《El aficionado [Español] [Completo]》6. La mañanita del año

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Una semana más tarde, Génesis se despertó un rato antes de lo habitual, a las 8:30 y preparó el desayuno. Su novio, la ayudó a finalizar los panqueques y el café 10 minutos después.

—Hoy no trabajamos, ¿qué querés hacer? —le preguntó mientras terminaba de enrollar sus panqueques rellenos.

Génesis finalizó la tostada con dulce de leche que quedaba en su plato y le respondió.

—Vamos al cine. Hay una peli re linda que estrenó hace poco.

—¿Es sobre dos adolescentes que se enamoran en parís? —su sonrisa suponía saber la respuesta.

—¿Ya la viste? —le preguntó desilusionada

—Vi el tráiler. Me encantó.

—Si, yo también. Debe ser bellísima. ¡Tenemos que ir esta noche!

—¡Esta noche vamos! —le aseguró sonriendo.

Génesis le dio un pico, tras sentarse en sus piernas y abrazarlo.

—¿Te diste cuenta de algo?

—¿De qué? —preguntó sin entender.

—Podríamos haber sido nosotros. Solo nacimos en el lugar y la época equivocada.

—¡Que tierno!

Dejándose llevar por su corazón, le llenó la cara de besos.

No estaba equivocado, en lo absoluto. Su romance era tan mágico como el de la película y no tenían nada que envidiarles a los protagonistas.

Ella, tenía 23 años y su belleza esta concedida por poseer una combinación de rasgos que la hacían muy atractiva. Un cabello lacio tan radiante, que deslumbraba como el amanecer. Sus ojos eran grandes, de un color castaño ceniza; una variante casi única similar a los ojos violetas. Sus labios eran finos, alargados y dueños de gran brillo, que siempre daban la impresión de haber sido retocados con labial. Su nariz y sus orejas parecían haber sido hechas a medida, ya que eran medianas y quedaban perfectas en su rostro. Sus dientes eran propios de publicidad farmacéutica: todos se encontraban sanos sin rupturas visibles a simple vista, brillosos como si fuesen tesoros perdidos en el mar. Su cutis estaba impecable, con pómulos muy definidos que no necesitaban maquillaje. Su piel desconocía las arrugas y la rigidez. Su cinturita diez y sus pies de princesa, la hacían ver como una super modelo. Su belleza lo impactaba, pero su corazón lo enamoró. Era alta. Medía 1,72 metros, unos centímetros menos que él. En su adolescencia, no era tan linda; razón por la cual era insegura.

Él también tenía lo suyo. Su cabello era semi lacio, con ondulación en las puntas, de un tono castaño que se aclaraba a la luz del sol y combinaba a la perfección con sus ojos. Sus orejas y su nariz eran medianas y no desentonaban en los más mínimo. Sus labios eran finos y sus hoyuelos muy notorios, con tal simetría que al sonreír brindaba gran ternura. Combinado con su mandíbula cuadrada y su cuerpo de modelo fitness, detonaba seguridad y poder. Su apariencia era muy atrayente, pero su gran influencia también estaba en sus cualidades. Habilidoso para los deportes, las matemáticas, y superlativo para enamorar mujeres. Su secreto era simple. Combinaba las palabras adecuadas junto a su hermosa voz de corista. Esto les daba la sensación de estar ante el príncipe de sus sueños, ya que no solo era romántico, también era cómico. Se aseguraba de hacerlas reír para que disfruten del momento.

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Al mediodía, se dirigieron a la plaza. Almorzaron allí y al finalizar, ella sacó de su cartera un porro. El mismo provenía de su hermano, quien se ganaba la vida cultivando María en un lugar donde era legal. Lo prendió y le dio dos pitadas. Se lo pasó a su novio, mientras observaba a una parejita de estudiantes de secundaria caminar por la vereda de enfrente.

—Esos dos, son de los que armaron lio y se fueron sin pagar —los señalo con su dedo índice derecho.

—No me acuerdo.

—Eran 3 parejitas, las que colocaron hormigas en uno de los helados y no pagaron.

Tras unos segundos, relacionó las tres parejitas que armaron lio con las tres parejitas que habían estado involucradas en el robo.

—Es muy probable que sean los mismos que me robaron ¡Vamos! —dijo con rapidez.

—¡Esperá! ¿Los vamos a seguir?

—Vamos a ver a donde van.

Se levantaron sin mostrar desesperación y los siguieron. La distancia era de una cuadra. Caminaron a una velocidad similar a lo de ellos y a las dos cuadras de seguimiento, La Dibujante se dio vuelta y los reconoció.

—Atrás nuestro, están los del restaurante —le dijo a su novio con gran miedo.

El, giró la cabeza por su costado izquierdo, y se dio cuenta que Leo lo estaba mirando fijo. Pensó unos segundos que hacer. Si salían corriendo, se delataban solos.

—Vamos a seguir caminando normalmente. Vamos a cambiar el recorrido.

—¿Estás seguro?

—Si, es pura casualidad —le dijo sonriendo para tranquilizarla, aunque por la mirada de Leo directa a sus ojos, era consciente que no había ninguna casualidad.

Génesis dio tres pitadas, se lo pasó a su novio y recordó una pista clave.

—Me acuerdo que fui a llevar un pedido al sector abierto y la vi en la puerta del baño con el celular.

—¿Qué me querés decir?

—Seguro estaba impidiendo que la gente entre, para colocar las bombas.

Leo y Génesis, aceleraron el paso acortando la distancia de 100 metros a 80 metros.

La Dibujante y su novio también caminaron más rápido. Al llegar a la esquina, doblaron hacia la izquierda y comenzaron a correr. Leo y su novia no se quedaron atrás. Al llegar a la esquina, Leo pudo ver a La Dibujante doblar otra vez hacia la izquierda. Le pareció extraño, ya que el si estuviese en el lugar de ellos, hubiese doblado hacia la derecha, cruzando la calle para después esconderse en la entradita de alguna casa. El plan de El Guapo de confundir a Leo hubiese funcionado, si tan solo Leo no hubiese sido tan rápido para alcanzar a ver a La Dibujante doblar. Leo siguió corriendo, al llegar a mitad de cuadra, su novia quien llego a la esquina tuvo una gran idea.

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—¿Doblaron? —le preguntó de un grito mientras se detuvo, estando a unos 50 metros detrás.

—Si —respondió Leo quien no dejaba de correrlos y ya se encontraba a pocos metros de doblar.

Génesis corrió a su máxima velocidad por donde había venido, sabiendo que había dos posibilidades: Al llegar de nuevo a la esquina doblarían hacia la derecha y Leo los alcanzaría o volverían a doblar a la izquierda, haciendo la vuelta manzana y ella podría agarrarlos. Pudo apreciar cómo por delante suyo corrían con gran desesperación. La Dibujante la vio y se sorprendió, ya que esperaba que caiga en la trampa y corriera junto a su novio en circulo. La Dibujante corrió lo más rápido que pudo, pero la cocinera era más veloz. Ellas, se encontraban a unos 12 metros de distancia. Tras correr seis segundos, la distancia se redujo, a tan solo 7 metros. La Dibujante se desesperó al ver que la estaba alcanzando y pisó mal, cayéndose fuerte contra el suelo. El golpe lo recibió su rodilla derecha, aunque no fue nada grave.

—¡Hija de puta! —le gritó La Dibujante cuando tropezó.

Génesis golpeó solo una vez a La Dibujante en el rostro hasta que El Guapo la empujó, pudiendo proteger a su novia. Leo llegó hasta su novia tres segundos más tarde. Cada pareja retrocedió y quedó enfrentada a unos dos metros de distancia.

—¿Están locos? ¿Qué les pasa? —preguntó El Guapo alterado.

—Devolvé la plata que me robaste —le dijo Leo, quien lo miró serio a los ojos.

—Yo no te robé nada —respondió molesto, como si fuese inocente.

—No te hagás el pelotudo —le dijo Leo sonriendo.

Su sonrisa demostraba enojo, ira, pero también demostraba diversión, como si le gustasen las peleas y estuviese buscando una.

Nadie le faltaba el respeto a El Guapo. El que lo hacía, quedaba feo para la foto.

—¡¿Te la aguantás conmigo?! —le dijo tras correrse unos metros hacia la derecha, separándose de su novia, marcando un espacio para pelear.

Leo se sacó el buzo y se lo dio a su novia.

—Si. ¡Con vos, con tu novia y con tu vieja! —le dijo sin miedo, sin perder la sonrisa.

Por los gritos, tres vecinos se acercaron. Uno de ellos, sacó el celular y empezó a filmar. La Dibujante quedó sorprendida. Nunca había escuchado a nadie hablarle así a su novio y para colmo, que se le rían en la cara. El Guapo también se sorprendió. Nunca alguien lo había insultado de esa forma. Leo tenía puesta una remera mangas cortas y sus brazos remarcaban. Notó que tenía brazos voluminosos, bastante trabajados de 36cm, aunque el diseño de la remera los hacia ver más grandes, por lo que dudó. Se midió con él y se vio bastante más alto, razón por la que ganó confianza y corrió hacia él. Lanzó un puñetazo con su mano trasera, la derecha. Su puño no pudo impactar en Leo, ya que este se deslizó muy rápido en diagonal, logrando esquivar el golpe de El Guapo y acortando la distancia para contraatacar con su puño trasero. Fue un gancho muy fuerte que impactó en su estómago. Quedó de cuclillas con las manos cubriendo su pancita cervecera. De las muchas peleas que tuvo, nunca había recibido un golpe tan fuerte. Su novia corrió desesperada hacia Leo y el, agarró su antebrazo antes de que pueda golpearlo.

—Yo no soy ninguna hija de puta —le dijo la cocinera luego de golpearla con el puño cerrado en la cara.

Leo la soltó. Lloró por el golpe y su fue junto a su novio, quien ya estaba erguido.

—Mas vale que me devuelvan lo que robaron —les dijo cuando se estaban retirando.

El vecino que filmaba guardó el celular y se fue. Este, filmó a cinco metros de distancia, escondido detrás de los arbustos. Leo no lo vio y su novia no se dio cuenta que estaba filmando. Los otros dos vecinos se acercaron hacia Leo y su novia.

—¿Qué pasó? —le preguntó la señora.

—Estos son de los que me robaron en el restaurante.

—¿Los que colocaron las bombas? —preguntó el abuelo quien se había informado por medio de su hijo, quien era un cliente habitual del restaurante.

—Si, los mismos. No tengo ganas de hablar, no me molesten —les dijo Leo cuando la señora le estaba por hacer una pregunta.

Los dejaron tranquilos y fueron al departamento de ella. Durante la caminata que fue breve, no hablaron sobre lo ocurrido.

—Fue una buena piña —la felicitó Leo mientras colocaba hielo cubierto por un paño, en los nudillos de la mano derecha de Génesis.

—Gracias. ¿Cómo lo esquivaste y le pegaste? —le preguntó sorprendida

—Simplemente lo hice.

—No, eso no fue normal. Fuiste muy rápido, creí que te iba a noquear y vos lo terminaste golpeando.

—Lo vi en una pelea y funcionó. Es todo.

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