《[Spanish] La Llave del Destino》Capitulo 15.1 - No solo una criatura del caos

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Quizás se estuviera precipitando, pero el tiempo iba en su contra y no podía barajar todas sus posibilidades. Salieron de los límites del Galya incluso aunque aquello supusiera exponerse al peligro, uno que por el momento habían sorteado. Su conversación con Ailfryd no se había alejado de sus pensamientos, y aún pensaba que no estaban listos para enfrentarse a sus amenazas. Sin embargo, dudaba que sus predecesores estuvieran preparados ante sus para lo que tenían que hacer frente, por lo que esperaba que esa fuerza de Signo se tornara la balanza a su favor.

Tras un rápido destello, Aer, Rune y Leith evolucionaron casi al instante. El cambio fue en un parpadeo, dejando atrás sus formas de Principante para mostrar su fortaleza de Campeones. Estaban improvisando, igual que él por la mañana, pero no se lanzaban al vacío sin un paracaídas. En esta ocasión montó sobre Leith, dejándose guiar por la dragona y siendo flanqueados por el combo ángel-águila mientras se alejaban del Gran Árbol hasta el punto en el que los trolls les habían indicado.

—Rune, ¿puedes adelantarte? Necesitaremos visual de los alrededores —dijo Finnian.

Al no tener que cargar con él, la velocidad estaría de su lado, por no hablar que su vista a tanta distancia era muy superior a la suya propia. Bastó con que salieran de la cúpula protectora para percibir demasiado movimiento en los alrededores de las montañas, aunque no atravesándolas e ignorando dónde estarían sus amigos.

—Las defensas de Ailfryd —dijo Aer—. No solo se limitaron al árbol, sino a sus terrenos y entradas.

Quizás el Galya tuviera un escudo permanente, pero eso no se trasladaba a los caminos. Era imposible crear un campo impenetrable, no importaba cómo de poderoso fuera. Se necesitaría una capacidad magia sin igual para lograr algo así, y aunque aún estaba entendiendo cómo funcionaba, hasta él comprendía que no era una manera inteligente de emplear su poder. Por eso había instalado detectores de energía negativa, una defensa eficaz para defenderse en tiempos de Calamidad y que ayudaría a ver venir a los problemas antes que nadie. Aunque otros elthean podrían pasar desapercibidos sin problemas.

—Es posible que necesite afinar un poco esas defensas. Hasta la magia así puede ser manipulada —dijo Leith.

Ignoraban si sería el mismo caso, aunque pronto lo averiguarían. Con Rune adelantándose, el cerco de las montañas al noroeste era el lugar marcado. Su compañera no lograba determinar dónde estaban sus amigos, debido a la presencia que se encontraba en los alrededores dificultando su visibilidad. A simple vista parecía maligna, similar a la del Ellery o el Erosionador, pero tampoco podían confiarse. Sí existían métodos para ocultarse, las ilusiones podrían jugar con ellos también.

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Entonces, una explosión de electricidad púrpura impactó en el suelo, y la mirada de Rune captó a poca distancia lo que buscaban. Un reducido número de elthean corrían, tratando de evitar aquello que les perseguía, luchando por llegar cuanto antes ante la protección del gran árbol. Tras un leve empuje mágico, los ojos de la águila lograron determinar con exactitud al elthean que les atacaba, siendo demasiado parecido al mismo que les buscó en Alta Espada y cerca del río.

—¡Es él! —exclamó Rune.

—¡Hay que entretenerle mientras escapan! —añadió Aer.

Lo que implicaría encararle en lugar de evitarle. Sintiendo que su aliento era cortado por el aire, la dragona descendió con rapidez, consciente que había captado la atención de aquellos elthean. Tras un instante en el que acumuló energía en su puño, Aer lanzó un haz dorado que impactó en el suelo, poniendo distancia entre los alasdair y su persistente acosador.

—Seguid hasta el Galya. ¡No miréis atrás! —exclamó Finnian.

No era el momento para un reencuentro cálido, al menos mientras aquella criatura permaneciera allí. Envuelto en una aura oscura, el Erosionador fijó su mirada en él, igual que en las otras veces. Sin embargo, denotaba un aspecto distinto al de las ocasiones anteriores, por no hablar de su comportamiento. Entonces, el elthean tardó poco en lanzar varias hoces de energía directas hacia ellos.

—Vaya, ¿no tienes trucos nuevos? —se burló Aer.

Porque ellos desde luego que sí. Coordinados, sus compañeros no se protegieron de sus ataques, y en su lugar los destrozaron. Unos círculos de energía atraparon varias, evitando que se movieran y logrando que implosionaran. La espada del ángel conseguía deshacerse de ellas con cada movimiento que hacía, danzando en el aire mientras estas desaparecían. En cuanto a la dragona, su llamarada creó una cortina en el fuego, logrando prevenir que la destrucción llegara hasta ellos. No obstante, no percibían la brutalidad de sus anteriores encuentros.

—No es él —dijo Rune.

Y aun así, resultaba casi idéntico, pero hasta Finnian notaba que la energía empleada era distinta. Sí algo había aprendido es que los actos mágicos necesitaban ser mantenidos, igual que la evolución. Pero aquel elthean aparentaba mucho y solo atacaba si era necesario.

—¿Una copia? —dijo Leith—. ¿Para qué se molestaría en algo así?

—Porque buscaba hacernos salir —dijo Aer.

El Erosionador se movió, tratando de utilizar su velocidad para confundirles. Al contrario que en otras ocasiones, ni siquiera el aire o la tierra se resentía con su presencia, aunque sus ojos captaran cómo alternaba de posición cada segundo. Ignoraba si aquella criatura tuviera conciencia o fuera un monstruo que solo pretendiera expandir el caos, pues entenderla no parecía una opción a su alcance.

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Leith creó un círculo de fuego a su alrededor, aunque no impactó en el suelo, sino que permaneció en el aire. No querían ser los causantes de un incendio, pero aquello no era nada más que una manera para defenderles en caso de que intentara acercarse demasiado. Aquel acto mágico era distinto a lanzar una llamarada, pues necesitaba de un control y una mente clara que hasta ahora su compañera no se vio capaz de mantener. Entonces, las plumas de Rune danzaron por el aire, y Finnian comprendió por primera vez el cómo las controlaba. Igual que la dragona con el fuego, la águila mantenía el dominio sobre ellas, su dureza y movimiento. Por eso mismo podía emplearlas de tantos modos, aunque también influía el entrenamiento que recibieron.

Al contrario que en las otras ocasiones donde evolucionaron, el esfuerzo por mantener aquel nivel apenas resultaba una carga, lo que le permitía centrarse más en aquello que captaran cualquiera de sus sentidos. ¿Tendría razón Ailfryd con que su grupo se fortalecía de manera conjunta? De momento estaba en lo cierto. La electricidad del Erosionador impactaba contra las plumas, haciendo que se desvanecieran al instante, pero impidiendo que la magia del elthean se extendiera más. Entonces, Aer alzó el puño al cielo, canalizó energía dorada para lanzarla un segundo después, impactando de lleno en el Erosionador. Aquella aura de oscuridad fluctuó, recibiendo daños mientras mostraba una visión más borrosa de la criatura que hasta ahora habían visto. Aquellos ojos rojos se iluminaron, un gesto que permaneció en el aire durante unos segundos, como si tratara de mantener aquella réplica.

—Es para enviarnos un mensaje —dijo Finnian.

Sí aquella función hubiera sido para hacer que abandonaran la protección del Galya, habría tenido varias oportunidades de contraatacar desde que llegaron allí. Sin embargo, no había más elthean salvo los presentes, por lo que solo podía darse un significado. El Erosionador quería recordarles que les esperaría, que allí estaría, no importaba hacia dónde se dirigieran.

—¿Podemos evitar que desaparezca? —dijo Finnian.

—Es posible. ¿Por qué? —dijo Aer.

—Hay que recordarle algo —dijo Finnian.

Dejándose caer, acortó distancias hacia donde su enemigo se había encontrado. La electricidad del ambiente le erizaba el pelo, sobre todo ahora que trataban de mantener aquella presencia con ellos. El Erosionador lo sabía, sus ojos rojos bailaron un instante con la sorpresa ante un intenso así. Pero no se acercaría, igual que hizo con los habitantes del bosque. Hasta él sabía que sería ponérselo demasiado fácil incluso cuando sus elthean estuvieran ahí para detenerlo.

—Búscanos si te atreves. No importa lo fuerte que vengas, te devolveremos todo lo que nos mandes por cuatro —dijo Finnian, sintiendo cómo sus manos temblaban en aquel acto que ignoraba si calificarlo de valentía—. ¿Quieres atacar a nuestros amigos y aliados? Hazlo, y nos verás aparecer.

Se estaba cansando de sentir miedo, pánico porque dañara a aquellos que estaban a su alrededor. Sabía que no podía evitarlo, pero sí ponerle remedio a una situación en la que sus alternativas eran muy limitadas. La estela oscura fluctuó, soltando unos gruñidos que los presentes no lograron descifrar. Y, tras un manotazo de Aer, aquella visión desapareció sin dejar más rastro que una mala sensación en sus cuerpos.

—¿Crees que ha sido sensato? —dijo Leith.

—No teníamos otra opción —dijo Finnian—. Era eso o continuar huyendo hasta que nos atrapara.

Jugar al gato y al ratón agotaba a cualquiera, sobre todo porque tenía un final que no le gustaría experimentar. Era cierto que su encuentro no podría evitarse, solo posponerlo hasta que su enfrentamiento fuera inminente. De todos modos, aquello revelaba algo que hasta ahora ni consideraron. La manera que tenía de extender tanta destrucción era através de un método así, salvo cuando les estaba persiguiendo, claro.

—Además, sí esperamos que nos tomen en serio, no había mejor ocasión que esta para recordarles quienes somos —dijo Aer, ensanchando su sonrisa.

—Y al menos hemos evitado lo peor —señaló Rune.

Theri. No sabía cuantos alasdair sobrevivieron a Alta Espada, y aunque lo averiguarían pronto, al menos pudieron devolverles la ayuda recibida. Hacían lo que podían con lo que tenían. Después de su paso por los terrenos de escalada, aquel era un cambio significativo que, para su asombro, no le dejó tan exhausto como para que le agarraran. Así, tras comprobar que no había rastro de su enemigo, sí es que podía llamarse de ese modo, pusieron rumbo al Galya.

—¿Creéis que habrá captado el mensaje? —murmuró Finnian.

—Desde luego —dijo Rune.

—Tan claro como que ahora nos perseguirá con más ganas —dijo Aer.

—Al fin y al cabo, mientras más valiosa sea tu presa, con más ahínco la buscas hasta que consigues tu premio —dijo Leith.

¿Solo acabar con ellos? ¿Por qué un elthean decidía crear tanta destrucción, cuando demostraba ser inteligente? Había algo, igual que en todo lo demás, que se les escapaba del Erosionador, pero le volverían a ver para averiguarlo.

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