograron averiguar los motivos de un ataque así. Ark estaba de una pieza, con una buena contusión y otras tantas heridas por el golpe recibido, pero sobreviviría.

—Su energía es extraña —admitió Ark—. Es como si hubiera bebido de un recipiente donde solo tuviera suciedad.

Que ni siquiera pudiera hacerse invisible, una capacidad que hasta a ellos les habría venido bien en alguna ocasión, denotaba que él tenía sus limitaciones.

—Eres un imán para los problemas. ¿Lo sabías? —dijo Blanche.

—Somos. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? —dijo Finnian.

Un misterio más a la lista. Solo alguien de mucho poder lograría una hazaña así. ¿Por qué tomarse las molestias de atacarles para mandar a un elthean?

—Nos estaban probando —dijo Nero.

—Nuestra manera de reaccionar y de actuar —añadió Rune.

—La fuerza que poseemos invita al desafío, en especial por nuestro número —dijo Leith.

—Ese alguien quiere estudiarnos para poder derrotarnos —dijo Aer.

—No nos levantaremos otro día sin un nuevo enemigo —dijo Finnian, negando con la cabeza.

—Se te ve demasiado tranquilo —dijo Ead, volando frente a él.

—Sobre todo cuando un mutante ha intentado arrancarte la cabeza varias veces —dijo Blanche, cuyas palabras lograron sacarle una sonrisa forzada.

¿Les estaban estudiando? ¿Querían saber cómo peleaban? Perfecto. Porque no eran de los que se conformaban con poco y tampoco tardarían mucho en cambiar su estilo de lucha. Los elthean podían evolucionar, pero eran las capacidades que todos compartían los que les haría adaptarse a las nuevas circunstancias. Daba igual cómo se encontraran o a quién tuvieran que hacer frente.

—Entonces… ¿Nos vamos de aquí, antes de que alguien quiera hacernos otra visita? —sugirió Finnian, señalando hacia la salida.

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