《[Spanish] La Llave del Destino》Capítulo 3 - Gente pequeña, grandes expectativas
Advertisement
Moverse por Alta Espada era sencillo, aunque pronto averiguó que no había mucho que ver. Sus monturas eran de dos tipos, unos elthean con aspecto de osos pardos, y otros se trataban de aves con plumas amarillas y naranjas, similares en tamaño a un poni, aunque ninguno le contestó cuando intentó comunicarse con ellos. Pequeños Guerreros, compuesto por una docena de alasdair, estaban ocupados en su mayoría por reparar los muros dañados del patio exterior, mientras que otros vigilaban en la muralla, lugar al que no le dejaron subirse, todo por su protección.
Sin embargo, ¿qué es lo que podía hacer? No es que supiera bien dónde se encontraba, salvo que estaba cerca del mar, y mucho menos el camino al Gran Árbol Galya. ¿Sería tan impresionante como su nombre indicaba o estaría peor que Alta Espada?
A pesar de eso, le dejaron tiempo para que se moviera a su ritmo. Siempre había alguien cerca, sobre todo Aer o Rune, quienes parecían observarle más de la cuenta. Ni que fuera a caerse por uno de los agujeros, ¿no? Estaban preparados, y no solo por sus armas o por las puertas que guardaban, sino por las barricadas de madera que había cerca del campamento. ¿De verdad servirían si volvía quien atacó el castillo?
—Mmm… Finnian, ¿no? —escuchó a Aer carraspear detrás de él—. Estás bien, ¿verdad?
—Sigue siendo raro todo esto, pero creo que sobreviviré —asintió Finnian, para después escuchar sus propias tripas rugir.
—Y con hambre también —dijo Aer, ensanchando aún más su sonrisa.
—Siempre pensando con el estómago —resopló Rune, rodando la mirada.
—¡Que esta vez no he sido yo! —se quejó Aer.
La presencia de aquella pareja resultaba reconfortante. Al menos ellos le hablaban con más naturalidad que los otros, o más bien Aer. Rune estaba a la defensiva, y aún no entendía el por qué. De todos modos, el asunto de ser un Signo, su “Salvador”, parecía tranquilizar a los presentes. Ni siquiera sabía quién debería luchar a su lado como compañero, aunque no era la única duda que tenía por la cabeza.
—Tengo una pregunta.
—¿Solo una? —dijo Rune. La niña-pájaro intimidaba tanto que temía llevarse algún que otro picotazo por hablar demasiado.
—Para empezar —respondió Finnian, arrugando la nariz. ¿Es que siempre iba a actuar así cuando abriera la boca? — ¿Todos los elthean son como vosotros?
—¡Qué va! Cada uno es distinto. Muchos no saben hablar, como acabas de comprobar —explicó Aer, señalando con la cabeza a las monturas—. Hay algunos que pueden parecerse a ti, aunque más altos.
—Y más fuertes —agregó Rune.
Casi le faltó añadir que eran más útiles que él, pero prefirió morderse la lengua. Lo que menos le convenía era enfadar a aquellos que estaban protegiéndole. Su madre solía ser bastante más guay que su padre, sobre todo cuando se trataba de cualquier deporte: a él no podían gustarle menos, pero el afán de su padre era que aprendiera. ¿Qué pasaba si no lograba hacer magia como esperaban de él?
Por suerte, Aer se mostraba más que dispuesto a contestarle, aunque no supiera todas las respuestas.
—¿En qué estás pensando? No seas tímido —dijo Aer, dándole un toquecito en el brazo mientras regresaban al campamento improvisado.
—Y porque te encanta hablar. Además, esperas tu turno para preguntarle más cosas sobre el mundo de los humanos —se mofó Rune, consiguiendo que Aer sacara la lengua.
—Cómo… ¿Cómo hacen esto? —dijo Finnian, señalando a las tiendas de lona de tela azul grisácea. Y es que ver a uno de los más grandes (en contraste a otros Pequeños Guerreros) agacharse para salir de una de las tiendas era comparable a un coche lleno de payasos.
Advertisement
—Magia, ¿tú que crees? —dijo Rune.
—Son tiendas extensibles. ¡Entra y las verás mejor! —le animó Aer, tirando de él.
Desde fuera parecían eso, pequeñas cúpulas de lona donde entraban solo unos pocos para descansar. Una vez dentro comprobó que tenía espacio de sobra para no ir encogido, aunque no podría dar saltos. Contaban con una zona central con una enorme mesa alargada donde algunos elthean comían, o así hicieron hasta que le vieron entrar. A los lados había sacos de dormir y más cosas que su vista no alcanzaron a ver.
—Parece una casa que se guardan en el bolsillo —dijo Finnian.
—Engañan a los ojos, ¿a que sí? —dijo Aer.
—Y tienen capacidad de camuflaje —añadió Rune.
—Así podremos dormir tranquilos, ¡es un alivio! —dijo Aer, justo cuando ambos elthean chocaron sus puños.
—Vosotros dos… ¿Sois hermanos?
—Amigos. Nos hemos criado juntos en el Árbol Galya —dijo Rune.
—Es allí donde vamos. ¿Cómo es? —dijo Finnian—. ¿Mejor que este castillo?
“¡Impresionante!”. El entusiasmo de Aer fue tan grande al hablar sobre su hogar que incluso le arrancó una sonrisa. No le contó muchos detalles, pues prefería que fuera una sorpresa, pero si le aseguró que no le decepcionaría. Lo que si le adelantó era que podría conocer a otros elthean que vivían allí, y que eran bien distintos a los que había visto por el momento.
—¿No deberíamos de ir a otro sitio? Alejar el peligro del Galya.
—Necesitamos la ayuda de Ailfryd, el Guardián. Si Theri está en lo cierto, él sabrá qué hacer —le aseguró Rune.
—O que pueda aclarar sobre quién de los dos es mi compañero, ¿no? —murmuró Finnian. Ninguno de los dos añadió nada, lo que era una sorpresa debido a lo charlatanes que se les veía—. Supongo que apareciéramos más o menos a la vez y tan cerca querrá decir algo. ¿Me equivoco?
—No creemos que vayas desencaminado —dijo Aer.
—A todo esto. Ni siquiera ninguno de los Pequeños Guerreros está por aquí, supongo que será por algún motivo.
—Ni idea —admitió Rune, encogiéndose de hombros—. En cuanto a lo otro…
Saliendo de la tienda, miró hacia la derecha donde una pequeña figura permanecía bastante atenta a lo que pasaba a su alrededor. Reconocería la capa roja de Kay sin problemas, aunque en esta ocasión no se encontraba solo, pues alguien de su mismo tamaño hablaba con él, pero sus ropas fueran una mezcla de morado y gris.
—Si nadie te ha molestado en todo este rato es gracias a ellos —dijo Aer.
—¿Por qué no se acercan? No les daré miedo, ¿verdad? —dijo Finnian.
—¿Con esas piernas tan largas y unas manos y ojos tan pequeños? —dijo Rune, mirándole de arriba a abajo.
—Te encanta burlarte de mí, ¿no Rune? —dijo Finnian.
—Tranquilo, no eres el único que tiene que aguantarla —dijo Aer, resignado.
El no saber cómo mantenerse ocupado allí le ponía más nervioso de lo habitual, y si a eso le añadías que diminutos ojos observaban sus movimientos, ¡las ganas de salir volando eran muy fuertes! Se acercaron a Kay, quien no tardó en ceder en cuanto Aer le enganchó por encima de los hombros.
—Theri nos pidió que les mantuviéramos a raya. Eres el primer Signo que vemos y la mayoría están muy emocionados —explicó Kay—. Si Alta Espada estuviera como antes no habría problema, pero ahora no podemos relajarnos.
—¿Es por el Señor de la Calamidad? —dijo Finnian.
—Eso creemos, aunque… No estamos seguros si fue él —dijo Kay, dudoso de continuar aquella charla tan poco casual—. Lo único que sabemos es que este Señor de la Calamidad busca seguidores, pero dejar esto casi en ruinas no es su forma de actuar.
Advertisement
Por eso estaban tan intranquilos. Fuera Calamidad o no, quien hubiera derrotado a sus compañeros y dejar el castillo así debía ser un enemigo temible. ¿Qué podía hacer él contra alguien así, cuando no hubo supervivientes?
Al contrario que los otros elthean, el que acompañaba a Kay llevaba su rostro oculto casi por completo, dejando ver un par de ojos grises con una férrea determinación para alguien de su tamaño. Con un cinturón de múltiples bolsillos, allí tendría todo tipo de utensilios que en sus manos sería letales. Daba el pego para ir vestido así y suponía que, si tenía armas (aunque no todos los elthean fueran a necesitarlas) estarían ocultas, como buen ninja.
—Esta es Fee, mi hermana —dijo Kay. Ella asintió sin añadir ninguna palabra, mirando a su alrededor con atención.
—¿Pasa algo? —dijo Finnian, frunciendo las cejas.
—Theri quiere que descanses para mañana. Nos espera una buena caminata hasta el Árbol Galya —dijo Fee.
—¿Vosotros también venís entonces? —exclamó Aer con tanto entusiasmo que no dudó ni un segundo en abalanzarse contra Kay
—¿Buenos amigos? —Finnian miró a Rune al preguntarla esto.
—Claro. Kay y Fee pertenecen al grupo de Theri. Pasaron en varias ocasiones por el Galya y prometimos volver a encontrarnos, aunque no en estas circunstancias —dijo Rune.
—Seguro que tenéis bastantes aventuras que contar, ¿verdad?
—No tantas como te crees, humano —dijo Rune con tal convicción que nadie dudaría de ella.
Por muchas ganas que tuviera de escucharlas, de preguntar más, sabía que debía de tomárselo todo con calma. Apenas llevaba unas horas allí y no sabría cuándo regresaría a su mundo, ¿para qué ir con tantas prisas?
Un rato más tarde y con el cielo ahora cubierto de estrellas, a pesar de la noche fresca de verano (porque suponía que estaban en la misma estación también allí), los Pequeños Guerreros, tras una cena con los presentes donde la carne, pan y fruta era tan similar a la de su hogar que se sorprendió, logrando que algunos sonrieran y rieran. Así, admitió cómo los humanos traban a los animales, considerados como mero alimento por muchos.
—Aquí cada uno tiene sus preferencias. ¿Los gatitos de esta mañana? Ellos buscan presas para alimentarse —dijo Aer.
—Y no intentes darles fruta, salvo que la lleves contigo cuando te peguen un mordisco, no les interesa —dijo Rune.
—Pero no todos tenemos esos hábitos —puntualizó Aer.
Prefería no averiguarlo, aunque algo le decía que no tendría esa opción. El resto de la cena fue con bastante tranquilidad e incluso la tensión del día pareció reducirse mientras más disfrutaban de la comida. Fue entonces cuando Theri, tan grande y con su martillo a los pies, pidió silencio para que pudiera hablar, mientras todos crearon un círculo en el patio exterior.
—Al amanecer partiremos hacia el Árbol Galya. Muchos conocen el camino, pero no tengo ninguna duda que superaremos todos los obstáculos que se nos presenten —dijo Theri con solemnidad—. Tenemos al Signo con nosotros, las cosas cambiarán pronto y ayudaremos en lo que podamos.
Fue entonces cuando le miró, dejando de hablar. Aer le dio un empujón para que avanzara, lo que no parecía una idea tan buena ahora que todos les observaban.
—Signo, ¿o debería de llamarte Finnian?
—Lo que te sea más sencillo.
—Finnian entonces —dijo Theri—. No estás solo en esto, nunca lo estarás. Sé que desconoces mucho sobre nuestro mundo, pero no temas. Siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte. Aprovecha lo que tienes a tu favor y lucha a tu manera, porque de ti depende todo nuestro futuro.
Tan claro como el agua, ¿no? Aunque no negaría que era una forma de insuflarle valor, dudaba mucho que acabara luchando igual que ellos, blandiendo una espada y derrotando a los malos.
—Por eso queremos entregarte esto —dijo Theri, dando un golpe en el suelo a modo de señal.
Kay se acercó con algo entre sus brazos: una mochila de cuero rojo, idéntica a la que utilizaban los alasdair. Lo mejor era que en su interior había muchas más cosas de lo que parecía en realidad. Comida, pociones, una tienda de campaña y más que no pudo ver en aquel instante, se habían portado genial con él desde el momento en el que le rescataron. No era una ayuda desinteresada, pero en cuanto Theri le puso una mano en el brazo y negó con una sonrisa, comprendió algo. Confiaban en él porque otros habían vivido lo mismo y no iba a tirar por tierra esos sentimientos. Los Signos eran algo más que leyendas, eran la esperanza personificada.
—Y ahora… ¡A descansar! Que mañana será un día muy largo —exclamó Theri, riéndose con ganas en esta ocasión.
La tienda de campaña que compartía con Aer, Rune y otros tantos elthean era amplia. Cada uno contaba con su propio saco para descansar y aunque el suelo del exterior era duro, el tumbarse allí le pareció tan agradable como si de su propia cama se tratara. No necesitaba una almohada apropiada, y aunque en un principio le costó conciliar el sueño, no tardo en quedarse dormido. Demasiado había pasado en poco tiempo y aquel fue el primer momento en el que pudo descansar.
Horas más tarde, o eso es lo que creyó, durante un brevísimo instante pensó que había regresado a su casa. Sin embargo, no escuchaba a sus padres con su habitual parloteo o los ruidos de la gran ciudad. Ni siquiera el oído lejano del televisor con las noticias de fondo. En lugar de ello alguien insistía para que despertara. Tanto Aer como Rune estaban a su lado, alternando la mirada entre él y la salida.
—Tenemos que irnos, Finnian —dijo Aer, calmado pero alerta.
—Ahora. Venga, levanta —le urgió Rune.—. No podemos perder más tiempo.
—¿Qué está pasando? —dijo Finnian, aún con cierta somnolencia.
—¡Nos están atacando! ¿Aún seguís así? —exclamó Kay, entrando en la tienda—. Es el que acabó con nuestros compañeros, ha vuelto.
—¿Cómo estáis tan seguros de ello? —dijo Finnian.
Ese no era el Kay tranquilo y carismático que conocía, sino el guerrero haciendo frente a una terrible amenaza. No mentiría, nadie lo haría con algo así. Asintiendo sin añadir nada más, cogió la mochila y se la echó al hombro, siguiendo el paso del cuarteto mientras le escoltaban hasta el exterior. Si antes pensó que Alta Espada se encontraba en un estado lamentable, el cambio de ahora no tenía ni punto de comparación.
Más muros destrozados, Pequeños Guerreros heridos y tirados en el suelo y hasta los pocos edificios del patio exterior estaban en llamas. Pronto, su visión reparó en Theri, quien luchaba contra el enemigo desconocido a quienes todos temían.
Incluso con lo grande e intenso que era el vikingo, la diferencia de su pelea con los leopardos era evidente: estaba perdiendo. Entre la penumbra de la noche apenas podía percibir el aspecto que tenía aquel elthean que carecía de piedad, aunque el sonido de los golpes que lanzaba, impactando sobre la armadura del guerrero, retumbaban como un tambor. Y que si contra los leopardos salió casi ileso, las heridas que estaba recibiendo debían ser peores, pues no lograba acertar con sus golpes. Entonces fue lanzado contra la misma tienda de la que salieron.
—Tenemos que marcharnos, ¡ahora! —exclamó Rune.
—¿Y dejarles así? ¿Después de todo lo que han hecho por nosotros? —dijo Finnian.
Alzó tanto la voz que llamó la atención de los presentes, incluso de su enemigo. Tan rápido que a sus ojos le costaba captarlo, pronto vio a una criatura no mucho más alta que él que se sostenía sobre las dos piernas. Desprendía un aura morada que le impedía ver con claridad cómo era, pero sus ojos rojos y las cuchillas de sus brazos fueron suficientes para que prefiriera ver a los leopardos otra vez.
Aquel elthean se detuvo frente a él, casi como si estuviera observándolo, para después alzar uno de sus brazos, dispuesto a atacarles hasta que algo cambió. Una luz blanca se extendió por el castillo, iluminando todo su alrededor, proviniendo de su colgante. Rune se había puesto delante de él, igual que Aer, en un intento para defenderle. Entonces ella resplandeció, cambiando de forma. Cuando su luz se extinguió, Rune apareció como una majestuosa águila de plumas marrones y negras, con unos cuernos imponentes en la cabeza. De su pico nacieron círculos de energía rojiza que atraparon a aquel elthean sacado del infierno.
—¡Rune ha evolucionado! —exclamó Aer.
—Tenéis que marcharos. ¡Ya! —gritó a lo lejos Theri, siendo ayudado por Fee a levantarse.
—Subid a mi espalda, de prisa —dijo Rune, aunque ahora tenía una voz mucho más grave que su versión enana.
—¡No podemos dejarles aquí así! —gritó Finnian, señalando a su alrededor.
—No hay otra alternativa —dijo Kay cuando su enemigo se liberaba sin apenas esforzarse.
—Ese elthean te está buscando a ti, Finnian. ¿Lo entiendes? —dijo Aer—. Tenemos que sacarte de aquí.
¿Cómo podía estar tan seguro? No quería dejarles atrás, pero qué otras alternativas tenían si los Pequeños Guerreros habían perdido, dudaba mucho que Rune pudiera marcar una diferencia. Mientras trepaban sobre ella, Aer lanzó un puñetazo de aire hacia aquella cosa, llamando su atención.
—¡Eh! Intenta cogernos si puedes.
Después de un fuerte aleteo, ya en las alturas comprobaron que el elthean les observaba, ignorando todo lo que había a su alrededor. Entonces alzó uno de sus brazos y de él brotó una hoz de energía que fue directa hacia ellos, rozando a Rune en una de las patas en el proceso.
“¡Agarraros!”, exclamó la elthean, volando para alejarse del castillo y huyendo de aquel enemigo que seguro volverían a encontrarse.
Advertisement
Rebirth Of The Urban Immortal Cultivator
Chen Fan, the great cultivator, failed to transcend the Tribulation of Heaven: the final stage of his cultivation. Little did he know that this accident would bring him back to Earth and turn back time to five hundred years ago when he was just a teenager.
8 1091The Angel System: Outer Heaven
"Outer Heaven" The place where one can start a new life of Paradise. The world is suffering from a huge surge of suicides that are done in pursuit of a land called "Outer Heaven". According to a cult, if you place a brand on your arm and chant magic words, after dying you are transported to a new world of paradise. After losing his fiance in a devestating catastrophe, Lucius, an arrogant man who had never known loss comits suicide, transporting him to this new world. When he gets reincarnated as an Angel with a strange power that allows him trancend his angel form. He pledges to live his second life differently, living for others rather than himself. But as he spends more and more time in this Sanguine Paradise he begins to question whether he truly has made it to heaven, and sets out on a journey to find the truth of this mysterious place.
8 161Love, Napalm & Homicidal Fairies
When Nasilain started traveling between worlds, she hadn’t expected to get caught by a police officer. Nasilain: Traveling between worlds always filled Nasilain with dread. All those men with their friendly smiles and hundreds of questions. What was the last movie she watched? What music did she like? What country was she from? If Nasilain could use magic in this world, she would’ve blocked the flow of calcium ions in their jaw muscles just to shut them up. The scientific knowledge she could find on the internet using the free Wi-Fi in one of the local coffee shops forced her to tolerate the occasional interrogation. But even hipsters were better than Seth, the beefy police officer that caught her teleporting. Apparently, she wasn’t allowed to lie to him, which was fine as long as he didn’t ask about the clone. Seth: Seth had seen his share of bad luck. On normal days, it manifested as a shoulder injury that got him discharged from his SEAL team or wounding a civilian while on the police force. But landing in a parallel dimension with elves in neon green pants, a cute mad scientist with magical abilities, and swarms of carnivorous fairies? That was a first. At least Nasilain promised not to use her magic to split atoms. Content warning: This book DOES NOT contain zombie fairies. Everything else is fair game though.
8 125The Soldier
The tensions between the U.S and Zeloria are reaching a tipping point and the infant nation of Pithoria is caught in the crossfire. In order to prevent conflict, a NATO peacekeeping force comprised mainly of American and British troops is deployed to the island. One of whom is Sergeant Robin Black, who discovers that restoring peace to the island nation may prove more difficult than previously thought.
8 191TantaMount
Premise:Leo Renaud is a twenty-nothing year old living out his best years in questionable fashion. An average student with a small group of tight knit friends, he is obsessed with a relatively outdated MMO called TantaMount, relegated to obscurity due to its high level of difficulty. One morning he gets knocked down by a head turning ninja chick riding a motorcycle, who he swears he has seen as an NPC in TantaMount, and for obvious reasons, can't get her out of his head. And lately, players in TantaMount have been leaving the game (major players) and never heard from again. His best friends are skeptically behind him, but three large virtual mountains and many more obstacles block their path to understand what is going on, and the implications it might have in their world and the virtual one. Game on.
8 139Photo of my life (Jensen X Reader)
Who would have thought that a simple photoshoot would change my life forever?Disclaimer: I have nothing against Danneel. I actually think that she is amazing.
8 148