《La puerta de Maltras》Especial 35: Esperanza y desesperación en la frontera

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Especial 35: Esperanza y desesperación en la frontera.

*Punto de vista en tercera persona*

El carro de transporte no se encontraba lejos del siguiente punto de revisión… Pero esquivar ese lugar era la meta.

Si pasaban demasiado cerca, los soldados los encontrarían y los matarían... Incluso a las mujeres y niños, lo más probable a ellos primero para causar un mayor miedo y sufrimiento en los demás.

Pero también estaban cerca de la frontera con Eralgia, Borus calculaba que no faltarían ni dos días para llegar.

¡Solo dos días más y estarían todos a salvo! El solo pensar en una vida libre del miedo de ser asesinados por el capricho de un humano les hacía sentir una felicidad sublime.

Un grupo de 40 personas, dividido en seis razas distintas, había logrado atravesar gran parte de un territorio que era hostil hacia todos ellos… Siendo que de hecho, se trataba del lugar donde nacieron.

El recorrido no fue fácil… No podían acercarse a pueblos o ciudades, ni siquiera a aquellas donde había habitantes no humanos. Debían conseguir comida por cuenta propia y racionarla muy bien.

Hacer rondas de vigilancia fue algo que todos debieron aprender.

Pero todo valió la pena ahora que por fin eran libres… Solo debían esperar un poco más.

“Su excelencia… Todavía me queda una poca del agua que conseguimos en el último manantial… Por favor, bébala.” (hombre kikol 1)

“No puedo aceptarla… Esa agua es para tu mujer y tu niño.” (Erane)

“Nosotros estamos bien… Es la oráculo quien necesita del agua debido a su raza.” (mujer kikol)

Erane, una oráculo alraune del espíritu Itred. Los hombres y mujeres kikol que viajaban con ella se habían convertido en sus seguidores, pero le ponían las cosas difíciles cuando estaban dispuestos a hacer sacrificios por ella.

Pero Erane había hecho también a una amiga, alguien que la respaldaba de una manera más cercana, cuyas acciones no la hacían sentirse incómoda.

“¡Erane va a estar bien! Yo tengo agua suficiente para las dos que nos durará hasta que lleguemos a la siguiente parada de descanso… Conserven esa para que se mantengan fuertes y la puedan continuar apoyando.” (Eos)

“...Tiene toda la razón, señora Eon. Disculpenos por haberle causado inconvenientes, gran oráculo.” (hombre kikol 1)

La familia aceptó la respuesta de Eon y regresaron a sus lugares… El hombre le dio entonces de beber a su hijo.

“Gracias, Eos.” (Erane)

“Para eso soy tu amiga, Erane… ¡Ahora bebe! Te noto cabizbaja por la falta de agua.” (Eos)

“¡No estoy cabizbaja, Eos!... Pero si tengo sed, aceptaré tu oferta.” (Eon)

Esa misma tarde, el carro tomó una desviación a través de un valle rocoso… Un lugar en extremo peligroso. Podía haber monstruos o vigías escondidos detrás de cualquier roca… Sin embargo, este valle era la única opción a tomar para esquivar la estación militar, por lo que no quedaba de otra más que ser cautelosos y estar alertas. No le estaba de más rezar a los dioses para tener éxito.

“Hay un pequeño estanque por aquí cerca… Pero no podemos quedarnos mucho. Solo nos abastecemos de agua y continuaremos hasta salir del valle.” (Borus)

Nadie levantó una objeción a las palabras de Borus pese a estar agotados de llevar tanto tiempo dentro del carro. Él era el guía y sabía lo que hacía.

Desde adentro del vehiculo, muchos ayudaron a su benefactor en vigilar los alrededores.

“Escucho algunos pasos en aquella dirección… ¡Son personas!” (Eos)

Eos no era una elfo, pero sus oídos de halfling eran también muy buenos… Y como todas las personas de su raza, era muy buena anticipando los peligros ocultos.

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Borus llevó rápidamente el carro hasta un rincón donde las piedras servían como buen escondite… Varios hombres de las diversas razas que venían viajando con él se bajaron del carro y cuidaron que los caballos no hicieran ruido.

Fueron minutos de angustia para todos. Erane le rezó en voz baja a su espíritu protector para que le ayudará a llegar a salvo con su futuro esposo y así pudiera cumplir su visión.

“Tienen animales con ellos… Es probable que sean perros.” (Eos)

Las malas noticias no dejaban de aparecer. Personas en esta área en compañía de perros solo podía significar una cosa: una patrulla de exterminio.

El grupo no era el único en querer mudarse a Eralgia, miles de personas de todas las razas, algunas veces hasta seres humanos, buscaban huir del Imperio es búsqueda de la libertad.

Sin embargo, incluso si les trataban mal, los gobernantes les necesitaban, fuera como mano de obra pesada, esclavos, juguetes, o como animales para cazar. Además, cada persona que dejaba Rasder poseía al menos un poco de conocimientos que su enemigo del oeste podría usar en su contra… Y aunque no les gustaba admitirlo, una gran fuerza y potencial para aumentar las fuerzas de un ejército.

Es por eso que no les dejarían marcharse tan fácilmente.

En pueblos, aldeas y caminos cercanos a la frontera con Tulser o el paso de la esperanza (un pequeño valle entre las montañas y el océano), grupos militares cuidaban que los fugitivos no lograran cruzar la frontera.

Sin excepción, los no humanos no se podían acercar a estas poblaciones ni podían ser encontrados en los caminos ni en los alrededores de estos. De lo contrario se les ejecutaría de la peor forma posible.

Estos grupos de vigilancia eran las temidas ‘Patrullas del exterminio’.

Sus equipamientos eran muy buenos, así como su adiestramiento en combate. Se decía que cada hombre podía hacerle frente a un oso empalador por cuenta propia cuando estos bajaban ocasionalmente de Tulser.

Pero sus armas más peligrosas eran los perros que les acompañaban. Reaccionaban al olor de cualquier no humano y tenían un olfato impecable.

Esconderse entre las rocas no les serviría de nada contra las narices de esos sabuesos.

“Mami… ¡Tengo miedo!” (niña de piel azul)

“T-Tranquila, mi amor… T-Todo va a salir bien.” (mujer de piel azul)

Una niña pequeña comenzó a sollozar asustada. Su madre trató de calmarla pero estaba igual de asustada.

“¡Shhhh! ¿Quieren que nos descubran?” (hombre kikol 2)

La madre lo negó en silencio, pero el reclamo del hombre asustó más a la pequeña, quien dio muestras de romper en llanto en cualquier instante.

“No llores, pequeña… Los dioses y el gran Itred nos mantendrán a salvo.” (Erane)

La joven oráculo extendió sus manos para tomar por las mejillas a la niña que estaba por llorar y de dirigió una cálida sonrisa… Haciendo que el temor no solo de la infante, sino de los demás presentes, desapareciera al instante.

“¿Puedes darme un poco más de agua, Eos?” (Erane)

“Claro… Aunque ya no nos queda mucha.” (Eos)

“Con ésta bastará…” (Erane)

Eos le entregó la cantimplora a su amiga y esta se bebió todo el contenido… Tras beber el vital líquido, Erane cerró los ojos y comenzó a meditar.

“Flores del campo, maravillas de la tierra, bañen el mundo con su irresistible perfume, cubran de alegría a todo bosque, montaña y pradera, que no haya rincón que falte ni persona que se resista… ¡Fragancia de las bendiciones!” (Erane)

No pasó nada… O al menos eso parecía. Todos los presentes pudieron percibir un agradable aroma en el aire… Era el de una flor, no sabían cual pero todos sentían que la conocían.

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“Esto hará que los perros no nos encuentren. Solo mantengámonos en silencio hasta que se vayan.” (Erane)

La peculiar magia no parecía la gran cosa, pero a hombres, mujeres y niños, les hizo sentir una sólida confianza en que todo estaría bien.

Pasadas dos horas, las pisadas no se les acercaron… Pero tampoco se alejaban mucho, dichas personas estaban empedernidas en buscar en la zona.

“¿Todavía no se van? Los caballos requieren beber agua y ya no me queda.” (Borus)

No solo los animales necesitaban agua, sino también las personas… Podrían esperar por más tiempo, pero si los patrulleros no se movían, las cosas se pondrían feas.

“No, solo dan vueltas en los alrededores pero no se van… ¿Será que se van a estacionar aquí?” (Eos)

“Tal vez otros migrantes fueron capturados cerca de aquí y este les pareciera un punto donde podrían atrapar a otros… O alguien de entre nosotros es un espia.” (Borus)

Eos y Borus discutían en voz baja para que el resto no les escuchara y volvieran a entrar en caos, también se alejaron un poco del resto... Querían evitar preocupar más a sus compañeros, suficiente estrés les causaba ya tener que continuar esperando.

Gracias al buen oído que tenía la halfling, se había convertido en una excelente ayudante durante el viaje… También sabía manejarse y no caer ante el miedo con tanta facilidad…

“No podemos decirle nada a los demás hasta tener la certeza de que sea así… E incluso siéndolo, tocar el tema causaría mucha confusión y desconfianza.” (Borus)

Al principio, la sugerencia de Borus no le pareció buena… Pero recordando la reacción que tuvo Erane anteriormente, decidió aceptar.

“(Perdóname, Erane… Te lo contaré todo cuando toquemos Eralgia.)” (Eos)

“....así… resultado… victoria...” (voces)

“Espera, escucho algo.” (Eos)

Las personas llegaron a acercarse lo suficiente como para que Eos pudiera escuchar lo que decían. Eran malas noticias, pero quizás sabiendo de lo que hablaban, el grupo podría encontrar la manera de salir del embrollo y continuar con el camino.

“¿Cuánto tiempo más tardará en llegar?” (voz 1)

“Al parecer un poco más, pero por mi que no llegue… No quiero lidiar con enfermos.” (voz 2)

‘¿Enfermos?’ le susurró Eos a Borus.

“No tengo idea, pero suena a algo que podemos usar… Necesitamos más información… Continua.” (Borus)

Eos asintió en silencio y prestó atención a la plática entre los merodeadores… Desgraciadamente, escuchó algo que inmediatamente destruyó las intenciones de Borus.

“Oh, mira… Debe ser ese que viene ahí.” (voz 3)

Un grupo de seis hombres y seis perros esperaban a que se acercara el carruaje que habían divisado.

Cada hombre tenía un físico imponente, uno que cultivaron tras largos años de entrenamiento y que no perdería contra el de otras razas de musculatura espesa, como sería el caso de los orcos.

También tenían armaduras de bronce muy gruesas, cuyo peso le impediría moverse a un humano ordinario, pero que a ellos no parecían estorbarles.

Así era la élite de la frontera.

El conductor del carro se detuvo de inmediato al verlos… Se mostraba asustado, pero cualquiera lo comprendería.

“El oro humano brilla más…” (hombre corpulento 1)

Uno de los soldados apuntó la gran hacha doble que traía consigo en contra del conductor… Exigiendo que continuase la frase.

“...cuando se limpia de la suciedad que lo rodea.” (conductor)

El hombre era también humano, pero era muy distinto de aquellos que tenía enfrente… Y lo que le habían hecho decir, no lo dijo con gusto.

“¡Eeek!” (vocecilla)

Un ligero chillido provino del interior del carro…

Los miembros de la patrulla sonrieron sádicamente y fueron a abrir el carruaje por la parte de atrás. Solo uno de los soldados se quedó junto al conductor.

“Felicidades por haber sido escogido para este envío, con esto podrá limpiar la vergüenza que es su vida… Maldito traidor.” (hombre corpulento 1)

“Hey, no se ven muy ‘adecuados’ que digamos.” (hombre corpulento 2)

Le llamó uno de sus compañeros, quien había encontrado algo que le parecía raro.

“Los inútiles de Eralgia se darían cuenta de que llevan la enfermedad con ellos y les impedirían continuar avanzando… Tu eres nuevo pero los demás deberían saberlo ya.” (hombre corpulento 1)

Se trataba de una estrategia que venía usando el Imperio de Rasder desde hace ya algún tiempo: mandar personas enfermas a Eralgia y a Tulser con la esperanza de debilitar al reino desde adentro…

Los principales blancos eran las fortalezas y poblaciones ubicados en el paso de la esperanza…

Se trataba también de un plan del que Eralgia ya conocía y habían tomado sus respectivas precauciones desde hace tiempo también… Pero era algo que los oficiales del Imperio fallaban en ver.

“Continúen por este valle por otro día mas, viajen a sudoeste en cuanto salgan y llegarán al punto establecido… Si no cumple ya sabe lo que pasará.” (hombre corpulento 1)

“Pero… Las personas…” (conductor)

“Ellos se mantendrán callados… Les daremos un recordatorio para que no hablen.” (hombre corpulento 1)

Los compañeros del sujeto le miraron con ojos expectantes, a lo cual él asintió tranquilamente.

“¿Cuál dará un mejor espectáculo...?” (soldado corpulento 3)

“¿Que tal ese de ahi?…” (soldado corpulento 4)

Todos estuvieron de acuerdo con él, y dirigieron su atención a un joven dentro del carro… De aproximadamente unos 15 años con orejas grandes y completamente redondas.

Los demás pasajeros se acongojaron apenas los patrulleros vieron al joven.

Sabiendo que algo terrible estaba por ocurrirle, él trató de escapar pero no tuvo oportunidad contra sus agresores.

“¿Que van a hacerle? El duke dijo…” (conductor)

“Ya te lo dije. Hay que hacerles un recordatorio a todos los demás sobre lo que le pasaría a sus familiaridades si abren sus bocas… Y también, en dado caso de que este valle fuera usado por otros traidores, estos se den cuenta de que estuvimos aquí.” (hombre corpulento 1)

“Ya tenemos preparada hasta la leña… Je, je, je, je…” (soldado corpulento 2)

Al escuchar el macabro acto de los soldados de la patrulla, Eos se cubrió los oídos mientras se esforzaba en no romper en llanto… Erane sintió la condicion de su amiga, salió del carro y fue a su lado.

“Eos… ¿Que fue lo que te…?” (Erane)

“Ojalá este Imperio y los malditos que lo dirigen encuentren un horrendo final… Que el juicio de los dioses caiga sobre todos ellos.” (Eos)

Viendo el estado de su amiga y compañera, Erane la abrazó contra su pecho.

No fue sino hasta que pasaron tres horas que los miembros de la patrulla se retiraron lo suficiente como para que pudieran reanudar el viaje.

Eos pidió ausentarse un momento e ir a ver algo antes de marcharse… Erane le acompañó y su expresión se ensombreció con dolor cuando descubrió lo que Eos quería visitar: los restos calcinados de una persona.

Había brasas que todavía estaban enrojecidas, y los huesos todavía expelían humo… No había sucedido hace mucho.

“Yo… Puedo hacer unos ritos de purificación. Tengo mucha experiencia en ello.” (Erane)

“Fueron soldados de la patrulla del exterminio… Yo, no quería que se extendiera el pánico, así que no te llamé… Y también acepté guardar en secreto una sospecha de Borus sobre un probable espía entre nosotros…” (Eos)

“¿Y? ¿Cual es el problema? Me parecen juicios razonables.” (Erane)

“Yo… Solo quería disculparme. Perdona por tratar de esconderte algo importante, Erane.” (Eos)

Con la cabeza baja todo el tiempo y sin voltear a ver a la alraune, Eos se disculpó con voz quebrada. Erane asintió, callada, conmovida.

Ella pasó a un lado de la chica con quien logró entablar amistad en poco tiempo… Le acarició la cabeza y se acercó hasta los restos para iniciar el ritual.

Antes de partir, Eos le advirtió a todos de que el estanque había sido envenenado, así que deberían buscar otras fuentes de agua…

Fue hasta la noche, en un pequeño arroyo más adelante, que todos lograron satisfacer su sed.

El resto del trayecto tuvo sus altibajos también, pero no ocurrió nuevamente algo que los expusiera a un gran peligro… Y de manera poca ceremonial, el carro llegó al punto donde Borus había acordado encontrarse con los soldados de Eralgia para así entrar al reino.

Dichos soldados eran nagas, quienes les acogieron desde la base de las montañas en Tulser del sur y les guiaron hacia una mejor y nueva vida… O al menos para la mayoría…

Pero para algunos, las aventuras estaban apenas por iniciar.

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