《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 23.2 - Un caos organizado

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Tanto Blanche como él tuvieron poco que aportar en un principio. Conocían detalles del Erosionador por lo que otros les habían trasmitido, aunque solo él se lo encontró en tres ocasiones y sobrevivió para contarlo. La manera que tuvo de ignorar a Blanche no era nada más que otra señal de que aquel elthean poseía una inteligencia mayor de la que desvelaba.

—Por eso sabemos que está adaptándose y cambiando su modo de actuar —dijo Finnian.

—Sí que debe considerarte una amenaza para que se tome todas esas molestias —admitió Ariel.

—Mira quién fue a hablar —dijo Blanche, esquivando un codazo de su compañero para que no se pasara.

Aunque se habían dejado detalles que no aportaban nada en aquel escenario, tampoco pusieron en duda que Ariel hiciera lo mismo. El Erosionador empezó a actuar poco después de su llegada, con unos orígenes inciertos. Muchos le confundieron por el actual Señor de la Calamidad, pero bastó con ver lo diferentes que eran sus maneras de comportarse para que Elthea se diera cuenta que tenía dos nuevos problemas. Allí por donde el Erosionador pasaba, arrasaba los lugares sin dejar supervivientes. Esa destrucción comenzó en el sur, pero ahora se estableció en el norte debido a la presencia de los Signos.

Ninguno sobrevivía y los que lo hacían tenían poco que contar. Las ciudades y grupos que encontraba dejaban de existir y cualquier intento por reconstruir lo perdido llevaba un gran esfuerzo. Ariel admitió que los anteriores Señores de la Calamidad crearon destrucción como modo de alcanzar sus objetivos, pero aquello había llegado a un nivel extremo incluso para él.

—Estáis vivos aún. Esta conversación tan “amigable” sería impensable para mis predecesores —dijo Ariel con una sonrisilla con colmillos incluidos.

—¿Quizás es otro Calamidad quien esté detrás? —sugirió Finnian, ignorando sus últimas palabras—. Uno del que no sepas de su existencia.

—Imposible. No se me escaparía algo así, en especial porque nunca ha habido dos de mi especie al mismo tiempo.

—Eso sí que lo dudo —dijo Blanche.

—Lo importante no es eso. Desde que llegaste se ha centrado en ti. A saber qué otros métodos retorcidos empleará para acabar contigo —dijo Ariel.

—¿En serio? No me había dado cuenta —repuso Finnian, negando con la cabeza—. Sabes algo más que nosotros y aun así le buscas. ¿Qué as tienes bajo la manga?

—Puede teletransportarse.

Lo que explicaría que desapareciera de un sitio y surgiera en otro. Aquella capacidad no la poseía cualquier elthean y pocos querían desarrollarla. Gastaba mucha energía y podía ser detectada si se sabía dónde buscar, detalle que Ariel trataba de usar en su beneficio para encontrarlo en el instante en el que estuviera más débil.

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—¿Por qué crees que solo le busca a él? —soltó Blanche de repente—. También nos hemos enfrentado al Erosionador. Y sobrevivido, además.

—Puede que así sea, pero basta con mirarte atento para saber que no tienes el mismo potencial —dijo Ariel—. Él, por otro lado, es mucho más interesante. Te utilizó para atraerle, igual que yo. Me muero de curiosidad de saber por qué eres así.

—Ni yo lo sé ni te lo contaría —repuso Finnian, poniendo los ojos en blanco.

—Puedes negarte todo lo que quieras, pero no soy el primero en mirarte como una posible arma y tampoco seré el último.

Mantuvo el silencio y la mirada, negándose a darle la razón a pesar de que diera en el clavo. No iba a centrarse en algo así mientras estuvieran con él, en especial si debía mantener la calma. Y aunque el ruido de los ordenadores y teclados le hiciera sentirse un poco más cerca de casa, la tensión no desaparecía por muy civilizada que fuera esa conversación.

—Por eso me quieres, ¿no? Si buscaras destruirnos ahora lo tendrías fácil, pero hay algo más —dijo Finnian.

—Dudo que lo entiendas, no tan pronto —repuso Ariel.

—Curioso, no eres el primero tampoco que suelta algo así —dijo Finnian.

—¿Nos vas a dejar así? ¿O es parte de tu plan que no debemos saber? —dijo Blanche.

—No es nada que vuestras pequeñas cabecitas no hayan pensado antes —dijo Ariel.

Persistente era, aunque incluso Calamidad no podía negar que buscaba hacer las cosas diferentes.

—Elthea siempre sufre lo mismo. Hay un periodo de paz hasta que uno de los míos llega. Parte del juego del equilibrio —Ariel les guiñó con rapidez—. Y aunque sigo el mismo sendero que las antiguas calamidades, busco algo distinto. Quiero unificar Elthea bajo mi mandato.

Unirla, conquistarla, hacer que no sufran como ahora y guiarles para un mundo mejor según su misión. En un principio sonaban bien sus palabras, pero le causaron el efecto contrario al que se esperaría. ¿Bajo su puño? ¿Qué haría si alguien le desobedecía? ¿Aplastarlo como si fuera un insecto?

—Y ahí es donde entras tú, hombrecito —dijo Ariel, dándole un toque en el pecho—. Contigo será todo mucho más sencillo y aquellos que nos sigan tendrán más fuerza gracias a tu habilidad única.

—Te dije antes que no es algo que controle con solo mirarte y desearlo.

—Y yo que aprenderías, tienes motivos para hacerlo. Si no es por ella, puede que por tus compañeros. ¿Creías que no percibiría que nos siguen el rastro?

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—Contaba con ello, aunque eso no cambian mis palabras —dijo Finnian, encogiéndose de hombros.

—Pero no llegarán para la fiesta que estamos preparando. ¿Por qué pensabais que hemos entrado en el Desierto Ikeleia?

—Puede que por tomar el sol. Es verano y seguro que tu base estará en un oasis o algo así —dijo Finnian.

—Es el lugar perfecto para tenderle una trampa al Erosionador. Tengo al cebo ideal después de todo —dijo Ariel, dándole una palmadita en la espalda—. Te busca, sigue cada movimiento que haces. Y voy a aprovecharme de eso también.

¿Por qué siempre terminaba con tantos problemas?

—¿Tan sencillo como eso? —dijo Finnian, alzando una ceja—. ¿No se te ha ocurrido nada más para atraerlo?

—No te tengo atado, puedes hacer magia si quisieras, aunque viendo que no has cortado el vínculo con tus compañeros, no me hace falta obligarte —dijo Ariel, mordiéndose el labio—. ¿Por qué crees que te he dejado moverte sin límites?

Iba más allá de sacarle información o de intentar reclutarle. Quería que se confiara. Esperaba que tratara de luchar contra él en la mayoría de los escenarios. Al fin y al cabo, si dejaba de ayudar a sus compañeros, estos tendrían más complicado encontrarle, aunque podría intentar defenderse. Mantenerlo le cansaría, Ariel lo planeo de tal manera que no tuviera más opciones. Porque si iban a atraer al Erosionador, necesitaría de sus compañeros para sobrevivir.

Una súbita rabia le subió por la garganta, haciendo que esta ardiera, pero por algo más. Hablar, quejarse o añadir cualquier frase no serviría nada más que alimentar la llama que estaba en su interior. Quizás mantener la evolución de aquel modo era algo para lo que no le prepararon, pero no trataría de hacer una locura por mucho que le frustrara aquello.

—¿Ves? Incluso a ti se te han acabado los comentarios —dijo Ariel, complacido por su pasividad.

—¿Preferirías que te alagara? ¿Que aplaudiera tu plan? —dijo Finnian.

—No sería la primera vez que lo haces, aunque te tomaba como mejor perdedor —dijo Ariel.

—Paso de malgastar más energías contigo.

Y tras aquellas palabras, volvió a su extremo y se sentó en el suelo, ignorando la presencia de Ariel o de los otros elthean. No le harían daño, al menos por el momento. Incluso Blanche se encontraba a salvo mientras continuaran pensando que estaban bajo su control. Pero hasta Finnian tenía sus límites. Era demasiado tarde para que él permaneciera despierto, incluso con cómo habían cambiado sus hábitos desde que llegó a Elthea. Lo que habría dado por descansar tranquilo, en lugar de aquel espectáculo que no tenía fin.

—Dudo mucho que pueda dormir, no sabiendo que ese no nos quita los ojos de encima —dijo Blanche.

La otra Signo acabó sentándose a su lado, no muy lejos de Ark. Ninguno es que tuviera otros sitios donde estar, aunque tampoco es que pudieran hacer mucho más en aquellas circunstancias.

—Es un alivio —admitió ella, logrando que Finnian frunciera las cejas—. Al menos no busca acabar con nosotros, o no por ahora.

—Eso dependerá de lo que decidamos hacer con nuestra posible asociación —dijo Finnian, conteniendo las ganas de resoplar.

—Siempre podemos fingir —susurró Blanche.

—No es algo con lo que debamos de jugar—replicó Finnian—, y además, no le daría la razón.

—¿Ni sí tu vida dependa de ello?

—¿No es evidente? Todo el mundo tiene límites, y aunque me equivoque, yo tengo claro los míos.

Estaba lejos de tratarse de orgullo, si no de convicciones. Aliarse con Ariel, tal y como este pretendía, no podría traerle peores consecuencias. No solo estaría uniéndose a su enemigo, sino que le ayudaría a cumplir su objetivo. Quizás tuviera once años, y aunque el bien y el mal no eran tan blanco y negro como muchos lo pintaban, no sería él quien buscara hacer daño a otros porque otro le obligara.

Sus amigos, sus profesores… Todos le habían enseñado que siempre tenía opciones, las alternativas existían, aunque no fueran capaces de verlas en aquel instante. Lo que Ariel pretendía estaba lejos de ayudar a Elthea a volver a la normalidad.

—Los cambios vienen y van, pero son los modos en los que estos se llevaban a cabo los que se recuerdan.

La historia de su mundo les recordaba que nadie era perfecto. Las ideologías o planes llevados al extremo nunca son buenos, daba igual cómo de benevolentes fueran sus intenciones iniciales. Tras aquello, Blanche respiró hondo, frunció las cejas y añadió:

—Eres más terco de lo que pensaba.

—Mira quién fue a hablar —dijo Finnian—, pero esto no es cabezonería. Me equivoco como cualquiera, y aprendo como los demás, aunque solo daré mi brazo a torcer si creo que es lo correcto.

Quizás en unos años viera el mundo con otros ojos, lo que era muy probable. Aunque esa era su realidad, una de la que tendría que sobrevivir a tanta oscuridad que les estaba cercando.

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