《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 17.2 - Más preparado que antes, pero no suficiente

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Aquella mañana se sintió como si fuera su cumpleaños, aunque faltaran bastantes meses para que lo celebrara. Después de desayunar, pero antes de que pudiera asearse, Lunaluz llegó como el resto de días, portando una caja de madera. Tras limitarse a quitarle un pequeño lazo fabricado por hojas del propio Galya, fue capaz de apreciarla con más detalle. Alargada, con una asa en la parte de superior, pudiendo compararse a un híbrido entre caja de herramientas y joyero, los acabados de los extremos estaban suavizados, haciendo que su tacto resultara tan agradable como la manta más calentita.

—Sabes que lo interesante está en su interior, ¿verdad? —dijo Lunaluz, divertida ante su reacción.

Por no hablar de las runas marcadas. Si bien a simple vista solo existían cuatro compartimentos: dos al desplegar la parte de arriba y los restantes a cada lado, los símbolos marcados eran por una función curiosa. Aquella cajita estaba encantada, al igual que su mochila, para que pudiera guardar más cosas en su interior de lo que parecía en un principio. ¿Su propósito? Almacenar los alimentos que se llevarían con ellos, protegiéndolos y permitiendo que se mantuvieran frescos el mayor tiempo posible. Desde la fruta y bayas en un lado, hasta ingredientes de cocina y platos o bocadillos listos, todo aquello que pudiera ser de utilidad en el camino que les tocaría recorrer.

—Las provisiones existen para algo, y aunque podéis cansaros de biadhe como cualquier otro, qué menos el estar preparados —dijo Lunaluz.

Aunque no era lo único. Un recipiente similar en aspecto, pero algo más pequeño, estaba diseñado para las pociones y otros ingredientes. Al fin y al cabo, no era recomendable emplear el mismo espacio para sus alimentos diarios con algo cuyos efectos podrían ser demasiado variados como para no mantenerlos alejados. Además, que mantuviera siempre la misma temperatura hacía que su contenido pudiera aprovecharse en otros escenarios.

—Por último, pero no menos importante, me gustaría que te probaras esto —dijo Lunaluz, tendiéndole un paquete grueso.

Su ropa había aumentado muy poco durante las dos semanas que estuvo en Elthea. Al margen de las prendas mágicas que sustituyeron a su pijama, contaba con una extra que empleaba para entrenar, y nada más. En un principio le incomodó ni siquiera cambiarse con la misma frecuencia en su casa, pero pronto aprendió ciertos trucos desde que llegó al Galya que le ayudaron a aliviar esa carga.

Al margen de ropa interior, algo que empezaba a valorar como un tesoro, el paquete no pudo ser más variado. Así encontró una cazadora de manga larga ocre y blanca con capucha, pantalones y una camiseta a juego, y unas botas para el camino. Además, unos guanteletes remataban aquel conjunto que le serviría allá hacia donde se dirigía. Al fin y al cabo, incluso cuando estuvieran en verano, el clima podría cambiar, por lo que contar con ropa que le protegiera era obligatorio.

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Tras regresar con cada una de ellas puestas, no solo comprobó que se ajustaban a él, sino que no le incomodaban.

—Están hechizadas para que te protejan en el viaje y te lo hagan un poco más sencillo —dijo Lunaluz, pronunciando una pequeña sonrisa y después colocarle sobre el cuello el pañuelo verde y blanco idéntico al de ella—. Esto es para que me recuerdes.

—No necesito ningún regalo para no olvidarme de ti —dijo Finnian.

—Es posible, pero tendrás algo a lo que agarrarte cuando más lo necesites.

Ni siquiera lo consideró y se limitó a abrazarla durante unos segundos. ¿Cómo podría no recordar todo lo que le había enseñado? Quizás su tiempo allí fue breve, pero sus recuerdos y palabras no se desvanecerían como el viento. Aunque, claro estaba, ni siquiera aquella mañana se libraría de una nueva clase práctica.

—Lo mejor para el final —dijo Lunaluz, sonriéndole con unos ojos llenos de emoción.

—¿Por qué tengo la impresión que has extrañado nuestros entrenamientos? —dijo Finnian, incapaz de ocultar una sonrisa.

Al margen de lo que Lelile pudiera instruirle, nadie quería verse sustituido, ni siquiera de una posición que no buscaran en un principio. Quizás aquello se debiera a algo más de la información que la bruja no estuviera desvelando, sino a su procedencia. Porque Myrd, aunque compartía conocimientos y avances, igual que otras culturas, estaba demasiado centrado en su isla flotante como para permanecer atento a lo que sucediera en el resto de Elthea. Eso les convirtió en blanco de injusticias, aunque no todos miraran por su ombligo.

—Creo que su presencia implica que pronto las cosas cambiarán incluso allí —dijo Finnian.

—Eso espero. Ahora más que nunca nos conviene hacer acopio de todos los aliados que podamos —dijo Lunaluz.

Tras una leve reverencia en el patio trasero, dieron por comenzada aquella clase, aunque no se tratara de una como tal. Incluso Lelile apareció para presenciarla, pues ambas querían apreciar si continuaba recordando lo que le habían inculcado. A pesar de que él no se sintiera un auténtico contrincante ante ninguna de ellas, tampoco se escondería tras sus compañeros a la primera ocasión en la que encontrara un problema.

Su sorpresa inicial vino por los movimientos de Lunaluz. En lugar de circulares, la elthean plantó los pies sobre el suelo, creando un leve temblor que no buscaba desestabilizarle, sino desconcentrarle. Un segundo después, tras realizar un nuevo pisotón apuntándole hacia él, un proyectil de tierra salió disparado, esquivándolo por poco.

—No se comporta como otras veces —pensó Finnian.

—Esto es algo más que una prueba —le recordó Aer, observando junto a los demás.

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Sin embargo, aquellas palabras fueron cortadas por golpe de viento. Un bloqueo mágico le mantenía lejos de sus compañeros y del apoyo que estos pudieran brindarle, aunque fuera emocional. Entonces, Theri y los alasdair también hicieron acto de presencia, seguidos por Embar, Kuel y Onyx, todos observando sin añadir ni una palabra.

La tierra se resentía bajo sus pies, aunque Lunaluz apenas ejecutaba grandes gestos como para que tuviera que correr. Quizás pudiera esquivarlos con movimientos circulares, pero no le estaba permitiendo actuar. Trataba de manipular el aire, encontrar el camino de menor resistencia para desestabilizarla, pero la firmeza y fortaleza de la elthean era equiparable a la de los trolls.

Presionándole cada vez más, al final hizo lo único que estaba a su disposición. Con dos rápidos gestos de los brazos, dejó a un lado el control que siempre mantenía sobre su magia para que fluyera. Dos corrientes de aire surgieron de la nada, rápidos y potentes, que fueron bloqueados por un escudo de tierra por parte de Lunaluz. Sin embargo, eso no era lo único que podía hacer.

Tras trazar un giro, por una vez no temió caerse, gracias a su pésima coordinación. El agua acudió a su reclamo, creando un fino aro a su alrededor. Tras trazar un arco con su mano derecha, un látigo del fluido elemento tomó forma, directo hacia las piernas de la elthean. El golpe, sin embargo, en lugar de tumbarla, logró congelarla allá donde impactó, reduciendo su capacidad de movimiento.

—Bueno, veo que algo se te ha quedado después de todos estos días —dijo Lunaluz, deshaciéndose del hielo con un rápido gesto de las manos—. Aunque no lo olvides, lo que tus ojos ven son solo una pequeña parte de lo que puedes hacer. Recuerda tus límites, pero no se los declares a tu oponente.

Quizás no duraría mucho frente a alguien con más experiencia, pero en dos semanas era lo máximo a lo que cualquiera podía llegar. Si bien estaba teniendo un aprendizaje poco ortodoxo y acelerado, una parte del camino era el viaje. Sus compañeros también sabían lo suficiente como para que continuaran enseñándole, aunque las circunstancias y el lugar no pudieran ser más distintos.

Así, tras un instante, Lelile se acercó a ellos, tendiéndole dos cosas. La primera, se trataba de un pergamino cuyas letras desvelaba la manera de ir a Myrd. Estas desaparecieron en cuanto Finnian logró leerlas, aunque según pudo comprobar, la información se guardó a buen recaudo en su interior.

—Es mi forma de ayudarte a recordarlo —sonrió la bruja.

Su siguiente presente era similar a la vara de ella, aunque se alejaba bastante de ello. El bastón, fabricado con madera del bosque de Galya, había sido endurecido por métodos mágicos para garantizar su integridad. La gracia venía en que se podía plegar hasta que pareciera, en realidad, una empuñadura.

—No te recomiendo probar su dureza, pero debería de serte de ayuda mientras camines.

—Por un momento pensé que se convertiría en escoba o algo así —admitió Finnian, dejando escapar una carcajada nerviosa.

—Ignoro cómo estarán las cosas en Myrd, pero regresaré allí en cuanto recupere mis fuerzas —dijo Lelile—. Hay muchos cambios que debemos hacer, y en eso entra nuestras relaciones con el resto del mundo.

—¿Participaréis en la lucha contra el Señor de la Calamidad? —dijo Finnian.

—Haremos lo que podamos para frenarle, pero esa es una tarea que solo te corresponde a ti —dijo Theri.

Los alasdair, aunque lejanos, también estaban de su parte. Quizás fueran de los pocos elthean que se encontraban de su lado, apoyando su misión y no convirtiéndose en un auténtico obstáculo en su camino. Aquel aluvión de regalos y consejos le agobiaba, en especial porque aún faltaban días para que prosiguieran con su viaje.

—Hay que aprovechar cada momento, Finnian —dijo Theri, soltando su característica carcajada.

Porque nunca se sabía. Dudaba que fueran a atacarles en plena noche, aunque no sería él quien lo expresara en voz alta. Al fin y al cabo, aprendió por las malas que no siempre se podía confiar en que fueran las cosas de una manera concreta. El presente lo escribían conforme lo recorrían, y de ese modo podrían averiguar lo que el futuro les aguardaba.

Fuera oscuro, lleno de dolor y sufrimiento, causado por unos enemigos que solo pretendían destruir todo lo que les importaba. O uno donde el equilibrio regresara, devolviéndoles a cada uno a una vida que dejaría de ser la misma de siempre. ¿Cómo podría volver a la Tierra, a su rutina de ir a la escuela, cuando todo aquello formaba parte de su vida? ¿Lo recordaría? ¿O aquella aventura acabaría en el olvido, siendo convertida en una historia que solo recordaría cuando fuera adulto?

Ignoraba esas respuestas, en realidad aún no querría ni averiguarlas. Porque estaba allí y aún le quedaban muchas experiencias que vivir con sus elthean.

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