《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 14.1 - Una vez más, con sentimiento
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Aquel fue un domingo en el que, por una vez, le dejaron dormir más de lo habitual, gracias a que era considerados como muchos como un día de descanso. Se encontraba agotado por toda la actividad del día anterior hasta el punto en el que tardó poco en dormirse y costarle demasiado en abrir los ojos. En momentos así se acordaba de su rutina, del colegio y de todo lo relacionado con él o el cansancio que tarde o temprano le podía. Pero en Elthea todo tenía un aroma distinto, incluso en el desayuno.
Todavía siendo un temprano, aunque bastó un vistazo por la ventana para comprobar que el sol salió varias horas atrás. Tras un rápido desayuno, regresaron una vez más a los terrenos de escalada, pero en esta ocasión se encontraron mucho más elthean tomando partido en ellos.
—¿Qué te esperabas? ¿Pasar el día libre durmiendo y comiendo? —señaló Rune, poniendo los ojos en blanco.
Existían todo tipo de actividades con las que podrían descansar, pero no quería dejar para otro día aquel desafío. Lejos de ponerle una dificultad que fuera por encima de sus posibilidades, trataron de escoger uno acorde con sus intenciones. La idea de volver a precipitarse en el vacío le entusiasmaba poco, pero no se quedaría tranquilo mientras no se lanzara a ello. Tras ponerse sus guantes y hasta un casco que le facilitaron los monitores, pues nunca se sabía cómo podía caerse, se sumó a la línea de salida con los demás.
—No os contengáis —dijo Finnian—. Corred como lo hicisteis ayer, ¿entendido?
Este era un ejercicio no solo para él. Sabía que cualquiera de ellos acudiría en su rescate sin ni siquiera dudarlo. Le habían protegido de golpes y ataques de otros elthean, siendo momentos que no se olvidaban. Por eso mismo debían confiar en que superarían el circuito con sus propias capacidades, aunque supieran que estaban allí para ayudarse en cualquier otra ocasión. Aer, Rune y Leith intercambiaron miradas, comprendiendo lo que pretendía. Y aunque en el fondo era consciente lo que le costaría todo aquello, no pensaba rendirse.
Siempre hay margen para mejorar.
La señal dio por comenzada su carrera, y cómo no, los elthean le superaron sin ningún problema. No se trataban solo de lo acostumbrados que se encontraban a sus habilidades, sino a moverse en aquel bosque. Después de todo, era su hogar y lo conocían mejor que nadie. Pero él aprendía rápido, y ahora se lo demostraría.
Su camino pronto se vio transformado en plataformas de madera, a cada cual con un tamaño diferente que la anterior. Las pisadas sobre ellas fueron seguras, aunque las últimas no desaparecieron y en su lugar aparecieron dos en movimiento. Avanzó con decisión, consciente que permanecer en un sitio le hacía vulnerable, y durante un instante comprobó lo que el resto habían avanzado. ¡Estaban en la zona de escalada!
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—Céntrate en lo que tienes delante —se murmuró Finnian para sí.
Fijarse en el resto, al menos en aquel instante, no le beneficiaría ni una pizca. En cuanto pudo avanzar, un nuevo obstáculo apareció frente a él en forma de paredes móviles. Agarró la liana para cruzarlo, no mirando lo que podría suceder de ir con mayor lentitud, llegando por fin a la zona de escalada.
Con plataformas colocadas de manera estratégica, la forma de subir por allí era la que uno escogiera. Vio a algunos hacer movimientos entre las paredes para saltar sobre ellas, ganando altura en cuestión de segundos. Otros usaban las lianas para subir o trepaban por las paredes, alternando como vieran necesario. Ni tenía garras ni ninguna otra ventaja, solo un par de manos no acostumbradas a todo eso.
Inspirando hondo, activó su magia, pero en lugar de manipularla con sus manos, tal y como le instruyó Lunaluz, decidió hacer lo mismo que observó el día anterior. Sin florituras, ni tampoco palabras que lo iniciaran, el cosquilleo de sus pies fue momentáneo. Entonces, tras un salto el impulso que logró crear fue mayor de lo que hasta ahora consiguió con sus fuerzas. De hecho, fue demasiado para alguien como él.
Buscando no perder los nervios, al igual que el equilibrio, aterrizó en una plataforma de forma brusca, consiguiendo que sus manos y rodillas se resintieran por la caída. Quizás hubiera logrado hacer uso del entorno en su favor, pero aún le quedaba mucho por aprender para sentirse cómodo con algo así.
Regulando su energía, los nuevos saltos que dio fueron menos prominentes, aunque el esfuerzo logró que contuviera el aliento. De todos modos, había avanzado más que el día anterior, y eso debería de contar a su favor, ¿no? Sin embargo, un nuevo problema apareció ante él. ¡Minas aéreas!
—¿En serio? ¿Quién es el genio detrás de esta gran idea? —masculló Finnian.
Parecían faroles flotantes de diferentes colores, algo que desde fuera podían parecer hermosos, pero al contacto generaban una sustancia similar al chicle que se extendía por el participante. Aunque su efecto se pasaba con rapidez, gracias a una poción que llevaban los monitores, eso no le hacía menos molesto.
—Muévete como una hoja —le susurró Rune.
Las minas aéreas podrían percibir su presencia, esperando desestabilizarlo y que perdiera el ritmo. Pero había hecho aquel movimiento tantas veces con Lunaluz que lo recordaba sin problemas. Circular, sencillo, sin luchar contra los conflictos, sino buscar un nuevo enfoque que pudiera ayudarle. Tras aquel salto en el que se precipitó ante más faroles, hubiera caído por completo en la trampa por poco, pero al menos aquel gesto le permitió llegar hacia el último trayecto, el superior y más complejo.
Con las plataformas de antes al mismo nivel, estas se movían y alternaban su altura, haciendo que cada salto que diera pudiera suponer entre acercarse a la línea de meta o caerse y ser descalificado.
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—Todo o nada, ¿no? —murmuró Finnian.
Pero para sorpresa suya, estaba sonriendo. Por un instante olvidó todo lo que había avanzado, dejándose llevar y divirtiéndose con aquello, igual que los demás, quienes ya estaban más cerca de terminar que él. Sin aguardar un segundo más, se lanzó de lleno, impulsando sus saltos con magia en cuanto tenía ocasión.
Una plataforma.
Otra más.
El fin parecía demasiado lejos, pero al mismo tiempo se encontraba al alcance de su mano. Entonces, una de las plataformas interrumpió su trayectoria, alzándose y atrapándole de lleno, observando cómo aquel tramo se alejaba más de donde se encontraba, para bajar a una velocidad de vértigo.
Segundos, ¡eso era lo que tenía! No obstante, no había ninguna plataforma cercana a él, no con todo lo que cambiaba el escenario. Sin embargo, un elemento invisible a los ojos permanecía presente con él.
—Llegados a este punto, ¿qué más puedo perder?
Improvisar. Eso era lo que le tocaría. Aprovechar lo que tenía a su alrededor en su beneficio, hacer que las dificultades le potenciaran. Y aunque no pudiera correr, o saltar, había algo que sí lograría hacer. En cuanto calculó que no podría hundirse más, se soltó de borde para así generar una corriente de aire por sus manos, pero también por sus piernas. Hacer tanta magia de golpe terminaría por sobrecargarle, aunque aprendió por las malas que si no se arriesgaba, si no se probaba que era posible, entonces nunca lograría nada.
Aquel golpe aéreo dio de lleno sobre la plataforma, rebotando y creando una corriente de aire en la que se vio suspendido. Quizás no pudiera volar, pero eso no quería decir que no se fijara en lo que hacían otros.
Generando nuevas corrientes de aire, logró mantener el rumbo con algo de estabilidad, alejándole del vacío y devolviéndole al recorrido. Sin embargo, no aterrizó con la misma brusquedad. Aprovechó aquel impulso para avanzar, haciendo que el aire fuera su vehículo. Y así logró completar el circuito intermedio, llegando en último puesto, pero menos daños de lo que hubieran imaginado.
—Has estado magnífico —dijo Ead.
—Ahora mismo estoy viendo todo borroso —admitió Finnian, soltando una carcajada, mientras cerraba los ojos.
—Lo has logrado —exclamó Aer, riéndose también.
—De una forma poco ortodoxa, ¡pero has salido de una pieza! —dijo Rune.
¿Eso era lo que se sentía al ganar? ¿El lograr hacer frente a las dificultades, incluso cuando uno no se creyera capaz de lograrlo? ¡Y eso que no le importaba ganar! La satisfacción de lograr hacer frente a un bloqueo así, en especial por cómo se había sentido de inferior en eso aspecto durante los últimos años no tenía precio. Porque sus amigos le estaban ayudando a que desplegara sus alas, ofreciéndole una visión que nadie de su edad, o más bien pocos, habían podido disfrutar.
—¿Probamos otra vez? —dijo Aer sin que el entusiasmo le hubiera abandonado.
—Desde luego, pero en cuanto recupere el aliento y pueda ponerme en pie —dijo Finnian.
Con las piernas temblorosas aún como si se trataran de gelatina, no estaba seguro de si pudiera repetir algo así, no tan rápido. Ahora tenía la posibilidad de detenerse, respirar y experimentar con lo que podría lograr en ese mundo, pero eso no implicaba que se volviera imprudente. Mientras sus amigos participaban, él se limitó a permanecer en uno de los observatorios, allá donde los curiosos observaban los movimientos que se realizaban en los circuitos.
—Para alguien con poca experiencia, has sabido improvisar bastante.
No se trataba de Lizzie, siempre atenta a lo que hicieran allí, sino de Ailfryd. Su voz, tan clara como el agua y tan calmada como el viento que les rodeaba, llegó a él con gentileza. La presencia del Guardián destacaba frente al de otros elthean, todos observándoles en la distancia pero sin interrumpirles.
—¿Has estado mirando? —dijo Finnian, alzando ambas cejas sin ser capaz de ocultar su sorpresa.
—No ha sido tu primer intento, aunque comparándolo con el día anterior, has actuado de manera diferente —dijo Ailfryd—. ¿Qué ha sido?
—Vosotros —respondió Finnian—, el cómo intervenís, la manera que tenéis de hacer frente a los cambios.
Lejos de ser teorías o de actuar más que pensar, hacían lo que podían con lo que tenían. La magia no era una ciencia exacta, aunque tuviera elementos de esta, sino un terreno donde el conocimiento y los sentimientos se entrelazaban con cada paso que daban.
—Aún no puedo levantarme —sonrió Finnian—, pero me habéis enseñado que en este o en cualquier mundo, lo que unos ojos ven son sólo una ínfima parte de lo que existe en realidad.
—Has abierto tu mente —dijo Ailfryd.
—También sé que esto no será suficiente.
El Erosionador, Ariel… Ambos eran seres de mucho poder, tanto que ignoraba cómo podría rivalizar ante ellos sin que sus compañeros sufrieran. Pelear sería inevitable, pero lo que él estaba avanzando en días no sería nada comparable con lo que sus enemigos eran capaces de hacer.
—Te olvidas de un detalle, uno fundamental —dijo Ailfryd—. Los Signos y sus compañeros se fortalecen con mayor rapidez. Al igual que tú te haces más fuerte, eso se lo trasmites a ellos. Sin importar lo que suceda en el futuro, que logréis superar vuestra misión o no dependerá de vosotros.
—El poder está en nuestro interior —dijo Finnian—. Si le damos forma y creemos en nosotros mismos, nos dará fuerza.
—Exacto —prometió Ailfryd.
Palabras que no se le olvidaban, pero llegados a ese punto, daría todo lo que sabía por aprender lo que ignoraba, sí eso conseguía mantenerlos a todos con vida.
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The Children of the Divine Limit
A realistic, psychological isekai: What pushes people to rejoice, to torture, to sacrifice, to kill? What gives some the will to survive and thrive in a new land and others the craving for dominance and exploitation? What would those who grew up without power all their lives do when given the approval and blessings of God Himself? How far will someone go to protect those close to them? How far will someone go to exact vengeance against an unjust world? How far can someone go before the abyss looks back at them? "Everything in the world is about sex — except sex. Sex is about power." - Oscar Wilde “Nearly all men can stand adversity, but if you want to test a man's character, give him power.” - Abraham Lincoln Greed is the worst of all the deadly sins; all of human history lays out the evidence to support this thesis. Consider all of the above before reading this story: A 12th-grade high school class is sent to another world; a world of sword and magic called Omicron where other-worlders are revered as heroes given the divine blessing of the Lord God Sapiora, creator of Omicron's human race. It is currently a world at war. The humans of Omicron need these divine heroes as weapons against the Demon Emperor and the demihuman forces of the evil god Azazelin. However, two students within the class, Ajax Leonid and Shaula Seikennith, haven't been given the hero's blessing. They've been given something else, something more curious; the blood of a deity who noticed their specialness. As a result, after escaping the clutches of their summoners who tried to kill them for their lack of heroic potential, Ajax and Shaula enter the new world of Omicron with no one on their side except each other. While wading through rivers of blood, Ajax and Shaula seek a stable life, a life where they can salvage happiness. They have each other above all else. Perhaps the cost will be worth it. Perhaps not.
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