《El aficionado [Español] [Completo]》13. El torneo

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Por la tarde, fue a entrenar. En los últimos 5 minutos que daban por finalizados los 15 que habían destinado a golpear las bolsas, el joven, a quien Leo no le caía bien, sintió un tirón luego de patear la bolsa alternando patadas. Fue la segunda que lanzó con su pierna hábil, elevando la altura.

—No te exijas tanto —le pidió el entrenador.

—Si falta un montón para el torneo.

—¿Cuándo es? —preguntó Leo.

Todos los presentes quedaron desorientados.

—Faltan 4 meses —le respondió el entrenador.

—¿Son muy buenos los que pelean?

De nuevo, todos se quedaron callados.

—Gané el torneo el año pasado tirando un par de piñas y patadas. No es gran cosa, pero vos no estás para pelear.

—Para el de diciembre podés llegar. Para este no creo —dijo Ulises.

—Tiene mucho por aprender —dijo una de las chicas.

—Está bien —dijo Leo.

—No puede aguantar ni un asalto —dijo el campeón.

—¿Apostamos? —dijo el, quien no permitiría que lo rebajen.

El campeón lo miró serio.

Quien te crees que sos. Venís a entrenar cuando querés y Ulises te tiene como la próxima leyenda.

—Si aguantas un Round, estás para competir. Si no aguantas, vas a esperar hasta diciembre.

Asintió con la cabeza.

—Si nunca entró a la jaula, lo va a matar —dijo otro de los que entrenaban.

—Si lo estoy permitiendo, es porque lo puede conseguir.

Leo entró primero, sin miedo y sin pedir permiso. Lo cual asombró a los presentes. El campeón ingresó a la jaula con una cara que intimidaba. Era más alto, por cuatro centímetros llegando al metro ochenta. En pesaje estaba un kilo por encima, con un porcentaje de grasa similar.

No quiso chocar guantes y dio el primer golpe. Un Jab que impactó en la boca de Leo. Subió la guardia, lo suficiente como para bloquear otro golpe igual. Le tiró una patada baja con su pierna delantera. Leo sintió el golpe, pero no se preocupó. Sin perder estabilidad retrocedió un poco. El campeón fue a buscarlo con la combinación de directo con giro. Fue muy veloz, pero el zurdo pudo leer la combinación y cubrir el primer golpe cerrando la guardia y con rapidez movió la guardia de su derecha unos centímetros subiendo la altura.

—Leo anda con suerte —dijo la misma chica que lo trató de inexperto.

—No sé cómo bloqueo eso. Si impactaba el manotazo la pelea terminaba —dijo otro de los compañeros.

El campeón se alteró al ver que Leo bloqueó su ataque. Lanzó una patada frontal que no tuvo problema en esquivarla, desplazándose hacia su derecha. Sin dificultad, apenas se desplazó le tiró un cruzado. Impactó en el mentón. El campeón retrocedió un poco y subió la guardia, por precaución, ya que por más que fuese un principiante había bloqueado, esquivado y lo había golpeado.

—¡La pelea se puso buena! —dijo Ulises contento.

Analizó la postura de Leo. Su mano izquierda, a la altura de su mentón se movía con rapidez unos segundos, pasando de cubrir el mentón a la mandíbula. Su derecha estaba baja, pero si tenía tan buena reacción, no le jugaría en contra.

«Con una buena combinación lo noqueo. Se terminó el juego»

Estiró su brazo delantero para marcar distancia, a lo que Leo creyó que llegaría y lo golpearía, por tratarse de cerrar el puño. Subió la guardia al instante. Al bajarla, lo atacó.

«Ahora»

Sin retraer el brazo, lanzo el Jab con paso, seguido de un cruzado, un gancho, otro cruzado y un uppercut.

Los primeros tres golpes y el ultimo impactaron en su rostro. Al tenerlo a corta distancia, Leo atacó con un directo doble. El primero al mentón y el segundo, en su labio superior. Sin freno con el mismo puño, lanzo un gancho más alto, buscando la sien que logró impactar.

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El campeón retrocedió, y el zurdo se movió un poco hacia su izquierda ya que se estaba encerrando. Se midieron casi por quince segundos, y cuando el campeón lo estaba por buscar para tumbarlo y ganarle la pelea en el piso, Ulises habló.

—Tiempo.

—Te subestimé —le dijo el campeón al salir.

—Fue una buena pelea —reconoció el entrenador —. Si querés pelear en el torneo, vas a tener que venir todos las martes y jueves, y los sábados a la mañana sin excepción. Vas a seguir una dieta y una rutina de entrenamiento.

—Si, no hay problema. Gracias por la oportunidad.

El jueves, fue un rato antes para que lo informe acerca del torneo, su dieta y entrenamiento.

—Hola Leo, hay un inconveniente.

—¿Qué pasó?

—Te quería inscribir en 77 kilos, pero no me lo permitieron. Son categorías de ocho participantes y no puede haber dos del mismo gimnasio en la misma categoría. Lo ven como injusto, y tienen razón.

Leo se quedó callado, sintiendo que ya no podría pelear.

—Vas a tener que bajar hasta los 70.

—Está bien en los 70 kilos —dijo conforme—. Con un buen corte de peso, ¿puedo llegar a los 75?

—No, no hay más corte de peso.

—¿Cómo que no hay más?

—Hace bastante que no hay más corte de peso. ¿No te enteraste lo que pasó?

—No.

—Un luchador se sacó una foto en ochenta y dos kilos y medio, yendo hacia la pelea, y un fanático aprovechó para presentar una demanda por estafa; ya que había pagado por una pelea en la categoría de 77 y el creía que de verdad iban a pelear en ese peso. A la demanda se le sumaron los médicos, que empezaron a decir todos los daños para la salud que genera el corte de peso y no tuvieron otra opción que empezar a hacer los pesajes antes de pelear.

—Ahora es mejor —dijo Leo.

—Si, pero para este torneo salís perdiendo.

En ese instante, se acercó un alumno.

—No, no voy a pelear en 70 kilos. Ya estoy muy flaco, en 70 voy a ser un palito.

—No hay otra opción.

—Puedo subir a los 84.

—No, 84 es mucho. No tenés altura para ese peso —dijo el alumno.

—Vas a pelear contra tipos mucho más altos, con más alcance. No te conviene.

Se acercó el campeón, y la joven que no le tenía confianza.

—Si estamos en el mismo peso, y ellos son más altos, yo voy a tener más masa muscular y puedo pegar más fuerte.

—Si, también podés ser más gordo y más lento —dijo el alumno.

—¿De que hablan? —preguntó el campeón.

—Quiere pelear en 84, antes que en 70.

—Si, quien sabe. Si se pone groso puede dar pelea.

—¿Cuánto estás pesando?

—75, 76.

Fueron hasta la balanza. Dio 76,300 kilos. También midieron su porcentaje de grasa. No era exacto, pero era entre un 12 y 13%. Cómo sus brazos resaltaban, decidieron medirlos. 36,5 cm.

—Si llega a los 40, se vuelve peligroso —dijo el campeón bromeando.

El lunes por la tarde pasó por el gimnasio.

—Acá está la dieta y el entrenamiento. Contando esta semana, nos quedan 4 meses. Tenés que conseguir un volumen lo más limpio posible. Lo ideal es que llegues a los 85 kilos, con un porcentaje de grasa de un 16%, 17 cómo mucho. No más que eso. Las últimas dos semanas con un termogénico das el pesaje.

—Quiero que seas sincero. ¿Tengo oportunidades de ganar, o voy a pasar vergüenza? Para eso no peleo.

Ulises tardó unos segundos en hablar.

—Vas a pelear con mucha menos experiencia que los otros peleadores, pero si seguís la dieta y los entrenamientos a rajatabla, es un punto a tu favor. Si entrenas con la máscara de entrenamiento y los otros no, otro punto a tu favor. Vas a tener que venir todos los sábados a las 9 —estuvo por preguntar, por lo que siguió hablando—. Más tarde entrena el otro competidor.

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—Vengo a las 9.

—Es difícil que ganés el torneo, no te voy a mentir, pero cada eslabón cuenta. Si te esforzás más que ellos, tenés la posibilidad.

Dieta para Leo

Calorías estimadas: 3100-3200.

Objetivo: Volumen para los 85

Desayuno

150 gramos de copos de maíz

1 batido de proteína

1 turrón de maní sin azúcar agregada

Jugo de remolacha (un vaso), si no te gusta agrega exprimido de naranja.

Almuerzo

Carne, pollo o pescado 150 gramos.

Pasta a elección 150 gramos.

Agrega la salsa que más te guste.

Acompañar con 50 gramos de brócoli, espárragos o espinaca.

Merienda

Igual que el desayuno.

Cena

Igual que el almuerzo.

Ultima comida

Nueces, almendras, semillas de girasol o fruto seco elegido 50 gramos y una porción de gelatina sin azúcar.

Beber 2 litros de agua al día.

Entrenamiento:

9 a 11 reps.

Lunes:

A la mañana o en otro horario anterior al entrenamiento: Piques a velocidad máxima 15 minutos con mascara de entrenamiento.

Press de banca x4

Remo sentado x4

Bíceps en banco inclinado x3

Tríceps en polea x3

Peso muerto x3

Estocadas x3

Miércoles:

Flexiones con nudillos x4. Si superas las 11, usa el chaleco de 5kg.

Dominadas x4

Serie hombros laterales y frontales x4

Pantorrillas x4

Trapecios encogimientos x4

Abdominales sup x3, inf x3

Viernes:

A la mañana o en otro horario anterior al entrenamiento: Piques a velocidad máxima 15 minutos con mascara de entrenamiento.

Aperturas con mancuernas x4

Remo con barra x4

Bíceps martillo x3

Tríceps patada de burro x3

Sentadillas x3

Prensa x3

La nueva rutina de Leo. Se levantaba temprano, a las 8:45 o 9 más tardar. Desayunaba y si se tratase de día lunes o viernes, realizaba el entrenamiento de piques. No corría sobre el pavimentado, al igual que las demás personas. Debía cuidar sus articulaciones, una simple lesión lo dejaba afuera del torneo. Corría sobre la arena. La primera semana le resultó molesta la máscara de entrenamiento. Era cuestión de adaptarse. Al regresar, se duchaba y empezaba a organizar todo. Las compras las hacían por la tarde, pero si faltaba una mínima compra de último momento, tenía que realizarla. A las 11:15 ya estaba preparado para entender las llamadas. Génesis ya no contaba con su ayudante y no podía hacer todo ella, por lo que también la ayudaba a cocinar y empaquetar. Para las entregas, la primera semana las realizó caminando, ya que, en el auto de ella, perderían el dinero que ganaban en nafta. En la segunda semana compró una moto. No la deportiva que quería tiempo atrás, una más simple para realizar los pedidos. Con el nuevo entrenamiento, le resultaba desgastante caminar de un lado a otro, y hasta correr. Al regresar, almorzaban juntos y pasaban la tarde. Algunos lunes o miércoles, entrenaba temprano y por la tarde visitaban a la familia de ella. Por la noche, iban al cine, paseaban por la capital o se dormían temprano para el nuevo día.

Los entrenamientos del día sábado, eran de 9 a 10. Si llegaba tarde, era tiempo perdido, ya que de 10 a 11 debía entrenar el campeón.

Entrenamiento del primer sábado

—Nos vamos a enfocar en la definición en el piso. Al nivel que vas a pelear, pocos peleadores son efectivos. Consiguen tumbar al rival, y cuando se deciden por golpearlo, ya es tarde. Ya subió la guardia. Apenas cae al piso, ya tenés que estar listo para noquearlo en los siguientes segundos.

—¿No me conviene buscar sumisión?

—Quiero que prioricemos el nocaut en momentos donde los segundos están contados y no tenés tiempo porque cuando le agarraste el brazo, la pierna o le ganaste la espalda, ya terminó la pelea.

—Terminarlo apenas cae.

—Exacto. Sos zurdo, la combinación desde el suelo puede ser tres golpes rápidos, codazo y gancho con la derecha. Es una sugerencia. Las combinaciones las vas creando a tu parecer y comodidad.

El entrenador sostuvo el muñeco, ya que no tenía soporte. Leo con rapidez lo tumbó. Al posicionarse, golpeó alternando ganchos.

—No. Así vas a perder tiempo y no lo vas a poder noquear. Sonó la campana, lograste posicionarte. Te soportó los ganchos y la pelea terminó. Perdiste por puntos. No le tenés que dar tiempo a que arme la guardia y si la arma, la tenés que romper. Probá la combinación que te dije.

Leo practicó la combinación. Le resultó un poco incómodo, golpear con la parte baja de la palma, ya que lo había practicado en pocas clases.

—No son golpes tan fuertes —le dijo haciendo referencia a los puños martillos —, pero por el ángulo y la rapidez en que se ejecutan es la opción ideal. Ya te queda de paso pegar el codazo y con el gancho ya lo desconcentraste. Seguí con los codazos o los golpes rápidos y si te queda cómodo tirar un gancho, tiralo. Lo noqueaste.

Entrenamiento del segundo sábado

—Vamos a seguir entrenando los codos. Si tu oponente te tira una seguidilla de piñas, al instante, subí la guardia para que no te noquee y contrataca con los codos. Va a ser impredecible.

Practicó los distintos tipos de golpes de codos contra la bolsa. Luego de unos minutos, descansó y se lo preguntó.

—¿Está bien pegar codazos?

—Siempre está el debate si está bien o mal éticamente pegar codazos. No está muy bien, pero un codazo te puede dar vuelta un combate. ¿Tendrían que prohibir todos los tipos de codazos?, o ¿sería mejor que se utilicen protectores?

—Sería más seguro.

—Si, pero no vendería tanto. Después van a pedir que se utilicen protectores para los pies, para las rodillas y los combates ya no daría gusto verlos. Si nos ponemos a ver que está bien y que está mal, hay muchas cosas que están mal en el deporte, pero al ser un negocio van a seguir igual. Ya perdí peleas por enfrentarme con tipos, que tenían una farmacia encima.

—¿Se nota mucha la diferencia?

—No te imaginás. Andá a ganarle a un tipo así. Cada piña que me tiraba, sentía que me pegaba con un matillo.

—¿Por eso dejaste de pelear?

—No. El cuerpo no está diseñado para que lo reventemos. Me disloqué el hombro derecho una vez, otra vez el izquierdo. Me rompieron dos costillas, y me rompí dos nudillos —le dijo abriendo y cerrando su mano derecha—. Ese fue el aviso de retirada.

—¿No te recuperaste más?

—Yo noqueaba mucho con mi derecha. Después de eso, no me tenía la misma confianza. Por eso siempre digo, el factor suerte en este deporte es más de lo que la gente cree. Si no tenés suerte, no vas a durar mucho.

—Sos joven, ¿hasta qué edad peleaste?

—Hasta los 26. Hace tres años que tengo el gimnasio y me dedico a entrenar peleadores.

Entrenamiento del tercer sábado

—Teniendo en cuenta que te vas a enfrentar a peleadores más altos, con más alcance, desde ya tenés que practicar el volado. Te va a resultar fácil impactar en la mandíbula. El movimiento no puede ser rápido, tiene que ser tan rápido que tu rival no sepa cómo fue, pero terminó en el piso. Practicalo.

Tiró un par de volados. La técnica estaba aceptable, aunque debía seguir mejorándola.

—Por el alcance no vas a llegar, lo vas a tener que tirar con paso. Ya sea directo, subiendo un poco la guardia con la otra mano o tirar un Jab con paso y ahí agregar el volado.

Lo practicó la primer media hora.

—Otra técnica que vamos a practicar por esta situación, es el gancho al hígado. O la técnica que te trajo hasta acá, el destructor de estómagos.

—¿Todavía te acordás de esa pelea?

—No me acuerdo porque se habían peleado, solo recuerdo tu contraataque.

—Fue un buen golpe.

—Un tiempo impecable.

Practicaron la combinación clásica: Jab, cruzado, gancho al hígado. Y el destructor de estómagos. Él lo atacaba y esperaba el momento perfecto para achicar distancia y contraatacar. Si el otro peleador no era muy rápido, y se descuidaba, podría funcionarle.

Entrenamiento del último sábado del mes

—Vamos a practicar el alcance. No podés darle ventaja a tu oponente, ni tampoco estirar de más, porque te podés dislocar los hombros cómo me pasó. Vas a encontrar tu alcance, ya sea para tirar golpes de puño, patadas o codazos.

Comenzó con los puños en el lugar. Después le agregó un simple paso. Evaluó que distancia debía de dar con los pasos. Practicó de la misma forma para los codos, y por último las piernas. Finalizó la media hora practicando con focos.

Leo tenía una patada baja potente, que sería mucho más fuerte cuando llegue al pesaje, pero no tenía altura para patear. Sumado que pelearía contra luchadores más altos, le iba a costar una patada a la cara. Por lo que en la media hora final la practicaron. No tenía que buscar una patada brutal, no todavía, primero necesitaba la altura.

Por el mes siguiente, siguieron trabajando en esos aspectos y al tercer mes, empezó a entrenar con el campeón. Al principio, no le parecía de mejora entrenar con un zurdo, ya que no había otro en su categoría; aunque le daba pelea y a veces, le ganaba.

Últimas dos semanas

Leo no había llegado a los 85 kilos esperados, pero estaba en 83,5. Si reducían las calorías y optaban por los termogénicos en ese momento, en el combate podía estar en menos de 82 kilos y no le podían dar ventaja. El volumen había sido un éxito. Apenas estaban tapados los abdominales, pero estaba imponente. Ulises decidió que seguiría así por esa semana, y que de acuerdo a cuanto subiera a fin de la misma, evaluarían el uso de termogénicos.

A comienzo de la última semana, decidió llamar a su familia, con la cual no había hablado hasta entonces. Los había visto en dos ocasiones, cuando visitó a la familia de su novia. Los ignoró la primera vez, y en la segunda, les dijo que no quería hablar y se terminaron alejando.

—Hola, hijo —dijo su madre llorando mientras se acercaban su padre y hermana.

—Hola. Voy a pelear en un torneo y los quería invitar.

—¿Estás loco? ¡Estás cada más vez loco! —gritó su padre.

—Si no quieren venir, no vengan. Solo los estaba invitando.

—¿Cómo vas a pelear en un torneo? ¡No tenés que pelear, si no podés ganar! No sos un peleador.

—Entonces no van a venir, no les voy a guardar entradas —dijo indiferente y cortó la llamada.

La mañana de la pelea, Leo se pesó.

—Estoy bien —dijo contento.

—¿Estas tranquilo?

—Si. Voy a dar lo mejor. Ya me imagino con el cinturón y el cheque de los trescientos mil pesos.

—No quiero hacer ningún comentario, para que después no digás que te doy mala suerte.

—Está bien. Me esforcé muchísimo para este torneo, y soy consciente que los otros peleadores también se esforzaron y entrenaron como locos, pero, no me voy a rendir. Si me van a ganar me van a tener que noquear, porque no pienso palmear. No me voy a rendir.

Génesis suspiró.

—Deberías estar preocupada, porque el beso que nos demos cuando gane el combate sea único, o mejor, preocupate por la cara divertida que vamos a poner cuando nos fotografíen con el cinturón. Esa tiene que ser tu preocupación más grande.

Combate del campeón

El lugar destinado al torneo, tenía una capacidad para cinco mil personas. Las entradas eran económicas, costaban 120 pesos y las de la pelea final, 150. La gran mayoría de las personas que asistían, eran de la capital, aunque también viajaban personas del norte y sur del país. El torneo no era televisado, ya que no era de tal jerarquía. Pero lo trasmitían en vivo y en directo por el canal de videos más conocido en el país. Para este combate las ventas ascendieron a las cuatro mil cien. Un logro en comparación al año anterior, que solo habían vendido dos mil entradas. El campeón por ser una categoría menor, peleó antes que Leo. Ingresó antes que su oponente. Le gustaba la música electrónica, por lo que optó con una canción del momento. Saludó a los fanáticos al caminar y fue al pesaje. 76,415 kilos. Ingresó su contrincante. Un Joven llamado Gino. De su misma edad, su misma altura y un alcance similar. En el pesaje dio 76,555 kilos.

—El campeón está más de 100 gramos por debajo.

—¿Qué son 100 gramos? Un par de fetas de fiambre.

—Vamos a ver que nos trae el comienzo del torneo.

—Al campeón se lo ve enfocado. Con la mirada está diciendo, el torneo es mío. No me van a sacar lo que me pertenece.

El réferi les pidió una pelea limpia. Chocaron los guantes y fueron a sus esquinas.

El campeón dio un leve paso a lo que su contrincante respondió retrocediendo. De nuevo se acercó y con agilidad fue con el uno, dos. El impacto del primer puño por encima del mentón fue certero. Con el cruzado no pudo golpearlo, ya que, Gino contraatacó con una patada frontal al estómago que lo empujó un poco hacia atrás. Lo fue a buscar con un Jab que el campeón pudo bloquear seguido de un gancho con su derecha que golpeó su oreja. El campeón al sentir el impacto fue con un Jab, cruzado y gancho con su izquierda. Al recibir los primeros dos golpes subió la guardia, aunque no le fue útil para bloquear el gancho. El campeón se volvió a acercar y lo esperó unos segundos. Gino se le tiró a las piernas y logró tumbarlo. Quiso ganarle la posición, pero el campeón ya estaba preparado para salirse. Volvieron a la pelea de pie. El campeón sin darle un respiro se volvió a acercar y amagó a tirar el Jab, para poder golpearlo con el cruzado al mentón. Lo golpeó, aunque no tan preciso ya que su contrincante al ver el amague se defendió con una patada de su pierna delantera, la izquierda. Una patada de costado que golpeó su estómago. Lo desestabilizó un poco. Ambos mantuvieron la distancia. Tras quince segundos en los que se midieron, el contrincante lo fue a buscar con una patada baja. No le pegó. El campeón la esquivó moviéndose un poco al costado. Sonó la campana y el campeón lanzó una Jab que no lo tocó. Su objetivo no era ese, era usarlo de distracción para golpearlo con su pierna trasera. Quiso golpear su mandíbula, pero teniendo los segundos contados se apuró y terminó impactando en el hombro izquierdo.

—¿Qué podemos decir del primer asalto?

—Esperaba que el campeón mostrara una diferencia más grande.

—No sé cómo lo calificaran al asalto, pero yo creo que es un punto a favor del campeón.

—En este segundo asalto se puede definir.

Mientras hablaban los relatores, el entrenador le aconsejó.

—No lo subestimes.

El campeón bebió un sorbo de agua.

—Es mejor de lo que pensaba.

—Está peleando a la defensiva. Acordate que su fuerte es la pelea en el suelo. Si te tira, que no te agarre.

Bebió otro sorbo de agua y se levantó para seguir peleando.

El campeón decidió esperarlo. Tras 8 segundos, Gino se acercó y lo atacó con una patada baja. No le importó recibir el golpe, ya que estaba midiendo la distancia para una patada alta. Apenas Gino volvía a dejar su pierna trasera en su lugar, fue con la patada por debajo de la sien. Logró golpearlo. Se adelantó con el Jab y un gancho con su derecha. Gino recibió los golpes, no lo noquearon. Solo lo marearon un poco. Sin perder el tiempo, aprovechó que estaba cerca y lo agarró de las piernas. El campeón lo agarró del cuello y forcejearon. Al no estar contra las rejas le resultó más difícil mantener el equilibrio y terminó cayendo. Gino consiguió montarlo. El campeón sabía que no podía equivocarse. Apoyó sus piernas y logró salir con un empuje fuerte de sus caderas, cuando ya le estaba buscando el brazo para una llave. Al salir, el campeón volvió a estar de pie, y lo esperó un segundo a que se recompusiera. Fue con el Jab, a lo que Gino contraatacó con un gancho. El campeón de nuevo fue con el Jab, pero le agregó el puño con giro con su derecha. Gino fue al piso y el campeón definió la pelea con un gancho izquierdo que golpeó su cabeza.

—La misma combinación que le dio el titulo el año pasado.

—Con este nocaut nos demostró porque se merece volver a llevarse el cinturón.

Primer combate de Leo

—Miren a Leo. Miren el cuerpo que tiene. Parece que lo sacaron de una película de acción.

—No sabemos nada de Leo, pero conociendo a su entrenador, tiene que dar pelea.

—Con esos brazos te pone una piña y andá a levantarte. Te agarra en el piso con Mataleón y ¿cuánto durás?

—¿Y si no puede pegar por el alcance? ¿Si no llega?

—Hay tantas preguntas, tantas dudas que tenemos acerca de esta pelea. Por favor, déjennos en los comentarios el pronóstico que tienen para esta pelea.

La entrada de Leo, fue con una canción de moda, bastante relajada que puso a pensar a los fanáticos, si detrás de esa ese cuerpo tan trabajado se encontraba un joven sentimental. Fue saludando a los espectadores mientras avanzaba. Un poco nervioso, lo más normal. Su oponente un joven llamado Felipe, era tres años más grande y llevaba entrenando casi dos años. También era su primer torneo. Era seis centímetros más alto, en el pesaje dio 83,311 kilos. Leo dio 83,709, lo cual llamó la atención de los presentes ya que un poco más y no peleaba.

El réferi pidió una pelea limpia, chocaron los guantes, retrocedieron y dio inicio al combate.

El zurdo se decidió a esperarlo, sin quedarse quieto. Felipe lo pateó a las costillas. Leo avanzó con un Jab, seguido de un gancho con su izquierda. No pudo golpearlo con el primero, ya que Felipe retrocedió. El gancho fue preciso a la sien. Tenía la guardia levantada, pero no tanto para bloquear un golpe a esa altura. Luego de ese golpe, se dio cuenta que pelear contra un zurdo no le sería tan fácil y lo podía llegar a confundir. Leo se volvió a acercar y el derecho lo atacó con un cruzado y una patada baja. Leo no pudo bloquear el cruzado, ya que su defensa con la izquierda cubría hasta su mentón y el golpe fue al comienzo de su nariz. Felipe quiso golpear el mentón, pero fue un golpe automático que se basaba en prácticas donde se pensaba en peleadores un poco más altos. Se alejó un poco de Leo, ya que al tenerlo tan cerca le jugaba en contra. Cuando el zurdo se acercó, lo pateó de costado con su pierna trasera. Esa patada le sacó un poco de aire, por lo que decidió no avanzar. Solo perfilarse un poco. Al verle favorable la distancia, Felipe lo pateó alto. Al poder leer el movimiento, pegó un manotazo con su mano en guardia. Felipe no pudo mantener el equilibro al regresar su pierna y cayó al suelo. Leo fue a posicionarse y el derecho fue rápido para patearlo en el pecho y tirarlo hacia atrás. Ambos se reincorporaron y mantuvieron distancia. Leo achicó la distancia con mucha velocidad, por lo que Felipe se desesperó y lo atacó con cuatro golpes rectos. Solo los primeros dos lo golpearon, ya que subió y cerró la guardia con rapidez. Felipe se alejó un poco. Leo volvió a achicar la distancia. Esa vez con un Jab, a la que lo conectó el volado. Por el apuro, olvidó que su contrincante al retroceder también se había movido un poco hacia su izquierda y por eso erró el volado.

—Si enganchaba ese volado, terminaba la pelea.

—Lo noqueaba, lo noqueaba.

Quedaba un minuto y medio. Leo siguió avanzando y lo atacó con un doble Jab. Subiendo la altura, buscando que el segundo golpe sea a la nariz. Sin retraer el brazo, fue con el gancho y terminó con el gancho ascendente (uppercut) de zurda. Al recibir el doble Jab, contratacó con un cruzado y subió la guardia. Leo sin dudar lo tumbó. Cayó a centímetros de la reja y tardó en subir la guardia por lo que el zurdo realizó la combinación practicada. Cuando estaba por volver a golpearlo con el puño martillo, el réferi lo alejó dando por finalizada la pelea.

—Excelente definición. Se nota que la estuvo practicando.

—Preciso y efectivo. Pensábamos que por ser tan groso iba a ser lento, pero nada que ver.

Los relatores siguieron hablando. Leo fue a buscar a su novia y regresaron al departamento.

—¿Estás bien?

—Si.

—Peleaste muy bien. Tenía dudas porque el otro era más alto.

—Ser más alto le da más alcance, nada más que eso. Si con rapidez puedo acercarme, la altura le termina jugando en contra.

—¿Ya le dijiste a tu familia que ganaste?

—No. No los voy a llamar —dijo mientras buscaba una gaseosa de la heladera.

—Deberías llamarlos. Pueden preocuparse.

—Ya hablé. Fue en vano.

Luego de beber un poco de la lata, la dejó en la mesa y buscó el video.

—Mirá lo que dicen. Ya me ven como el futuro campeón.

—Diste una muy buena impresión.

Besó a su novia.

—Todavía me quedan fuerzas.

—¿Después de ese combate?

—Si. Me siento más fuerte que nunca —le dijo y volvieron a besarse.

Segundo combate del campeón

—¡Se viene una pelea de francotiradores! ¡Se viene una pelea de franco-tira-dores!

—Esta noche, vamos a tener una pelea estelar. Una pelea única. Me atrevo a decir, que va a ser una pelea épica.

—¡Innegable! ¡Innegable! Tenemos dos peleadores muy, pero muy agiles, y con ojos biónicos. Dos francotiradores de primera. No nos olvidemos que ambos son campeones. Erik ganó un torneo a principio de año.

—Era un torneo de poca monta. Ni siquiera lo trasmitieron. Yo le apuesto a Lelio. Es cuestión de tiempo a que enganche una combinación y le ponga fin a la pelea.

—No estoy tan seguro. Aunque Erik no lo iguale en agilidad, tiene mejor puntería.

—¿Tiene mejor puntería? ¿Tuvo suerte en el combate anterior? Dejen en los comentarios lo que les parece.

Tenían la misma edad, 23 años. Erik era 2 cm más alto, pero ambos tenían el mismo alcance de brazos. En el pesaje, Erik lo superó por un poco más de 200 gramos.

Lelio se decidió a tirar el primer golpe. Avanzó y lanzó un Jab. No fue problema para Erik esquivarlo moviéndose un poco. Volvió a acercarse, amagó a tirar el Jab y lo golpeó con el talón de su pie derecho en el pecho. Consiguió moverlo un poco como esperaba. Fue con la combinación Jab, cruzado, gancho. No tubo problema para impactar con el Jab y el gancho. Para el cruzado subió la guardia. Todos esperaban que tras esos golpes retrocediera, pero no fue así. Erik decidió avanzar. Recibió un Jab a la nariz, pero no le importó. Lo sostuvo del cuello y le pegó dos rodillazos seguidos con su pierna trasera. Lelio lo agarró de la cintura y con ayuda de su propio peso logró tirarlo a su costado derecho. Se levantó mucho más rápido, lo golpeó con un gancho derecho y consiguió que vuelva al piso. Erik cerró la guardia. Lelio se posicionó y lo empezó a golpear intercambiando golpes martillo y ganchos. Hasta que, por fin, luego de seis segundos, pudo agarrarle el brazo. Cuando estaba pasando la pierna, Erik colocó su brazo izquierdo por encima de su cabeza. Lelio siguió con el movimiento por costumbre, y cuando terminó de pasar la pierna, Erik la sacó atrás. Intentó volver a pasar la pierna, pero Erik lo impidió de la misma forma, mientras se siguió moviendo para el costado y cuando por tercera vez le quiso pasar la pierna, lo permitió, ya que todavía tenía su brazo por debajo de ella. Al fin pudo tirarse hacia adelante y quedar de pie. Lelio perdió el agarre al brazo y lo empujó con sus pies. Volvió a quedar de pie y se midieron unos segundos. Lelio fue apurado y amagó a tirar una patada baja para atacar con el Jab. Erik lo esquivó y contratacó con un cruzado a su nariz. Ese golpe lo sacó más de quicio, por lo que lo pateó dos veces seguidas a las costillas. Se distanció y se midieron unos segundos hasta que finalizó el asalto.

—Increíble cómo terminó el primer asalto.

—Muy buen asalto. Me sorprendió como Erik pudo salir de la llave de brazo.

—Yo pensé que la pelea terminaba ahí.

Lelio habló con el entrenador.

—¿Para que quise seguir pasando la pierna? Si buscaba la presión de costado ganaba.

—No pensés en eso. Ya está. Tenés que ganar la pelea.

Lelio bebió un sorbo y volvió a pelear.

Erik se decidió a atacar primero. Un Jab que golpeó la parte alta de la nariz. Lelio le pegó una patada alta a la oreja izquierda. Amagó a un gancho con su izquierda y lo pateó con su pie delantero. Cuando estaba por realizar una combinación numerosa de golpes de puño, pudo sentir que estaba sangrando. Todos los golpes de Erik a su nariz, habían sido efectivos para provocar el sangrado. Erik estaba muy de costado, por lo que lo golpeó con su puño trasero. Un gancho poco usual a su frente. Lelio subió la guardia para evitar ser noqueado con un golpe al mentón o la mandíbula y se movió un poco a su derecha. Decidió ir con una combinación que le había dado victorias: Jab, cruzado, gancho, cruzado, gancho ascendente. Erik ya estaba preparado para esa combinación. De forma automática, luego de recibir el primer golpe, subió y cerró la guardia. También recibió el cruzado, pero pudo bloquear los tres golpes restantes. Levantó los hombros para bloquear el gancho a la mandíbula y al haber cerrado tanto la guardia, el gancho ascendente terminó golpeando sus hombros. Lelio se movió hacia su izquierda y con una patada baja de su pierna delantera buscó que se caiga. No lo consiguió. Erik apostó a su poderosa derecha que impactó de lleno en su mandíbula. El golpe lo movió hacia el costado y terminó cayendo. El réferi estuvo a punto de terminar el combate, pero se levantó con rapidez. Erik por comodidad, lo golpeó con un gancho zurdo a la sien. No fue muy potente, pero acompañado con el golpe anterior lo dejaron en el suelo definitivamente.

—Noqueó al campeón —dijo uno de los comentaristas en voz baja.

—Esta sí que fue una buena pelea. Nos preguntábamos, ¿por qué le apunta a la nariz y no al mentón? Erik estaba seguro que le iba a romper la nariz y el estar sangrando lo iba a desconcentrar.

—Tremendo la mentalidad, todo calculado.

Segundo combate de Leo

El contrincante de Leo, era siete centímetros más alto que él y más flaco, con mucha menos masa muscular. Tenía casi cinco años más, y en el pesaje había dado más de 300 gramos menos.

Leo comenzó la pelea buscándolo. Su oponente fue retrocediendo y moviéndose un poco hacia su izquierda. Le pateó la pierna derecha, pero a Leo no le importó. Avanzó de nuevo, buscando conectar un gancho con su zurda, y lo volvió a patear. El gancho fue omitido, ya que le pareció extraña esa patada. A diferencia de todas las anteriores patadas bajas recibidas, esa patada fue directo a su rodilla. Al tener la distancia favorable, golpeó al zurdo con dos golpes rectos subiendo la altura. El segundo golpe fue a su nariz. Mantuvo la distancia, por lo que Leo dio un paso rápido y con el segundo lanzó un gancho con su derecha que no tuvo problema en impactar por debajo de la oreja izquierda. Tiró el cruzado, pero no pudo golpearlo ya que volvió a patearle la rodilla y lo desestabilizó. Leo se acercó con mucha agilidad y al ver que de nuevo le patearía la pierna, se deslizó en posición sur - oeste. Fue ahí cuando pateó su patada con tanta potencia que consiguió que cayera al suelo. Se levantó muy rápido y agarró a Leo de los brazos para que no lo golpeara. Estuvieron forcejeando por medio minuto en donde Leo lo golpeó con dos rodillazos a sus piernas y logró llevarlo hasta las rejas. Esteban, tenía la pierna derecha muy cerca de Leo, por lo que impactó con su talón derecho en la rodilla semiflexionada. Lo soltó y subió la guardia. Leo al sentir el golpe, lo atacó con una seguidilla de golpes. 5 golpes rectos, luego un gancho con cada puño y un gancho ascendente. Pudo bloquear los primeros golpes que fueron los más peligrosos y pudo salir de las rejas. Leo por poco corría para golpearlo y Esteban huyó sin intentar patearlo por quince segundos. Leo no podía seguir perdiendo energía. Se quedó quieto y cuando Esteban se acercó para patearlo, el zurdo movió con rapidez su pierna hábil, dándole a entender que buscaría volver a dejarlo en el piso pateándole la pierna. Esteban se movió hacia el costado y se midieron hasta que finalizó el asalto.

—¿Cómo está tu pierna?

—Mal.

Leo bebió un sorbo de agua.

—Vuelve a tu casa, aficionado —le gritó un fanático de la tribuna.

Leo se dio vuelta queriendo saber quién fue.

—No escuchés los comentarios. Volvé acá. Que no te patee más. Si te vuelve a patear, tumbalo.

—¿Busco sumisión?

—Si. Está jugando sucio, pegale codazos.

Los comentaristas, también dieron su opinión.

—¿Cómo estará la pierna de Leo?

—Esa es la pregunta que todos nos estamos haciendo.

—¿Lo escuchaste? Le gritaron aficionado a Leo.

—Lo escuché bien. Vuelve a tu casa, aficionado le gritó.

—No sabemos quién fue, lo único que sabemos es que no es de nuestro país.

—Cuando termine el combate, vamos a buscar a esta persona y le vamos a preguntar que nos quiso decir con aficionado. ¿A qué se debe esa palabra?

Los primeros quince segundos del asalto fueron tranquilos. Ambos se mantuvieron alejados. A tal distancia que Esteban no podía golpearlo. Dio un paso y esperó su próximo movimiento. Esteban no retrocedió, lo pateó por encima de la oreja. Leo dio otro paso y tiró el volado. Esteban subió la guardia para defenderse, pero no fue compatible con el tiempo que el zurdo tardó en impactar. No lo noqueó, ya que no fue un golpe de lleno, pero al no estar muy bien parado, cayó. Leo fue muy rápido a definir la pelea, pero Esteban comenzó a tirar patadas desde el suelo para que no ganara la posición. Retrocedió y dejó que se levantase. Le seguía doliendo la pierna, y no estaba seguro si podía soportar una patada más o por cuanto tiempo se podía seguir moviendo sin inconvenientes. Tenía que ganar la pelea lo más rápido posible. Fue ahí cuando se dio cuenta que podía realizar el destructor de estómagos. No le parecía que podría noquearlo en el intento. Sabía que podría llegar a recibir golpes al rostro, pero no bajaría la guardia con su derecha. No estaba confiado en ganar la pelea con ese golpe, solo lo quería utilizar para sacarle oxígeno, distraerlo y poder atacarlo directo a la cara. Evaluando la distancia, un Jab con su derecha seguido de un gancho con su zurda, o tal vez, seguir manteniendo la guardia con la derecha por si lo atacaba y al mismo tiempo que terminaba el impacto en el estómago, un codazo a la ceja derecha. Cortarlo le podría dar ventaja para finalizar el combate. Achicó distancia con un paso largo, y lo golpeó con un doble Jab a la altura de la nariz, mientras subió la mano izquierda que ya estaba cerraba. Esteban al creer que buscaría otro volado o un cruzado con su zurda, no lo atacó. Subió la guardia para evitar ser noqueado. En ese momento supo que funcionaria. Dio el paso largo en diagonal y lo golpeó con mucha fuerza. El dolor de las patadas recibidas se fue en ese golpe. Había planeado un golpe rápido, pero estiró el brazo casi en su totalidad. El movimiento de caderas fue infaltable. Cuando estaba por golpearlo con el codo, se dio cuenta que ya no era necesario. Al sentir tal dolor, no subió la guardia. Dejó su mano izquierda en donde había recibido el golpe y antes de que pueda tocar con su mano derecha el suelo para rendirse, el réferi separó a Leo.

—No pudimos encontrar a la persona que le gritó aficionado, pero, me parece que Leo no tiene apodo.

—No tiene. Todos lo llaman Leo.

—Leo, el aficionado ¿Qué te parece?

—Está bueno. Ya quedó como apodo.

—Leo, el aficionado, es el primer finalista que tenemos para la categoría de 84 kilos. Mañana se define quien será su rival.

El departamento de Bella vista

A la mañana siguiente, Leo fue con su novia a ver un departamento en la calle Bella vista. 200 metros cuadrados, más el balcón. El piso era exclusivo, no había otros departamentos. El departamento número 21. Pedían veintiún mil pesos. Era un precio promocional para contrato que se mantendría hasta fin de año.

—Son casi dos sueldos mínimos —dijo su novia.

—No importa el precio, ¿te gusta la vista?

—Si, es maravillosa.

—Con lo que estamos ganando y lo que ahorramos, podríamos darnos este lujo.

—¡No! El negocio está funcionando porque es una novedad. Va a llegar un día, en el que se aburran de comer pastas y vamos a ganar 500 pesos al día.

—También va a llegar el día en el que se termine el mundo y nos vamos a dar cuenta que pudimos, pero no quisimos disfrutar de la vida.

—Intento prevenir.

—Está bien. Si no le tenés confianza al negocio de las pastas, cuando gane este torneo y varios más, lo vamos a alquilar y si estamos cómodos, lo compramos. ¿Estás de acuerdo?

—Si —respondió tras unos segundos.

Preparación para la pelea

El lunes fue al gimnasio a la mañana. No quiso salir a correr, quería que se recuperara mejor su pierna. Todos los que estaban en el gimnasio, lo felicitaron.

—Estuve buscando información, pero no encontré nada. Solo están las dos peleas. ¿Ya las viste?

—Las iba a ver hoy a la tarde.

—Las dos peleas las gana por nocaut —dijo mientras buscaba los mismas.

—Quiere que mires esta patada baja —le dijo al pausar una de las peleas.

—Es fuerte.

—El otro loco te c… a patadas, pero este no te tiene que tocar.

Reprodujo el video.

—Es una máquina de patadas, codazos y rodillazos. Fijate que los golpes son cortos.

—¿Busco la pelea en el suelo?

—En la pelea de pie, cualquiera de los dos puede ganar. En la pelea en el suelo, te apuesto a vos.

—No los entiendo —dijo un cliente del gimnasio—. Se preocuparon tanto porque Leo se ponga gigante y, ¿va a buscar la pelea en el suelo?

—Es normal que parezca ilógico. Hasta ahora, entrenamos para el torneo. Ya no vamos a entrenar más para el torneo, en estos días vamos a entrenar para la pelea.

—Vamos a practicar: volado, gancho a la sien y gancho ascendente —dijo mientras se dirigía al sector de MMA.

—¿Todo va a depender de mí zurda?

—De tu puño izquierdo, tu codo izquierdo y tu pie izquierdo, en lo que respecta la pelea de pie. Quiero que prioricemos la patada alta.

Fueron al saco. Ulises reguló la altura y pegó con cinta una foto de un rostro. En el mismo estaban marcados distintos puntos.

—Esta es la altura que va a tener. Quiero que patees en los focos de noqueo.

—¿Todos van a ver cómo practico?

—¡Te estamos apoyando Leo! Queremos que ganes el torneo —dijo el mismo cliente que había cuestionado la estrategia.

—Quince patadas acá —le dijo señalando el punto más alto que había marcado.

Las patadas eran buenas, pero Ulises sabía que debía exigirlo más para que gane.

—¡Con más fuerza! ¡Quiero que ganes la pelea de una patada! Después de que lo pateaste, quiero que caiga al piso.

—¡Noquealo con un gancho! ¡Mas fuerte! —le dijo luego del golpe—. Así va a seguir de pie, tenés que buscar que caiga.

Leo siguió golpeando. Todos los presentes observaban con detalle. Existía la posibilidad de que lo noquee.

—Mañana lo seguimos practicando. La primer media hora, vamos a buscar los focos de nocaut y la segunda media hora, puras sumisiones.

El sábado a la mañana, no fue a entrenar. Ulises consideraba que no tenía sentido. Ya estaba preparado para la pelea y no lo quería poner nervioso. Por la tarde, recibió un llamado de su familia. Decidió atender, pero se propuso cortar la llamada si le decían algo que podría jugarle en contra. Estaba enfocado, se sentía seguro, no quería que lo sacasen de ese estado.

—Hola hijo —dijeron sus padres.

—Hola —dijo su hermana.

—Hola.

—Estuvimos viendo tus peleas, estás peleando muy bien, te deseamos lo mejor —dijo su madre.

—Qué raro, si no quieren que pelee.

—Vamos a ir a ver la pelea —dijo su hermana, quien al igual que sus padres estaba emocionada.

—Espero que no se meten a mitad de la pelea a pedir que se termine porque me están pegando.

—No, no lo vamos a hacer —dijo su padre.

—Mas allá si gano o no el torneo, voy a seguir peleando.

—Te queremos hijo —dijo su madre y el cortó la llamada.

La final

—Bienvenidos todos y todas a la final más esperada. ¿Quién se queda con el cinturón? ¿Leo el aficionado? o, ¿Juan el peleador de Muay thai?

—¡Cualquiera de los dos! ¡Cualquiera de los dos puede ganar!

—La diferencia de altura es poca, 3 cm a favor de Juan.

—Pero físicamente Leo, sigue estando groso. No afloja los fierros.

—Si, la diferencia de peso son 100 gramos. Un paquete de papas fritas, pero a Juan se lo ve más…

—Leo tuvo más restricciones con los postres.

—Sin más que decirles, esperemos lo mejor. Un combate limpio y asombroso.

Leo había evaluado dos opciones para el combate. Ir al todo o nada. Buscar ganar la pelea en los primeros 15 segundos, aunque corría el riesgo de no ser efectivo y terminar perdiendo. La otra opción era más lógica. Esperarlo y retroceder siempre que tuviese que manejar la distancia para impedir sus golpes cortos, o al estar a poca distancia, tumbarlo lo más rápido posible y ganar con sumisión.

El zurdo fue quien decidió iniciar el combate. No fue a golpearlo rápido, fue rapidísimo y de una forma poco esperada. Un Jab con paso, seguido de un doble Jab, también avanzando y un gancho que impactó un poco al lado de la oreja con la misma mano. Juan se asustó, porque nunca esperó que lo atacara con esa velocidad y combinación. Retrocedió y subió un poco la guardia. El primer golpe no lo tocó, los dos rectos siguientes si, ya que fueron a su frente. Cuando el zurdo estaba por golpearlo con su mano hábil, Juan lo agarró y fue con 5 rodillazos. Al terminar el quinto impacto, lo golpeó con su codo derecho en el pómulo. Leo intentó tirarlo hacia adelante, pero no lo consiguió y recibió dos rodillazos más y otro codazo un poco más bajo que el anterior. Consiguió posicionar sus brazos casi a la altura de los hombros para inmovilizarle los brazos y evitar otro codazo o golpe de puño corto. Antes que pudiese librarse, el zurdo consiguió tirarlo hacia atrás. Al caer, salió perjudicado ya que Juan se reincorporó más rápido y lo golpeó con un gancho zurdo y dos ganchos derechos. Al recibir el último golpe, abrió la guardia y colocó sus manos a la altura del pecho. Al no estar muy bien posicionado, pudo empujarlo y alejarlo. Rápidamente volvieron a la pelea de pie. Leo se alejó un poco, y cuando Juan estaba por acercarse, estiró al máximo su brazo derecho. Juan se movió hacia su derecha y sin darle tiempo a que lo patee, el gancho tan practicado los últimos días le dio el torneo.

—¡Que buen golpe! ¡Leo, el aficionado, es el nuevo campeón en 84 kilos!

—Muchas personas están diciendo que fue suerte. Que no merecía ganar.

—¿Cómo va a ser suerte? Si lo noqueó.

—Te leo uno de los comentarios. Se nota que Leo es un tipo con suerte. Si hubiese sido derecho o si Juan hubiese tenido más tiempo para prepararse contra un zurdo, lo hubiese masacrado a golpes.

—Si, y si yo hubiese llegado a primera seria millonario, pero nunca llegué y por eso estoy relatando las peleas con ustedes.

Al terminar la pelea, Juan lo abrazó y felicitó.

—Peleaste bien, es la primera vez que me noquean con un zurdazo.

—Gracias. Vos también peleaste bien. Cuando me pegaste el primer codazo, sentí que me podías noquear en cualquier momento.

—Lo conseguiste Leo —le dijo Ulises al abrazarlo con fuerza.

Le dieron el cinturón a Leo, y Juan y su equipo se retiraron. Su novia ingresó. Se besaron y se emocionó.

—Gracias —dijo entre lágrimas—. Gracias por haberme apoyado.

Su familia se acercó. También estaban emocionados. Hizo una seña para que ingresen. Los abrazó y llegó uno de los presentadores.

—Estamos con el nuevo campeón en 84 kilos ¿Cómo fue la victoria?

—No te voy a decir que fue fácil, porque no fue. Toda la semana estuvimos evaluando los fuertes y las debilidades de mi contrincante. Había practicado mucho el golpe y cuando vi la oportunidad no la desperdicie.

—Yo no me esperaba ese golpe, y mi compañero tampoco. Tenemos entendido que es tu primer torneo y que llevas muy poco tiempo entrenando ¿Es así?

—Si, empecé en el verano y cuando escuché el torneo, quise pelear. Seguí una dieta, un entrenamiento. A veces quería cambiar el menú, pero tenía el objetivo de ganar y sabía que cualquier equivocación me podía alejar de mi objetivo.

—Muchos se preguntan si vas a bajar a los 77 kilos.

—No. Me gusta esta categoría.

Se retiraron y acompañó a su familia hasta el auto.

—No te enojés. Nunca creímos que podías ganar. Lo más normal era pensar que, te iban a desfigurar y te ibas a llenar de decepciones —dijo su padre un poco tenso.

—Queríamos protegerte física y mentalmente —comentó su madre.

—Y se los agradezco. Gracias a que me echaron de casa y del trabajo pude decidirme a competir en este torneo. Aprendí a nadar en contra de la corriente. Cuando me dijeron que no tenía que pelear, porque no podía ganar, me decidí a esforzarme cada día más para demostrarles que estaban equivocados.

—Estamos orgullosos —le dijo su madre al abrazarlo y subir al auto.

—Espero que el restaurante siga funcionando bien —le dijo al saludar a su padre.

—Sos bienvenido en el restaurante, también cuando nos quieras visitar.

—Te pido disculpas por, …—le dijo su hermana.

—Ya no importa.

Se subieron al auto y se retiraron. El zurdo y su novia volvieron al departamento.

A la mañana siguiente, Génesis esperó que se despertara para saludarlo con muchos besos.

—¿Cómo te sentís sabiendo que ganaste el torneo?

—Bien. Muy bien. Excelente —dijo riendo.

—¿No querés que celebremos?

—No. Quiero que vayamos a la hamburguesería y comer una hamburguesa doble. Por estos días quiero estar tranquilo. No quiero saber nada de dieta ni entrenamiento.

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