《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 4.2 - Dragón y colibrí en una telaraña mortal

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Comprendía por qué era conocido también como el Bosque de los Árboles Antiguos. Allá donde mirara, incluso en la oscuridad, podía apreciar lo grandes que eran. Finnian no estaba seguro si habría árboles así en su mundo y es que sí se sintió pequeño al dar sus primeros pasos por Elthea, ahora esa sensación se había visto incrementada.

Mantenerse en silencio no fue complicado, aunque ni Aer ni él contaron con lo habladora que estuvo Rune durante un rato considerable hasta que logró tranquilizarse. No sabía si era el efecto de la poción en ella, los nervios o una combinación de ambas, pero si no eran cuidadosos terminarían encontrándose con algún elthean tarde o temprano.

El terreno era irregular, a pesar de seguir lo que parecía ser un sendero. Internarse entre los árboles no era la mejor idea, pero tampoco es que tuvieran un mapa del lugar con el que guiarse. No obstante, todo estaba demasiado tranquilo. ¿Por qué el bosque les había atrapado si luego no había sucedido nada?

—Creo que sé por qué, aunque preferiría no decirlo en voz alta —admitió Aer, tratando de no mirarle.

—Siempre hay una primera vez para que no seas un bocazas, Aer —dijo Rune.

—Sabéis por qué ha hecho esto el bosque, ¿no? —dijo Finnian, frunciendo las cejas.

No esperaba que se contaran todo, pero estaban ahí atrapados y no veía por qué ocultar información que podía ser vital para su supervivencia, ¿no?

—Sería genial que lo compartierais conmigo. Ya sabéis, Signo y todo ese asunto… —comentó Finnian, alternando la mirada entre ambos elthean.

—La prioridad es salir de aquí —dijo Rune con firmeza.

—No, lo importante es que habléis conmigo —dijo Finnian, dejando de andar—. Estamos en esto juntos. No voy a esfumarme ni espero que vosotros lo hagáis, pero no funcionará si hay tantos secretos. Así que… ¿Por qué no empezamos de una vez, somos más amables todos —Finnian señaló con el dedo hacia Rune en esta ocasión— e intentamos encontrar una salida?

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Apenas habían dormido y si a eso le sumaba el aterrizaje y el cargar con Rune, aquel día parecía no tener fin, sobre todo en aquel bosque maldito. Quizás algo de claridad se colara entre sus frondosas ramas cuando amaneciera, pero su instinto le decía que no era un lugar donde ahora hubiera mucha luz.

Tras unos minutos de caminata, Rune se bajó de un salto para volar sobre ellos y comprobar si iban, o no, por la dirección correcta. Fue entonces cuando Aer trepó sobre su espalda con soltura y susurrarle al oído:

—No estamos solos, pero no te asustes.

—¿Esperas que no lo haga aunque me hayas avisado? —repuso Finnian en el mismo tono.

—Ni que te fuéramos a dar de lado, tu tranquilo.

Y no lo pondría en duda, aunque no se esperó lo que vio a continuación. Por encima de sus cabezas, conectándose entre árboles e incluso en el mismo suelo, una elaborada tela blanquecina cubría lo que fue capaz de captar. Aquel bosque parecía el lugar perfecto para tales criaturas. Lejos de verlas corretear por encima, escucharon una vocecilla que se distinguía demasiado bien en el silencio.

—Te voy a sacar de aquí, ¿me oyes, Leith? No, no voy a dejarte atrás.

Cualquiera que entrara por error en la guarida de los malos y no cayera en su trampa tenía dos opciones: darse la vuelta, seguir su camino y fingir que no había pasado nada o salir corriendo armando tal escándalo que despertaría a cualquiera.

La segunda le parecía demasiado buena, sobre todo desde que puso los pies en Elthea, pero su instinto le avisaba que no era la solución. Al fin y al cabo, alguien estaba atrapado entre demasiadas ramas y telarañas como para poder liberarse incluso estando cerca del suelo.

—Debemos ayudarles —dijo Finnian.

—No, hay que marcharse —dijo Rune—. No sabemos si son buenos o malos y lo que duerma en este bosque no tardará en aparecer.

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—¿Es que cuentas los minutos que estamos aquí atrapados? —dijo Finnian, consiguiendo que Aer soltara una risita—. Vosotros mismos me contasteis que Elthea se está volviendo más peligroso que nunca. No podemos dejarles ahí a su suerte.

—Es nuestra ley. Los fuertes sobreviven, los débiles caen —dijo Rune, agarrándole del brazo.

—Si nos equivocamos… —comenzó a decir Aer.

—He confiado en vosotros, hacedlo en mí ahora. Nos arrepentiremos si los abandonamos a su suerte —les pidió Finnian, mirándolos a todos.

Sabía que era mucho pedir, que ellos serían quienes lucharían si algo salía mal. Pero no estaba allí para que le dijeran lo que tenía que hacer, ¿no? Caminando rápidos y silenciosos, pronto vieron que no era una trampa, sino el lugar de aterrizaje de dos elthean. El primero era el más pequeño que había visto hasta ahora. Tenía forma de colibrí y emitía un aura plateada mientras volaba alrededor del que estaba atrapado. En cuanto al segundo… ¿Cómo había acabado un dragón en una trampa así? ¿No se suponía que escupía fuego para liberarse?

—¿Oh? ¡Oh! ¡Un Signo! —exclamó el colibrí, moviéndose a tal velocidad que pasaría por una snitch dorada— Eres de verdad.

—Claro que lo soy. ¿Qué pensabas que sería, una ilusión? —murmuró Finnian, poniendo los ojos en blanco.

Envuelta en aquel hilo tan pegajoso, las pequeñas alas de la mítica criatura estaban cubiertas por completo, igual que la mayoría de su cuerpo. ¡Ni siquiera podía mover bien la cabeza o sus patas! A su lado, Aer alzó uno de sus brazos, creando una pequeña hoja de aire, mientras que Rune tenía un par de plumas entre sus manos, tan afiladas como si se trataran de dagas.

Los cortes de ambos fueron limpios, rápidos y silenciosos, aunque no pudieron liberar al elthean a la primera. No fue hasta que los dos combinaron sus esfuerzos cuando el dragón de escamas moradas empezó a moverse. Con unos ojos verdes y expresivos, les observó sin decir nada, consciente de lo que estaban haciendo.

—¿Ves cómo algo bueno pasaría, Leith? —dijo el colibrí.

—Eso está por ver, Eadward —dijo Leith, aclarándose la garganta y mirando hacia arriba.

Arañas que se balanceaban con lentitud sobre sus telas mientras les observaban, casi como si se trataran de sus columpios personales. Ninguno dijo nada, quizás esperando a que pasaran desapercibidos en una situación tan comprometida. ¿Por qué no reaccionaban al ver que habían liberado a su presa?

Ayudando al dragón a salir de allí, no tardaron en ver que una de sus alas no se desplegaba del todo, puede que por una mala caída.

—¡Hay que darles esquinazo! —dijo Eadward.

—Tengo una idea. ¿Podéis seguirnos? —dijo Aer, momento en el que Finnian asintió, comprendiendo lo que tenía planeado.

Siendo observados por los múltiples ojos de las arañas, Finnian lanzó un par de bombas de humo, cortesía de Fee y Kay. Entonces, Aer usó su magia para expandir la cortina, ocultándoles, o eso esperaban, de la vista de las arañas. Al final, después de asegurarse que no les seguían, terminaron en un claro donde no había indicios de que otras criaturas del bosque estuvieran muy cerca, aunque Finnian no podía deshacerse de una sensación de angustia que tenía más allá del cuerpo. Una fuerza le empujaba para que avanzara. Había algo en aquel lugar que le llamaba de una manera indescriptible y al mismo tiempo tenía la sensación de que no dejaban de ser observados, daba igual donde se encontraran.

El Bosque de Ellery era más peligroso de lo que pensó en un principio. Escaparon de Alta Espada por suerte, pero dudaba que ahora fuera un factor que les volviera a ayudar.

Necesitaban un plan.

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