《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 16.1 - El Rezo a la Luz de Estrella

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Aquella noche estuvo más inquieto que nunca. La tarde del domingo fue demasiado activa y peligrosa, por no hablar de las revelaciones de la bruja, que consiguieron mantener su mente en movimiento incluso cuando logró conciliar el sueño. A pesar de que pudo despertarse cuando comenzaba a salir el sol, una costumbre que había adquirido desde que llegó a Elthea, las ganas de regresar a dormir eran demasiado fuertes.

Una pena que no pudiera ni contemplarlo. Tras un rápido, pero nutritivo y energético desayuno, retomaron la rutina de sus clases, aunque con un ligero cambio de planes.

—Yo me quedo con Finnian —dijo Aer, cruzándose de brazos.

Incluso cuando Lunaluz acudió allí como cada mañana, sería Lelile quien prosiguiera su educación mientras ambos continuaran en el Galya. Ahora que controlaba mejor su magia podía emplearla sin agotarse o que se desatara, pero la tarea de ocultarse tenía que ser trasmitida por la bruja. No era por hacer de menos a los eruditos del Galya, en absoluto, pero los conocimientos de Myrd sobre ocultación eran tan eficaces que debía aprender a utilizarlos. Sus compañeros, del mismo modo que los días anteriores, tendrían sus respectivas sesiones de entrenamiento, aunque ninguno de los presentes estaban dispuestos a marcharse.

—No intentes convencernos, Finn —añadió Leith, mirándole con firmeza.

—Entonces hacedme caso. Nada malo va a suceder —dijo Finnian—. Tampoco estaré solo. Tengo un par de guerreros vigilando en la distancia.

Porque Fee y Kay estaban cerca, lo suficiente para acudir en su ayuda. Además, por mucho que Lelile intentara hacer algo malo, sí es que llegaba a una situación así, sus actos no pasarían inadvertidos en la dorean. Además, si el trío de trolls resultaron ser mucho más agradables (aunque algo brutos) de lo esperado, no iba a continuar castigándola cuando ni siquiera ella tenía control sobre sus actos en su etapa malvada.

Así pues, el lunes dio por comienzo, recibiendo una sonrisa divertida y una mirada cargada de emoción por parte de la bruja. Esta le puso una mano en el hombro, casi como si disfrutara compartir su conocimiento con él, para después salir al patio de atrás, allá donde siempre practicaba. De ese modo, Finnian comprobó que estaba al día de sus progresos, algo sorprenderte si se tenía en cuenta que apenas llevaba un día en el Galya.

—He enseñado a varios alumnos y sé reconocer cuando alguien trabaja y mejora —dijo Lelile, esta vez con más seriedad.

Porque además de guerrera, también instruía a las jóvenes promesas de Myrd, aunque no fuera algo de lo que empezaron a hablar.

—Ese libro que llevas… ¿Te ha dicho lo que puedes hacer con tus poderes? —dijo Lelile.

—Solo que es lo que distingue a los Signos de los demás, tanto humanos como elthean.

Su contenido no hablaba sobre grupos de brujas o seres mágicos en la tierra, aunque supuso que no sería una locura si se paraba a mirar dónde se encontraba. Lo que el libro le indicó era que, por regla general, los humanos no eran capaces de percibir la magia, o no con la misma intensidad que un “ser mágico”. Según el conocimiento general, los Signos eran aquellos cuya energía latente era fuerte para que pudieran ayudar a Elthea, aunque una frase así no respondiera a todas sus preguntas.

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—La magia de los elthean varía según nuestro nivel y potencial, pero por naturaleza podemos detectarla —dijo Lelile—. Algunos se guían del olfato, mientras que yo utilicé un hechizo para encontrarte. Tu poder es tan fuerte que apenas tuve que esforzarme. Debes aprender a ocultarte antes de salir de aquí para no desvelar tu posición. Esa es una ventaja que necesitas ahora más que nunca.

Lo que no era sencillo. Hasta ella sintió su pequeño acto mágico cerca del río Esendil, la misma explosión que llamó la atención del Erosionador. Que no hiciera nada más mientras viajaban no le volvía invisible, aunque sí destacara menos.

—¿No sería más sencillo que tú me ocultaras? —señaló Finnian—. Sí pudiste encontrarme con tanta facilidad, deberías de poder realizar algo así.

—Esta clase de hechizos no funciona así —dijo Lelile, torciendo la sonrisa.

La magia de ocultación no implicaba movimientos corporales, sino una redacción mágica que iba más allá de su entendimiento. Quizás pudiera leer el eltheani sin problemas, pero los garabatos que vio en el libro de conjuros de ella podían compararse a un galimatías matemático. No obstante, su explicación fue sencilla: para querer ocultar algo, necesitas contener ese poder para que no sea percibido por otros.

—Por ese motivo, solo tú puedes crear un camuflaje que te sirva de verdad —dijo Lelile.

Lo que no era fácil. No es que Lelile fuera mala profesora, pero explicarle algo a lo que se estaba habituando desde hacía días no le facilitaba el proceso. Podía evocar su propia energía, lograr que su magia adquiriera formas o incluso controlar de manera básica el aire. Sin embargo, cuando se trataba de hechizos de apoyo o defensivos, el asunto era distinto.

—Tu Marca te puede ayudar a canalizar tu poder. Es lo que influye para que la evolución sea más sencilla, aunque tu caso sea distinto —explicó Lelile—. No es lo que te hace ser elegido, pero te ayuda incluso cuando no lo pienses. Céntrate en ella.

—Es fácil lo que dices, ponerlo en práctica es otro asunto muy distinto —murmuró Finnian—. La Marca brilla cuando evolucionan.

—Y un escudo translúcido aparece cuando más amenazado te sientes —dijo Lelile.

—No es algo que pase a menudo.

Aunque por la manera que tuvo de alzar las cejas, Lelile no estaba contándolo todo. Hasta él intuía que no se trataba de un acto mágico suyo, incluso cuando algo en su interior lo iniciara.

—Tu instinto te protege —Lelile sonrió—. Necesitas tomar control de ello. Céntrate en tu colgante como algo físico para sacar lo que tienes en tu interior y ocultarte.

Con el dedo señaló a su pecho, pero no al colgante, sino a su propio corazón. Finnian asintió, centrando su atención a todo aquello que más le importaba. Y no sucedió nada. Ni una reacción, tampoco un resplandor inesperado. Lo intentó varias veces hasta que Lelile terminó frenándole, cambiando de enfoque aquella clase y enseñándole algo que le hizo recuperar el interés. En su libro dibujó símbolos sencillos con una breve nota a su lado. La bruja afirmó que eran los que utilizaban para enseñarles en Myrd a los elthean más jóvenes y que podrían servirle a él.

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—Puedes intentar proyectarlos en tu mente, pero en tu caso será mejor que los dibujes a mano. Y al hacerlo debes ser claro con lo que quieres conseguir.

Realizó el que le serviría para ocultarse, el de la luna nueva con dos puntos a cada lado y una estrella en su interior. Se centró a la vez en esconder su presencia a pesar de tenerla delante. Entonces algo cambió, sintiendo cómo un manto le oprimía para enmascarar parte de su esencia.

—Es un avance. Mientras más lo intentes, más avanzarás y te cansarás —dijo Lelile sin dejar de observarle al milímetro.

—No eres la primera que se da cuenta. ¿Cómo sabes tanto sobre esto? ¿Es que en Myrd habéis encontrado a otros Signos?

—Ojalá. ¡Sois muy interesantes! —exclamó Lelile— Pero no somos tan distintos.

Así comenzaron a hablar sobre otros elthean y las formas que estos tenían además de sus capacidades. Esto resultó interesante a la par de frustrante, más aún porque parecía rascar la superficie de Elthea mientras más avanzaba. La mayoría de elthean que habían encontrado tenían aspectos de animales o de insectos, otros tan humanos como Lelile y algunos una mezcla de los anteriores, como Ariel o Ailfryd. Eso sin contar los poderes tan parecidos, pero a la vez únicos que cada uno poseían.

—Mientras más trabajamos, más nos fortalecemos.

—Es lo que comentaste antes, ¿verdad? Sobre que los elthean no son capaces de usar su potencial al máximo y practican para lograrlo —dijo Finnian.

—Exacto. Eso tiene que ver mucho con la evolución, aunque emociones muy fuertes también pueden provocarla. Todo está conectado.

Así les sucedió a Leith, Rune y Aer. Todo influía, pero siempre que el peligro era mayor, parecían sacar fuerzas para llegar al siguiente nivel. O era él quien se las daba. La magia de símbolos era sencilla, o al menos recordar solo uno. Incluso bastaba con que lo trazara con los dedos en el aire, sin necesidad de que apareciera nada dibujado por su propio poder.

—Aunque estos símbolos… Su efecto no es tan prolongado como esperaba. Quizás deba de crear un nuevo hechizo para esta ocasión —dijo Lelile, tras varios intentos en los que lograba iniciarlos y la magia acababa en cuestión de minutos.

Lejos de basarse en el trabajo de otros, el confeccionar un conjuro era un arte que podría compararse con el dibujo o la escritura. Se necesitaba ser preciso con sus intenciones, pero también había que tener en cuenta las palabras empleadas. Fuera verbal, mental, con símbolos o gestos, debía de ser cuidadoso con lo que se practicaba.

—Imagina por un momento que quieres ocultarte, pero te expresas de tal manera que logras hacerte invisible —explicó Lelile—. Sí no tienes claro qué ha ido mal, te costará mucho más anular una magia así. Por eso siempre es bueno hacer una prueba con algo inanimado, antes de con un ser vivo.

Todo por los efectos adversos que pudieran darse. No se sentiría complacido de permanecer invisible durante un tiempo prolongado, por lo que preferiría ser visible aunque enmascarara su presencia.

—¿Puede ser cualquier cosa? —dijo Finnian, para luego puntualizar—. ¿Varios símbolos? ¿Una rima?

—Claro. Pero debes de ser concreto con tus intenciones, ¿por qué?

—Hay una canción. La sé desde que tengo memoria —admitió Finnian, mordiéndose el labio—. Para mí era mágica, como un cántico con el atraer la buena suerte y alejar el mal.

—¿Puedo escucharla?

Asintiendo sin añadir nada, Lelile se preparó para usar un contra hechizo de ser necesaria su intervención. No había caído en algo así hasta ahora. Al fin y al cabo, había estado demasiado concentrado en sobrevivir como para acordarse de cada detalle de su vida cotidiana. Tras un segundo, asintió con determinación, se aclaró la garganta, cerró los ojos y comenzó a cantar:

—Que el viento debajo de ti nunca flaquee.

Para tener un paso seguro, un camino siempre que seguir con la protección de que algo estaba de tu lado.

—Que la luz de tu corazón sea tu guía.

Porque nunca se sabía cómo de nublado estaría el horizonte, cómo de oscuro sería su futuro.

—Que la paz esté siempre con tu alma.

Tranquilidad, serenidad, daba igual las dificultades que tuviera que hacer frente.

—Y que los espíritus etéreos te protejan para siempre.

Para que los ojos extraños no pudieran encontrarle.

Una oleada de calor se extendió desde su corazón, llegando a cada extremidad y logrando que hasta sus orejas se sonrojaran. Había magia en aquellas palabras, una que hasta ahora pasó por alto, pero que le hizo recordar el hogar que dejó atrás. Al abrir los ojos, sin embargo, se encontró con la mirada confundida de Lelile, quien no articulaba ni una palabra.

—¿Qué sucede? —dijo Finnian, sin entender lo que estaba pasando.

—¿Por qué no has usado algo así antes? —dijo Lelile.

—Ni siquiera pensé que era mágico —admitió él, incómodo ante la mirada inquisitoria de la bruja—. Lo llamé el Rezo a la Luz de Estrella.

—¿Quién te enseñó algo así? —dijo Lelile—. Porque esas cuatro frases han logrado ocultar tu presencia mejor de lo que habría esperado.

Sus abuelos. Hasta ahora no consideró el significado que tenían sus palabras. Entonces, uno a uno, empezó a recordar esos instantes en los que le contaron historias, le enseñaron canciones que para él, en su momento, no se trataban de otra cosa que invenciones.

¿Fueron Signos, como él? ¿Tenían magia? Porque nada de lo que le estaba pasando era casualidad, no cuando él se encontraba cerca. Necesitaba cada vez más respuestas, y por el momento ignoraba quién podría contestárselas. Pero tarde o temprano las conseguiría.

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